Ayer declaró uno de los testigos más esperados por la defensa. Según el ex fiscal del Juicio a las Juntas, Hooft era el único con "los atributos masculinos que debe tener un juez penal, en esos momentos”.
El ex fiscal del Juicio a las Juntas Militares Julio César Strassera defendió ayer el rol del juez Pedro Hooft en la tramitación de hábeas corpus durante la última dictadura cívico-militar. “Era el único que tenía los atributos masculinos que debe tener un juez penal, en esos momentos”, subrayó Strassera, uno de los testigos más esperados por la defensa del magistrado. Hooft se encuentra suspendido en sus funciones y podría ser destituido por el jury que se desarrolla en La Plata, en el Salón de Acuerdos de la Suprema Corte bonaerense. Está acusado de brindar una suerte de “zona liberada” judicial para el secuestro de más de una docena de personas durante el operativo represivo denominado la “Noche de las corbatas”. Fue la primera audiencia en la que el magistrado no estuvo presente. La semana pasada sufrió una “fuerte descompensación” que le impide continuar asistiendo al desarrollo del juicio.
“(Jorge) Candeloro fue uno de los casos emblemáticos", dijo Strassera al detallar una audiencia del juicio a los comandantes en 1985. "Declaró Marta García de Candeloro. Recuerdo muy bien su testimonio. Fue una declaración muy larga. Individualizó por sus apodos a casi todos los represores. En ningún momento dijo haber visto al doctor Hooft en la comisaría o haber oído su voz. Era algo muy importante como para no decirlo, era determinante”, indicó el exfiscal. Sobre esta base, el abogado que encabeza la defensa de Hooft, Héctor Granillo Fernández, insistió con la pregunta sobre la duración de la declaración de la viuda de Candeloro, que sobrevivió a seis meses de secuestro, entre el centro clandestino de detención conocido como La Cueva y la comisaría 4ta. de Mar del Plata. “Más de dos horas, pienso yo”, respondió Strassera.
Marta García había declarado en este jury a Hooft en la quinta jornada. Lo hizo durante casi cinco horas y reiteró que el juez había ignorado su pedido de ayuda en la visita a la comisaría. García volvió a citar la documentación de la que había hablado en la declaración que hizo ante la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas (Conadep) en 1984, cuando denunció por primera vez la conducta del magistrado marplatense. También mencionó ante el tribunal que ahora lo juzga que un año después, en el Juicio a las Juntas, no habló sobre esa visita de Hooft porque no era el objeto del proceso. Sin embargo, en aquel momento sí incorporó a través del fiscal Strassera la respuesta del Ejército a Hooft donde decía que habían matado a Candeloro. Así lo detallan dos diarios, La Voz y La Razón, del 12 de junio de 1985. Esa respuesta fue archivada por Hooft sin pedir el envío del cuerpo y sin notificar a la familia de la víctima, que había presentado un hábeas corpus por él y por Marta García.
Uno de los puntos de la declaración de Strassera que generó más inquietud es que el ex fiscal dijo haber visto el expediente original por el caso Candeoloro tramitado por el juez Hooft. Ese expediente fue encontrado recién en 2007, durante una inspección de la Secretaría de Derechos Humanos bonaerense. Hasta ese momento estaba “extraviado”, según los libros del juzgado.
Además del ex fiscal, Juan Antonio Portessi, Guillermo San Martín, Luis Nolfi, Eduardo Pena y Elías Laborde hablaron ayer en el mismo sentido: marcaron el buen concepto de Hooft y aseguraron que se interesaba mucho por las causas de derechos humanos. Al salir de la audiencia, en diálogo con la prensa, Strassera aportó a la idea que sostiene la defensa de Hooft de que existe una persecución política contra el magistrado suspendido: “Yo no sé quién la armó, pero de que es una causa inventada no tengo ninguna duda”.
Sin embargo, la acusación contra Hooft quedó registrada por primera ante la Conadep hace casi 30 años. En el último párrafo de su declaración, en el Legajo 7305 de la comisión, Marta García dijo: “Mientras estuve detenida en la 4ta. el juez Pedro Hofft hacía sus visitas habituales, cuando llegaba a la celda donde me encontraba y le informan que había una persona a disposición de las Fuerzas Armadas, se retiraba”.