La encontraron en su departamento del barrio de Flores “con signos de violencia”, relató una fuente judicial. La División Homicidios de la Policía Federal investiga a “una persona que entró con ella al edificio”, según el testimonio de un testigo. "Se investiga un crimen, un homicidio", confirmó a Infojus Noticias un funcionario policial.
Diana Sacayán recibió en 2012 su DNI de la mano de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Defendió su identidad de género autopercibida como mujer trans y también apoyó desde su lugar en el Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación (MAL) causas como el cupo laboral para personas trans en la cartera pública de la provincia de Buenos Aires. Hoy el movimiento LGBT está de luto por su muerte: Diana fue encontrada asesinada a puñaladas en su departamento de avenida Rivadavia, cerca de Plaza Flores. Interviene la comisaria 38 porteña y la Fiscalía de Instrucción N° 4, a cargo de Matías Di Lello. El fiscal está trabajando ahora en el lugar del hecho. Fuentes policiales confirmaron a Infojus Noticias que la División Homicidios investiga a “una persona que entró con ella al edificio”. Llegaron a él a través de un testimonio. "Se investiga un crimen, un homicidio", aportaron. La policía y médicos del SAME que llegaron al lugar le dijeron a la agencia Télam que Diana "estaba muerta de al menos un puntazo en el cuerpo".
La División Homicidios y la Unidad Criminalística Móvil de la PFA realizaban peritajes para determinar las causas de la muerte y posibles. Los investigadores determinaron que la puerta de acceso al departamento estaba violentada desde adentro. Por ese motivo presumen que quien cometió el crimen no halló las llaves para abrirla y así poder huir. En el dormitorio había desorden, provocado posiblemente por una pelea. Y como no hallaron faltantes, la policía descartó por el momento el robo como móvil del asesinato. La principal hipótesis es que Diana fue atacada por una pareja o un conocido suyo.
El edificio dónde vivía Diana tiene 80 departamentos divididos en 13 pisos. Está en la zona comercial de Flores. Aunque no tiene cámaras de seguridad, los investigadores van a recurrir a las filmaciones de los negocios linderos. El encargado informó que vio la puerta entreabierta y llamó al 911. Cuando llegó la policía, se encontró con signos de una muerte violenta, que habría ocurrido en el transcurso del fin de semana largo. "El departamento estaba revuelto", contó una fuente de la Policía Federal a Infojus Noticias.
Diana tenía previsto viajar este fin de semana a Mar del Plata para participar del XXX Encuentro Nacional de Mujeres. Como no fue, sus amigos empezaron a llamarla. Nunca contestó. Los investigadores creen que el crimen se cometió entre el sábado y el domingo. La autopsia, sin embargo, determinará la fechar la muerte.
Diana había llegado de la provincia de Tucumán con sus padres. Se había radicado en Laferrére y ahora estaba instalada en Flores. Vivió en la pobreza, se prostituyó, pero se organizó, resistió y la militancia le permitió en 2012 postularse como candidata a ocupar la Defensoría del Pueblo de La Matanza. Había trabajado en el INADI, en el programa de la diversidad sexual. También había colaborado en el suplemento Soy, de Página/12, y en la revista El Teje.
El mes pasado, otras dos mujeres trans fueron asesinadas: Marcela Chocobar y Coty Olmos. La población travesti en Argentina tiene una expectativa de vida de 36 años. El colectivo es víctima, principalmente, de la violencia institucional y de los crímenes de odio.
Mariela Labozzetta es la titular de la Unidad Fiscal Especializada de Violencia contra las Mujeres (UFEM), que depende de la Procuración General de la Nación. Se contactó con el fiscal a cargo de la causa y le propuso tener intervención en el caso, lo cual se resolverá en las próximas horas. "Pedimos que se utilice el protocolo para casos de femicidios", confirmó a Infojus Noticias.
Karina Nazabal, diputada del FpV bonaerense, fue quien presentó el proyecto de ley del cupo laboral trans. “Fue un proyecto de ella, yo como diputada lo acompañé, pero era algo que Diana impulsó desde incluso antes de la ley de Identidad de Género. Realmente estamos de luto porque ella era una luchadora. Creo que si hay un legado que Diana le deja a todas las personas trans es, sin duda, el del cupo laboral. Tuvo la valentía de militarlo frente a todos y también estuvo junto a nosotros en todas las instancias del proyecto”, dijo Nazabal a Infojus Noticias, entre lágrimas.
Diana había sufrido dos agresiones que llegó a denunciar. La última, en agosto pasado, con la Policía Metropolitana: había contado que tras ser agredida por un hombre en la calle, llegó la Policía y se la llevaron presa junto a otro activista. La maltrataron, amenazaron y denunciaron por resistencia a la autoridad con lesiones.
"Una policía se acercó cuando oyó los gritos y me quiso esposar. No me preguntó qué había pasado y sin mediar palabra consideró que la esposada debía ser yo. Después los policías empezaron a llegar de todas partes: se bajaron dos de un colectivo, vinieron tres patrulleros y cuatro motos. ¡Eran tres policías para cada una! Cuando me insistían para apresarme uno me amenazó con un aparato para dar descargas, como una picana. Me tiraron contra un colectivo y después volé arriba de un taxi que estaba en movimiento. Una vez que me pusieron las esposas me tenían en el piso con sus botas arriba y me decían que mire para abajo”, había contado Sacayán a Infojus Noticias.
Una semana después, la Procuvin denunció a la Metropolitana por la agresión. “Son prácticas sistemáticas de la Metropolitana atacar a grupos sociales vulnerables y vulnerados", dijo el titular de la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin), Miguel Palazzani, quien pidió la indagatoria de al menos 12 policías por torturas y privación ilegítima de la libertad de Diana y un empleado del INADI.
La agresión anterior había ocurrido en agosto de 2013. Diana contó que un hombre “blanco, alto” le destrozó la cara a golpes en la estación Laferrére, en La Matanza. Y agregó que esa noche cuatro gendarmes vigilaban la zona y detuvieron al agresor, pero terminaron por dejarlo ir. “¡Miren lo que me hizo!”, les gritó con la cara ensangrentada y los agentes de seguridad terminaron por golpearla en las costillas. Solo logró frenar la nueva golpiza, cuando les dijo que trabajaba en el Ministerio de Justicia. Ahí le dijeron: “¡Corré!”.
“Eso hice: corrí. Estoy acostumbrada”, dijo. Fue hasta la Comisaría 1ª (a pocas cuadras de la estación) donde quiso hacer la denuncia pero no se la tomaron. “Andá el lunes a la fiscalía”, le dijo el comisario y dispuso que un patrullero la llevara hasta el Hospital Germani. “Acóstate, muchachote”, le dijeron quienes la atendieron en el hospital. “Imagínate cómo me sentía. Ni la anestesia me tomó”, lamentó.
A partir de esa primera agresión, se había reunido con funcionarios de la Secretaría de Derechos Humanos para denunciar el accionar de las fuerzas de seguridad y planteó la necesidad de generar protocolos de actuación específicos.
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