Jorge Castro Rubel hace tres meses recuperó su identidad. Hoy declaró en la causa que investiga los crimenes cometidos en la ESMA, el centro clandestino donde su madre dio a luz. El nieto 116, hijo de Ana Rubel y Horacio Castro, secuestrados en enero de 1977, en Villa Crespo.
Jorge Castro Rubel es el último nieto recuperado por la organización Abuelas de Plaza de Mayo, el número 116, y hoy dio su testimonio ante la Justicia. Fue durante una nueva audiencia del juicio oral y público por los crímenes cometidos en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). En esa megacausa el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 5 juzga a 63 acusados por 789 hechos, entre ellos, el caso de los padres de Jorge, quien conoció su verdadera identidad hace tres meses. Sobre el final de su declaración, que se extendió por media hora, Jorge resaltó “el malestar e indignación que a mí me genera haber nacido en un lugar tan paupérrimo, tan contrario a la dignidad humana. Lugar que tuve la oportunidad de conocer”. Tras su testimonio declaró Julio Alberto Poch, uno de los imputados en la causa.
Alto, delgado y vestido con una camisa escocesa, Castro Rubel contó cómo el 14 de agosto (pocos días después de la restitución de Guido Carlotto, nieto de la titular de Abuelas de Plaza de Mayo) se reunió con una familiar. “Ella me informa que yo no era hijo biológico de mis padres, las personas que me habían criado”, contó hoy. Hasta entonces él no había sospechado que podía no ser hijo biológico del matrimonio que lo crió.
Poco después Jorge, que es sociólogo, trabaja como investigador en el Conicet, está casado y tiene dos hijos chiquitos, fue a ver “a mis padres de crianza y les pido si me confirman plenamente esta realidad”, contó. Ellos le confirmaron que no era su hijo biológico.
Jorge es hijo de Ana Rubel y Hugo Alberto Castro, dos militantes de las FAL que fueron secuestrados entre el 16 y el 17 de enero de 1977, en Villa Crespo. Ana estaba embarazada de dos meses. Tuvo un parto prematuro en la ESMA, donde dio a luz un varón. “Recién se cumplieron tres meses de esta información. No resulta para nada sencillo”, dijo Jorge sobre el momento en que recuperó la identidad. Su declaración terminó con un aplauso cerrado del público en la sala.
Castro contó que el hombre que creyó su padre biológico durante 37 años era un médico pediatra endocrinólogo que trabajó durante varias décadas en la ex Casa Cuna y hacía guardias los días miércoles. “En una de esas guardias se presentan dos hombres con un bebe en muy malas condiciones”. Sin dar mayores precisiones sobre ese bebé cianótico y con bajo peso, los hombres lo dejaron y se fueron. Como nadie lo reclamó, el médico lo inscribió como propio y lo crió.
Pasos hacia una identidad
De hablar claro, pausado y muy determinado, Jorge agregó que después de intentar “asimilar” la noticia que le dio su familiar y ante la certeza de que no era biológico del matrimonio que lo había criado, fue a la sede de Abuelas de Plaza de Mayo. Los datos apócrifos en su partida de nacimiento confirmaron la posibilidad de que él podía ser hijo de desaparecidos.
El 11 de noviembre se hizo los análisis de ADN y el 4 de diciembre recibió un llamado de la titular de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI), Claudia Carlotto. “Me llamó informándome que había dado positivo”, recordó. “Le pregunté a cuál era la familia que había correspondido y me dice que era Castro Rubel”, agregó.
Después de esa conversación fue a la sede Abuelas, donde le entregan dos fotografías. Bajó la vista, las levantó del escritorio que tenía delante y se las mostró a todos los presentes. Una en cada mano, la de su mamá, y la de su papá. En blanco y negro se vieron las fotografías de esa pareja de militantes de la FAL. Parte de su historia la conoció Jorge esa tarde en que fue a la sede Abuelas. “Me contaron brevemente su historia, qué familiares tenía con vida”, relató. También le explicaron que sus abuelos ya no vivían y que él “había nacido en el sótano de la ESMA”.
En ese contexto supo que también estaba allí “una persona que había presenciado el parto. Él quiso conocerla. Era Alicia Millia, quien junto a Sara Solarz de Osatinsky, otra sobreviviente de la ESMA, habían asistido a Ana durante el trabajo de parto. “Ella estaba muy emocionada, al igual que yo”, relató Jorge.
“El hijo nació sietemesino: tenía dos kilos, era varón y dos días después ella gritaba, preguntaba, quería saber y trajeron una incubadora para la criatura, pusieron al chiquito y ella me pedía por favor que mirara si tenía todos los dedos, los piecitos, si tenía alguna característica particular, y dos días después fueron trasladados”, declaró en el juicio por el plan sistemático de apropiación de bebés Solarz de Osatinsky.
Un verano de recuerdos
En los tres meses que pasaron desde el momento en que conoció su identidad hasta hoy, Jorge entabló vínculos con sus familias de origen y sumó relatos de sus padres. “Mi madre era de Resistencia (Chaco), donde se crio y estudió economía, hasta tercer año”, detalló. Y explicó cómo a instancia de un tío, asesinado en 1974, ella llegó a Buenos Aires. También habló de su papá, “era de la zona de La Lucila –en Buenos Aires-, estudió en el Otto Krause, se recibió y trabajó como maestro mayor de obras”, dijo y agregó que también “tuvo actividad sindical en la fábrica Ford de Pacheco”. Jorge también supo que sus padres integraban las filas de la FAL y que se conocieron militando.
En estos meses también fue hasta la puerta de Camargo 288, en pleno barrio porteño de Villa Crespo, donde vivían sus padres. “Colocamos una placa con sus compañeros de militancia. Ella fue secuestrada ahí”, dijo. En ese verano de 1977 Ana estaba cursando su segundo mes de embarazo. De allí fue trasladada a la ESMA, donde tuvo su parto, en una fecha que no se puede precisar a fines de 1976. Hoy Jorge contó que Jorge Magnaco cubrió el parto de su madre.
Cuando terminó su testimonio, Jorge reforzó la sensación que le genera haber nacido donde lo hizo y las condiciones en que su mamá y otras compañeras debieron llevar adelante sus embarazos y partos. Cuando terminó y se levantó se escuchó el aplauso cerrado del público y los militantes de derechos humanos que fueron a verlo contar su historia.
El juicio ESMA III
En Esma III, además del caso de Ana, también se investigan los de María Teresa Ravignani Larrague; Beatriz Carbonell de Pérez Weiss; Horacio Pérez Weiss; César Amado Lugones; María Marta Vázquez Ocampo de Lugones; Ricardo Hugo Darío Manuele; Eduardo Suárez; Patricia Villa de Suárez; Inés Adriana Cobo; Mariel Ferrari; Hugo Alberto Castro; María del Carmen Moyano de Poblete; Poblete Moyano (hija de María del Carmen Moyano); María Hilda Pérez de Donda; Victoria Donda Pérez; Ricardo Carpintero Lobo; Adriana Gatti; María Graciela Tauro de Rochistein; Ezequiel Rochistein Tauro; Felisa Violeta María Wagner de Galli; Patricia Teresa Flynn de Galli; Marianela Galli; Mario Guillermo Enrique Galli; Juan Pegoraro; Susana Beatriz Pegoraro; Evelyn Bauer Pegoraro; Cecilia Marina Viñas de Penino; Javier Gonzalo Penino Viñas; María José Rapela de Mangone; José Héctor Mangone; Susana Beatriz Siver de Reinhold; Laura Reinhold Siver; Marcelo Carlos Reinhold; Edgardo Patricio Moyano; Patricia Elizabeth Marcuzzo; Sebastián Rosenfeld Marcuzzo; Alicia Elena Alfonsín de Cabandié; Juan Cabandié; Liliana Carmen Pereyra; Federico Cagnola Pereyra; Liliana Clelia Fontana Deharbe; Pedro Sandoval Fontana; Elba Altamirano de Moyano; José Manuel Pérez Rojo; Patricia Julia Roisinblit de Pérez Rojo; Guillermo Rodolfo Pérez Roisinblit; Orlando Antonio Ruiz; Silvia Beatriz María Dameri; Carla Silvana Ruiz Dameri; Marcelo Mariano Ruiz Dameri, y María de las Victorias Ruiz Dameri".
Entre los imputados están Jorge Eduardo Acosta, Adolfo Miguel Donda, Carlos Octavio Capdevila, Juan Alemann, Antonio Pernías, Ricardo Miguel Cavallo, Alfredo Astiz, Antonio Vañek, Juan Antonio Azic, Jorge Luis Magnacco, Juan Carlos Rolón, Carlos Guillermo Suárez Mason, Rubén Oscar Franco y Julio Alberto Poch, entre otros.