Coordinados por el INADI y el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad social, diversos organismos públicos trabajaron en la elaboración de una Guía de Términos Inclusiva para capacitar en el uso de un lenguaje sin estigmatizaciones en sexualidad, género, identidad y salud. En el material, se explica que “el lenguaje es el principal productor de significaciones”.
La Guía de Términos Inclusiva es un material pensado para capacitar a organismos del Estado sobre la importancia de un lenguaje sin estigmatizaciones en sexualidad, género, identidad y salud. “Al hablar de diversidad sexual, reconocemos que las sexualidades, junto con el género y la corporalidad, no son realidades meramente biológicas y estáticas, sino que varían en función de la historia y de la sociedad”, dice el manual que se presentó la última semana. El “Grupo de organismos del Estado para la protección y promoción de Derechos de la población LGBTI” está conformado por más de veinte ministerios y entidades de la cartera pública.
“La Guía Inclusiva es el resultado de un trabajo conjunto entre diversos organismos del Estado nacional, coordinado por el INADI y el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, uno de los ministerios con los que se planifican y ejecutan, de manera articulada y permanente, políticas de promoción y garantía de los derechos humanos de las personas del colectivo LGTBI. Así, se pudo elaborar esta Guía de Términos Inclusiva, que nos permite dar cuenta de los principales conceptos que visibilizan al colectivo y utilizar correctamente el lenguaje, con un discurso inclusivo y no discriminatorio”, dijo a Infojus Noticias Pedro Mouratian, interventor del Instituto Nacional Contra la Discriminación la Xenofobia y el Racismo (INADI).
Un cambio cultural
El espíritu de la guía es animar la utilización de un lenguaje inclusivo y entiende que “disputar en el campo simbólico y discursivo es central para el cambio cultural que debe acompañar ineludiblemente los avances legislativos”. Mouratian explicó que “la Guía está dirigida especialmente a las áreas de comunicación de instituciones y entidades públicas y privadas. El documento incluye una descripción de conceptos centrales, fechas y símbolos importantes para el colectivo, además de una síntesis del marco jurídico nacional”.
Hombres y mujeres trans, gays, lesbianas, intersex, travestis, bisexuales y queers. No da lo mismo. Y que los organismos comprendan la diferencia es una instancia para que se replique en la sociedad. Explica la Guía: “El sexo, el género y la sexualidad no son cuestiones dadas, ni mucho menos naturales, sino construcciones sociales y culturales y en cada persona se presentan y expresan de una manera singular. Así, cada sociedad y cada cultura establecen una manera particular de vivir y expresar la sexualidad. Para comprender estas distintas maneras de vivir la sexualidad es necesario entender las pautas propias de la cultura y las trayectorias personales”.
El poder del lenguaje
“Para una comunicación respetuosa e inclusiva, es fundamental utilizar un lenguaje no sexista y evitar el uso de estereotipos y prejuicios que reproduzcan relaciones de subordinación o dominación entre los géneros”, dice la Guía y llama a evitar palabras el lugar común: “Debemos tomar conciencia sobre nuestro uso del lenguaje, puesto que lo que no se nombra no existe y, por tanto, en la medida en que el lenguaje representa y co-construye el mundo en que vivimos, puede ser tanto reproductor de estereotipos como una herramienta de cambio, un instrumento fundamental para la construcción de una sociedad igualitaria”.
El material entiende que “el lenguaje es el principal productor de significaciones: tiene la capacidad tanto de eliminar prejuicios y estereotipos, como de reproducirlos y reforzarlos, de otorgar existencia o invisibilizar. Es imprescindible tomar conciencia de que con él se representa el mundo en que vivimos, resultando un instrumento fundamental para la construcción de una sociedad igualitaria”.
En la presentación de la Guía, la semana pasada, el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, recordó la primera marcha del orgullo de 1992 –en la que “se juntaron 200 personas, algunas con la cara tapada, todas con mucho miedo”– y celebró “esta explosión de los últimos años donde se reunieron 150 mil personas felices, contentas, realmente orgullosas, reconocidas, visibilizadas, con derechos”.
MM/LL