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Infojus Noticias

10-11-2013|9:58|Trata Nacionales
Narrar las experiencias de las víctimas de este delito

“En la trata todos los derechos se ven vulnerados”

La periodista Fernanda Balatti acaba de publicar “Vivir para juzgarlos”. El libro se basa en el relato de víctimas de trata, que sobrevivieron y enfrentaron a sus victimarios en la Justicia. Las historias que aparecen son las de las víctimas que pudieron poner un punto final a la situación: se escaparon o fueron rescatadas", dice Balatti.

  • "Estamos en una etapa de aprendizaje porque la ley es nueva", señala Balatti. Majo Malvares.
Por: María Florencia Alcaraz

La periodista Fernanda Balatti convivió durante dieciséis años en contacto directo y urgente con la información periodística. Trabajaba en una agencia de noticias cubriendo los juicios más resonantes del fuero federal y marcando cuerpo a cuerpo los movimientos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. En 2008, puso una pausa a esa vorágine y se dedicó a trabajar de manera freelance. Al mismo tiempo, la convocaron para trabajar en la Unidad de Información Financiera (UIF). Su tarea era sistematizar la información sobre el lavado de dinero proveniente de la trata de personas. Fue ahí cuando  se empezó a gestar “Vivir para juzgarlos” (Planeta), su primer libro, que se presenta oficialmente en un mes. Es un abordaje explicativo sobre el delito de trata de personas a partir del relato y experiencias de quienes sobrevivieron para enfrentar a sus victimarios, en los tribunales de la Argentina y del mundo.

-¿Cómo surge la idea de publicar este libro?

-Siempre trabajé en redacciones con temas de Justicia. En 2008 me fui de la agencia de noticias en la que trabajaba. Ahí me llamaron de la UIF para organizar el área de comunicación pero terminé haciendo un trabajo más técnico. Estaba funcionando un equipo en el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) que estaba relevando formas de lavado de dinero proveniente de la trata. Necesitaban una persona que hablara bien inglés y que tuviese trato con los expedientes judiciales. Por mi trabajo como periodista, yo cumplía esos dos requisitos. Entonces me sumé para relevar qué había pasado con los fondos del delito en los casos los casos que ya tenían condena. Ahí me empecé a interesar en el delito de trata y surgió la posibilidad de escribir el libro.

-¿Quiénes son los protagonistas? ¿Cómo llegaste hasta ellos?

-Mi corpus, en el libro, fueron los expedientes judiciales. Las historias que aparecen son las de las víctimas que pudieron poner un punto final a la situación: se escaparon o fueron rescatadas. Estas personas configuran una clase particular de víctima porque en el mundo no sabemos cuántas son víctimas en este momento. La mayoría continúa siendo víctima de explotación. Es bastante complejo que lleguen a travesar un juicio, hacer la denuncia, reunir las pruebas y sostener el proceso. Tienen que pasar muchas instancias de lucha para que una persona sea juzgada. Y no todas las víctimas están en condiciones por sus recursos internos y externos, que tienen que ver con múltiples variables como lo económico, el tiempo, el lugar en el que nacieron. Hay distintas cuestiones que condicionan el acceso a la Justicia, por más que las leyes y los tribunales estén. Hasta existen víctimas que por problemas lingüísticos no pueden denunciar  porque son de una minoría étnica, hablan otra lengua y cuando van a hacer la denuncia y no se la toman

-¿Qué es lo que más le llamó la atención de las historias que encontraste a partir de las lecturas de los expedientes?

-Hay algo que siempre que puedo lo destaco y es el valor de las acciones humanas. Hay muchas víctimas que fueron rescatadas porque un taxista que llevaba mujeres a un lugar denunció, un cliente que fue a un prostíbulo denunció o alguien que vio niños explotados en un campo avisó al Ministerio de Trabajo. Son increíbles las pequeñas acciones de las personas que pueden salvarle la vida a mucha gente

-¿Cómo fue la selección de los casos?

-Elegí historias por las particularidades de cada caso, pero en general son las de personas que lograron llevar a juicio a sus victimarios. Hay un caso de Córdoba, que me llamó mucho la atención, que aborda la trata para matrimonios compulsivos. Obligaban a casarse a chicas dominicanas. Había hombres que les pagaron 2.000 para casarse con una chica.

-¿Cuál era el objetivo de esos casamientos?

-No queda claro si era para regularizar la situación migratoria o para qué. Hay muchas cosas que encontré en los expedientes que no tienen lógica –y esto me pasó en muchos casos-. Algo curioso: una pareja de esos matrimonios terminaron juntos. Hay un caso que también me impactó que es el de de una mamá de Misiones que vendió a sus hijas para prostitución en Pablo Podestá, en Buenos Aires. Su hija mayor tenía 15 años. La trajo engañada con que iba a cuidar a un niño pero cuando llegó la llevaron al prostíbulo. Ahí entró en crisis, el dueño del lugar la tomó como su amante y la puso a trabajar en su bar. La chica juntó propina y se escapó. Después terminó contando todo a la Justicia.

-Si bien el delito de la trata es añejo, recién desde 2008 hay una ley que tipificó el delito y lo conceptualizó; ¿cómo es el abordaje periodístico del tema?

-Hay principalmente dos maneras de abordarlo. Se puede hacer desde el punto de vista del delito, algo más criminalístico, que tiene que ver con el ordenamiento jurídico, la delincuencia organizada. Es una perspectiva más criminal. Ahí se pone a la víctima como parte de todo ese circuito. Otra forma, y es la que elijo, es abordarlo desde la perspectiva de los derechos humanos porque es una violación a los derechos humanos: la vida, la salud, la libertad, el derecho a la vivienda, la posibilidad de estudiar. Casi todos los derechos se ven vulnerados en lo que es la trata. Pero principalmente la dignidad, que es el artículo número uno de la Declaración Internacional por los Derechos Humanos y la base de todo el sistema que es la dignidad intrínseca de cada persona.

Otro tema fundamental, que deberían abordar las publicaciones periodísticas, es intentar desnaturalizar cosas que están aceptadas culturalmente. Pero esto excede a lo periodístico y tiene que ver con el cotidiano ¿En cuántas redacciones los compañeros hablan libremente de ir a los prostíbulos?

Hay que desnaturalizar los preconceptos. Por ejemplo, en la trata laboral entran en juego un montón de creencias que tienen que ver con prejuicios, por ejemplo, con los migrantes se dice “Bueno, en su país están peor”.

Rechazo que se aborde el tema dentro de la sección policial. Es algo que tiene que ver con los derechos humanos, pero se pone en la misma categoría que el narcotráfico o el robo. No hay periodistas que hagan abordaje de la noticia desde la perspectiva de derechos humanos. En la cobertura no se llega a ver a la persona explotada, se pierde. La sociedad no se sensibiliza cuando se dice “Se allanó un prostíbulo”. No se logra un registro claro de lo que pasa con esta gente que está en situación de explotación.

-En el abordaje de estos temas siempre sobrevuela el fantasma de la revictimización ¿Qué opinás del tratamiento periodístico con las víctimas de este delito?

-Esto depende mucho de las personas. Narrar las experiencias es una forma de generar cierto compromiso con el otro, evitar que las cosas se repitan y también es, muchas veces, reparatorio para la propia víctima. Pero son ellas quienes tienen que decidir hablar. Exponer a la víctima es algo que debería hacerse con mucho cuidado.

-Y la Justicia, ¿está preparada para escuchar a las víctimas de trata?

-Estamos en una etapa de aprendizaje porque la ley es nueva. El Poder judicial no está aislado, está permeado por nuestros propios discursos y prácticas. En el caso Marita Verón hubo víctimas a las que no se les creyó porque se les pedían precisiones de datos, colores, ropa muebles que es muy difícil que uno recuerde en una situación tan traumática, en lugares que muchas veces no hay luz natural. En este caso se puso en evidencia que es violento para las víctimas declarar delante de sus victimarios. El Tribunal no tomó recaudos y el caso sirvió para demostrar que los procesos judiciales no se pueden llevar de igual manera que otros juicios.  La víctima de trata no es la víctima de un acontecimiento en particular, es un delito que tiene algo continuo.

-El capítulo dedicado al caso Marita Verón se llama “la ausencia perturbadora”. Más allá de lo obvio, ¿en qué perturba su figura?

-La imagen y el nombre de todo lo que representa Marita es una luz roja que está advirtiendo que acá pasa algo. Susana Trimarco puso en evidencia que no es natural que aquí haya prostíbulos y personas explotadas. Que no es natural que las personas desaparezcan. Trimarco es como uno de esos reflectores de los teatros que puso el foco sobre algo que ya estaba. No es que lo trajo ella, pero puso el foco ahí. Además este caso es artífice de la legislación porque a partir de Trimarco como figura aparece la ley. Cuando llega el momento de juicio y la absolución se motoriza el tema de la reforma de la ley de trata.

“Vivir para juzgarlos”, editado por Editorial Planeta, se presentará el 5 de diciembre a las 18 en la Casa del Bicentenario. Además de la autora, estará presente el abogado Víctor Abramovich, comisionado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) entre 2006 y 2009, que escribió el prólogo del libro.  Balatti hoy está alejada de las redacciones, feliz con la decisión de optar por otro tipo de trabajo, pero asegura que su sueño es “vivir escribiendo libros”.

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