“Hay que lograr una cooperación que no sea circunstancial sino estable”, dijeron. Ese es el objetivo del encuentro que comenzó ayer con la presencia de Cecilia Pando. Para hoy, están previstas exposiciones de Vicente Massot y Ricardo Sain Jean, hijo del ex gobernador de la dictadura Ibérico Saint Jean.
El mensaje estuvo claro en la apertura del encuentro y también recorrió los otros paneles: “Establecer una cooperación que no sea circunstancial sino estable”. Ese es el objetivo de fondo del foro latinoamericano de abogados de represores, que ayer se reunió por primera vez y convocó a más de 250 personas. Fue en Buenos Aires y la fecha elegida coincide con el quinto aniversario de la fundación de la Asociación de Abogados por la Justicia y la Concordia, que se creó para asistir a los ex militares y civiles presos por delitos de lesa humanidad.
“El sentido de este encuentro es lograr una cooperación que no sea circunstancial sino estable”, dijo el abogado Alberto Solanet, quien preside la asociación que comenzó a nacer hace poco más de cinco años en uno de los salones del Centro Naval, en Florida 801. “Se acaba de desguazar la estatua de Colón. Asistimos a la más refinada estrategia gramsciana y cito a Gramsci: ‘Habrá que meter pie en el aparato del Estado, en los medios de expresión de la opinión pública, en las universidades, en los colegios, en las parroquias. Como la larga marcha de Mao, pero no a través de las montañas, sino a través de las instituciones. La revolución habrá de ser preparada con tiempo, paciencia y cálculo de alquimista, desmontando pieza por pieza la sociedad civil, infiltrándose en sus mecanismos”, continuó.
Poco antes, los doscientos asistentes que habían colmado el salón del Hotel Meliá, habían escuchado la lectura de la carta que envió el ex juez de la Cámara Federal en lo Penal de la Nación, Jaime Smart. Se trataba de un tribunal especial, creado en mayo de 1971, con el objeto de “juzgar la actividad subversiva. Los militantes los rebautizaron como “Camarón”.
Smart, también ex ministro bonaerense durante la última dictadura y primer civil condenado a cadena perpetua por crímenes de lesa humanidad, precisó cuales debían ser los ejes de ese encuentro. Allí había abogados y ex militares de Chile, Colombia, Perú, Uruguay y Venezuela. Todos ellos fueron invitados como oradores del evento. Los únicos que no pudieron asistir fueron los integrantes de la delegación de Bolivia.
“Doy por supuesto que abarcarán dos temas cruciales para el continente: la tergiversación de los hechos, el maniqueísmo imperante que se desparramó por las instituciones; y el doble estándar judicial”, escribió Smart, quien fue condenado en diciembre de 2012 por el homicidio calificado de Jorge Rubinstein y por la privación ilegítima de la libertad -agravada por amenazas- de 43 personas. “Hago votos para que el Foro de Buenos Aires signifique un llamado de atención nuestra sociedad y nuestros jueces”, agregó.
Cecilia Pando pasó unos minutos por el Hotel Meliá a saludar a los organizadores.
Después tomó la palabra Solanet. En las primeras filas lo escuchaban al ex jefe de la SIDE Juan Bautista "Tata" Yofre y el ex teniente coronel Emilio Guillermo Nani. Sobre el escenario lo seguían el ex militar y abogado chileno Adolfo Paúl Latorre y el ex vicealmirante peruano venezolano y furioso antichavista Elías Augusto Buchszer Cabriles. Ambos estaban en el escenario para participar del primer panel del encuentro, donde se presentarían las situaciones de cada país que integra el foro.
Solanet no sólo cuestionó el avance de los juicios contra los responsables del terrorismo de Estado, también criticó el matrimonio igualitario y otras “reformas contranatura” impulsadas en los últimos años. “Existe una planificación sistemática de destrucción de las Fuerzas Armadas, que fueron reducidas a la impotencia tanto material como espiritual”, se quejó.
“También hay una planificación sistemática de destrucción del orden familia, judicial y económico. Hoy vemos cómo avanzan sobre la propiedad privada”, agregó. Lo escuchaban unas doscientas personas: el 90 por ciento eran hombres de más de sesenta años y sólo había un adolescente y un niño. Ambos fueron aplaudidos a pedido del ex vicealmirante peruano Luis Giampietri Rojas, que está acusado en su país de violación a los derechos humanos. “Soy el decano de los enjuiciados”, se definirá más adelante con cierta ironía y recordará con “una estima realmente grande” a su profesor en un curso de buzos tácticos: Rafael Guiñazú, condenado en 2013 por crímenes contra 69 militantes políticos.
Paúl Latorre propone una amnistía para los represores, sean militares o civiles.
Solanet apuntó varias veces sus cañones sobre los “abogados prevaricadores” y señaló que existían “1.800 miembros delas Fuerzas Armadas y de seguridad que eran ‘presos políticos’” y contabilizaban “más de 260 muertos en cautiverio”. Y sobre el final utilizó una frase que pareció una advertencia: “La sangre llama a la sangre y los hijos de los que son condenados algún día van a reclamar venganza”.
Al cierre de Solanet le siguió, sin cortes, el primer panel. Lo coordinó Nicolás Marquez, autor de un libro llamado El Canalla: la verdadera historia del Che, quien lo primero que hizo fue pedir un aplauso para el “historiador Tata Yofre” y después presentó al primer expositor: Paúl Latorre, quien –como anticipó Infojus Noticias- abordó las líneas principales de su trabajo “Iniquidad judicial contra los miembros de las Fuerzas Armadas y de Orden”.
Paúl Latorre planteó que los militares defendieron la Patria ante el terrorismo marxista. “Una vez solucionado esto, los terroristas a cobrar y los militares a la cárcel”, afirmó en una síntesis de parte de las 28 páginas de su trabajo, que había sido anunciado especialmente por los organizadores. Y también se quejó –como lo había hecho Solanet- de la existencia de una “campaña cultural” y “un silencio de la sociedad, por ignorancia, y de los políticos pero en ese caso es doloso”.
“Los militares privados de su libertad son personas secuestradas por el Estado. Los que deberían estar presos son los jueces prevaricadores”, afirmó Paúl Latorre y cerró su exposición con una arenga, que pronunció sin elevar la voz: “Es hora de decir basta. Urge poner fin con una amnistía”.
El cierre del primer panel dio aire para un recreo. En el lobi del hotel se saludaron Nani y Cecilia Pando, quien pasó rápidamente por el lugar y no se quedó a ninguna de las exposiciones.
El Tata Yofre fue recibido con mucho cariño y Nicolás Marquez pidió un aplauso para el ex jefe de la SIDE.
El segundo tramo abordó la situación de Uruguay y Perú. El ex coronel uruguayo José Carlos Araujo sostuvo, como lo había planteado Solanet, que “la gran batalla por el imaginario se dio en la educación pública” y cuestionó la separación entre el Estado y la Iglesia que tiene Uruguay. “No debe escapar que la democracia moderna es una sistema sin valores, que se impuso dictatorialmente por la guillotina, en 1776”, se quejó.
Para el final, habló el ex militar peruano Giampietri Rojas, quien mostró su preocupación por el avance de la “globalización”, que hace que sus nietos estén “todo el día con el telefonito moviendo el dedo”. Sin embargo, festejó un logro que despierta envidia en sus pares argentinos y chilenos: “Logramos que un tribunal constitucional defina que los delitos cometidos contra subversivos no sean de lesa humanidad. Pero la prescripción se extendió de veinte a treinta años”.