Jacques Vergés vivió en dos siglos. Defendió a los militantes argelinos que luchaban por la independencia de Francia. También asumió la defensa del criminal nazi Klaus Barbie. Y se ofreció a ser abogado de Saddam Hussein, en el juicio que terminó con la ejecución del iraquí. Escribió un libro que es referencia en el mundo del Derecho.
El abogado francés Jacques Vergés vivió en dos siglos. A mediados del siglo XX defendió a los dirigentes del Frente de Liberación Nacional (FLN) argelino, que luchaban por su independencia de Francia. La estrategia: cuestionó la legitimidad de los juzgadores y las leyes de la colonia. Desde 2007 y hasta su muerte en su casa de París, en agosto de este año, integró la defensa del camboyano Khieu Samphan, responsable del asesinato de más de dos millones de personas, entre abril de 1975 y enero de 1979.
Entre sus defensas también asumió la del criminal nazi Klaus Barbie, un alto oficial de las SS y de la Gestapo que operó en territorio francés, durante el llamado Régimen de Vichy. Barbie fue capturado en Bolivia y enjuiciado en Lyon. Vergés intentó convertir ese juicio en una sentencia vergonzante contra el colaboracionismo francés. Entrevistado en 2006 dijo: “Antes de juzgar, hay que tratar de barrer la puerta de casa. La Gestapo cometió menos crímenes en Francia que los que cometió Francia en Argelia, o que los que cometieron los rusos en Afganistán o los estadounidenses en Vietnam.”
Atento a sus convicciones, públicamente afirmó que no defendería a George W. Bush, pero sí a Saddam Hussein. Se propuso como su abogado en el juicio, que concluyó con la ejecución del iraquí, pero una de las hijas del condenado se opuso a que lo aceptara como su abogado. Una de sus consignas: "Todo el mundo tiene derecho a la defensa; lo contrario sería un linchamiento".
Un libro de referencia
En el posfacio de su segundo libro, Estrategia judicial en los procesos políticos, el editor español Jorge Herralde lo definió: “Vergés fascina y alarma. Publicado por primera vez en Francia en 1968 y reeditado en España por Anagrama -en 1970 y 2008- el libro se convirtió en una obra de referencia en los llamados juicios políticos.
En esas páginas, Vergés definió la "defensa de la ruptura", que aplicó en la defensa de los militantes por la liberación de Argelia. Así salvó la vida de muchos de ellos. Por ejemplo, la de la mítica Djamila Bouhired, con quien terminaría casándose en 1965. Fue tres años después que ella obtuviera su libertad, tras revertir la condena a muerte que le habían impuesto los jueces franceses.
Su participación en estos procesos, su pasado en las filas del comunismo y de la resistencia francesa a la ocupación nazi, le valieron la adhesión de la militancia política de izquierda y un intenso debate -a principios de los ’70- en el mundo de la abogacía. Estrategia judicial en los procesos políticos los sintetizó. Según él mismo dijo, en esos juicios se dedicó a “deshinchar los monstruos jurídicos con los cuales el gobierno francés trataba de justificar su dominación y su represión”.
Su estrategia fue voltear el sistema de valores que da sustento a la estructura jurídica, la ruptura con el orden establecido. Un camino posible para quien litigó con la convicción de que “los jueces justos, como los héroes de la prensa del corazón, no existen”. La frase que sintetiza a Vergés está en su libro más famoso. Entrevistado entonces por Michel Foucault y Jean Lapeyrie, entre otros, el abogado se definió: “Mi ley es estar contra las leyes porque pretenden detener la historia; mi moral estar contra las morales porque pretenden paralizar la vida”.
Antes de su muerte, la estrategia propuesta por Vergés se había convertido para Foucault en la medida de lo posible, incluso para los delitos comunes. En ese encuentro, Vergés le confirmó que siempre desconfió de la distinción entre crímenes para el derecho común y los políticos. Así, propuso que la defensa de ruptura se extendiera a otros juicios. Algunas de sus claves: “Utilizar todas las armas de información: publicaciones, prensa, radio, televisión, cine”
Agregó que la defensa de la publicidad de los juicios debe ser la clave. En un proceso de ruptura, dijo Vergés, el individuo hace todo lo posible para eclipsarse, así “la ideología de la que es portavoz y la acción de la que es vector cobran forma humana y valor de ejemplo”.
En Francia, el editor de Estrategia judicial en los procesos políticos fue Jérôme Lindon, un hombre imprescindible para la literatura de ese país durante la segunda mitad del siglo XX. En España, Herralde consideró que valía la pena enfrentar la censura franquista para publicar la traducción del libro al castellano. Así lo explicó en el posfacio que escribió para la edición de 2008: envió al ministerio encargado de “controlar las obras” el libro ya editado.
La norma establecía que debía esperar un día por cada 50 páginas del libro. Si la policía o guardia civil no lo decomisaba, podía enviarlo a las librerías. “Pasamos los tres angustiosos días (el libro tenía 128 páginas) pendientes de la previsible llegada de las fuerzas de la ley y el orden, pero inexplicablemente nada sucedió, y el libro tuvo su (modesta) circulación legal”.