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Infojus Noticias

4-3-2014|14:08|Homicidio Nacionales
Crónica de una noche de muerte y bronca

“No me dejen morir que tengo un hijo”

Fueron las últimas palabras que dijo Gonzalo Crespo, asesinado de cinco tiros por el policía Javier Almirón en el barrio Mitre, en Saavedra. Los vecinos aseguran que Gonzalo fue acribillado a quemarropa. “Lo mató como un perro”, dijo una testigo. La abogada de la familia de Gonzalo dijo que solicitará a la Justicia que investigue a la cúpula de la comisaría 49ª.

  • Gonzalo Crespo fue velado el domingo. Fotos: Fernando Carrera y Télam.
Por: Ana Soffietto

Los vecinos que vieron cómo el cabo Javier Almirón mataba a tiros a Gonzalo Crespo (23 años), no lo podían creer. Saben que la policía no los quiere, pero esto era demasiado. Gonzalo estaba en pareja hace dos años con Fiama Campos (22 años) y juntos tenían un hijo de seis meses, Máximo León. Todos los vecinos repiten lo mismo: que Gonzalo era un bonachón, que no tenía problemas con nadie, todos lo querían. Que nada justifica que lo hayan asesinado así.

La abogada de la familia de Gonzalo dijo que solicitará a la Justicia que investigue a la cúpula de la comisaría 49ª. Considera que se trató de un caso de "gatillo fácil".

Según Karina, una vecina del barrio, Gonzalo venía caminando por Estomba hacia la canchita donde había chicos jugando y dos micros de la murga “Los Goyeneche”, de barrio Mitre, que estaban por partir. Un patrullero lo cruzó y de allí bajó el cabo Javier Almirón.

-¡Alto, la policía!-ordenó Almirón.

Pero Gonzalo no paró y el cabo disparó. Lo dejó tambaleando.

-¡Pará que tengo un hijo!- gritó desesperado y se arrastró como pudo unos metros, bordeando el enrejado de la canchita de fútbol.

Gonzalo cayó al piso. Almirón se acercó y lo dio vuelta. Gonzalo apenas respiraba y le corría sangre por la boca. El cabo le revisó los bolsillos. Sacó algo de plata, un teléfono celular.

-No me dejen morir que tengo un hijo-insistía Gonzalo.

-¡Eh! ¿Qué hacés? ¿Encima que lo cagás a tiros le querés robar?-gritó una chica, desesperada, sin poder terminar de entender qué estaba pasando.

-Tomátela, negra de mierda. Andáte por el barrio que ahí vamos a matar a todos –le respondió Almirón y remató a Gonzalo.

Karina y el resto de los vecinos que estaban ahí vieron cómo el cabo Almirón se pegaba después un tiro en la rodilla y escapaba. “A Gonzalo lo mató como a un perro, el pibe no tenía con qué defenderse. Esto es abuso policial de acá a la China. El policía mismo se podría haber matado, un loco, un animal”, contó Karina.

Según la autopsia, Crespo recibió cinco balazos de frente: tres en el cuello y dos en el tórax.

El policía sigue demorado

Almirón trabaja en la comisaría 49ª de la Policía Federal. Desde ayer quedó demorado, imputado por homicidio. Sigue internado en el Hospital Churruca, por los dos disparos que tiene. Sería indagado en las próximas horas.

Lo que pasó antes de que Gonzalo y el cabo Almirón se encontraran sigue siendo confuso.

Apenas hacía quince días que Gonzalo y Fiama se habían mudado a su nueva casa con su hijo Máximo. Con ayuda de familiares y ahorros, la construyeron arriba de la casa de los padres de Fiama en el barrio Mitre. Habían pintado las paredes de naranja. Estaban contentos.

-Tía, venite que quiero que conozcas la casa- le dijo Fiama a Romina el jueves a la tardecita.

-Hoy estoy muerta, pero mañana voy.

El viernes a la noche se juntaron a cenar. Charlaron. Gonzalo no se despegaba de su hijo. Cerca de las once, Romina le pidió a Gonzalo que la llevara a su casa en moto, que se había comprado para conseguir algún trabajo más. Media hora después estaban en Congreso y Vidal. Se quedaron charlando un ratito más en la puerta. A Gonzalo le sonó el celular. Era un amigo que también quería conocer la casa. Esa fue la última vez que Romina lo vio con vida.

Hipótesis de un crimen

Hay chicos que tienen miedo de entrar al barrio –dijo Karina luego, con la mirada en seco-. Una posibilidad es que Gonza le haya dicho al amigo que lo quería visitar que lo esperaba en la esquina de la canchita para acompañarlo. Y luego agregó: “O quizá solo tardó en sacar su documento, tiene un problema en la mano, casi que ni la podía usar”.

Fuentes policiales, sin embargo, explicaron que un patrullero de la comisaría 35 había encontrado a Gonzalo y un joven más en un intento de robo. Por su parte, la fiscal del caso Cristina Caamaño recogió dos versiones acerca de lo que motivó el enfrentamiento. Una es que los jóvenes venían caminando en “estado sospechoso”: se daban vuelta, miraban nerviosos. Otros dicen que primero hubo un llamado que alertó al patrullero.

Según fuentes judiciales y fiscales, Gonzalo intentó escapar y el patrullero comenzó a perseguirlo. Su compañero habría escapado. Según la información que recibió la fiscal, el cabo Almirón vio esta persecución y como se estaban acercando a su jurisdicción, que es la de la comisaría 49, no dudó en bajarse y detener a Gonzalo. Tanto Gonzalo como el policía habrían disparado en el enfrentamiento.

En el lugar del hecho, se encontró una Glock calibre 40, una pistola calibre 9 milímetros del policía y una vaina, ya en manos de Gendarmería nacional para realizar las pericias. Según la fiscal, el cabo Almirón recibió un tiro con entrada y salida en la pierna y otro en la rodilla. Está detenido e internado en el hospital Churruca.

Amigos de Gonzalo no descartan que hubiera estado robando, pero todos los vecinos del barrio repiten lo mismo: a Gonzalo lo asesinaron.

Almirón escapó mientras el cuerpo de Gonzalo yacía en un charco de sangre. Los vecinos corrieron en su ayuda. Apareció un patrullero. La bronca explotó entre los amigos de Gonzalo. Claudia pidió a un oficial que llamara a una ambulancia. “Me tomaban para la joda”, recordó luego. Algunos vecinos trataron de calmar a los más jóvenes.

-¡Vamos a matar a la policía!-arengaban los chicos.

En diagonal a la esquina de Estomba y Correa donde ellos estaban, hay un edificio de militares. Los amigos de Gonzalo contaron que desde allí comenzaron a tirarles tiros. Desde otra torre, les gritaron:

-¡Negros de mierda, váyanse!

Minutos después llegó la ambulancia, pero la policía no quería dejarla pasar. Los vecinos que el cuerpo de Gonzalo estuvo tirado una hora hasta que ellos mismos pudieron llevarlo al Hospital Pirovano. Fuentes policiales, en cambio, habían señalado que los mismos vecinos no querían que ellos levantaran el cuerpo.

Cerca de la una de la mañana, los vecinos de Huidobro y Naón se alarmaron. Muchos escucharon el tiroteo, pero nunca imaginaron la batalla entre vecinos del barrio Mitre y policías que luego verían desde sus ventanas.

-¡Vamos a quemar a la policía!

-¡Agarren los fierros, pongan huevo!

Desde sus casas vieron decenas de personas, muchas encapuchadas, golpeando con palos los frentes de las casas y corriendo a la policía. Algunos tiraban nafta en los autos estacionados y las garitas tanto de la policía como de la propia seguridad de los edificios. Otros lanzaban bombas molotov hechas con botellas de cerveza. La policía se replegaba. Un camión de bomberos llegó a los minutos y cuando vio el escenario, pasó de largo. La policía se plantó a dos cuadras a la redonda. Algunos vecinos de Huidobro con miedo de que entraran a sus departamentos bajaron a sus puertas. Según la fiscal a cargo del caso, Graciela Caamaño, prendieron fuego 16 autos y cinco patrulleros, y dos garitas de la Policía Metropolitana fueron destruidas.

La corrida se desplazó en varias direcciones. Para el lado del shopping DOT, por la calle Melián, los vecinos del barrio avanzaron, pero la policía no los dejó pasar. Allí prendieron fuego un refugio policial. Hoy es todo cenizas y vidrios rotos.

Según relató Claudia, los más jóvenes se ensañaron con la casa de las Madres en lucha contra el paco. Rompieron todos los vidrios de la ventana y arrancaron los carteles. Algunos entraron y se robaron las computadoras. Una de las madres recibió una amenaza. Luego la prendieron fuego. Algunos vecinos salieron a defender el lugar y a controlar el incendio:

-Loco, si acá dan clases de apoyo-gritaban.

-¿Cómo se van a llevar la heladera?-apuró otro.

Hasta septiembre del año pasado, ese lugar era el centro de operaciones de la familia Gómez para vender cocaína y paco, guardar armas y servir de aguantadero. Cuando el juez federal Sergio Torres detuvo a su líder José “Cote” Gómez y a su hermana, la casa fue entregada a las Madres contra el paco para enfrentar la droga en el barrio. Desde entonces, dos policías custodiaban el interior del lugar.

Según un allegado a las Madres, ese viernes por la tarde, una las hermanas Gómez que aún vive en el barrio se había acercado al lugar. Allí estaban dando una charla. La joven empezó a tirarles piedras desde afuera.

-¡Devuelvan la casa!-gritaba.

“Los narcos aprovecharon para enfrentarse con la policía y recuperar la casa. Ahora está lleno de actividades de recuperación con un patrullero todos los días, que no les es funcional. El tema es quién manda: si las organizaciones sociales o los narcos”, sugirió luego un allegado a la Madres.

La tía de Fiama indicó más tarde que ella mismo vio cómo los Gómez aprovecharon para saquear la casa. “Hasta la tapa del inodoro se llevaron. Y estamos hablando de los Gómez”, señaló.

Aún así, todos los vecinos del barrio Mitre están de acuerdo que si fueron a esa casa fue por los policías. De hecho, muchos comentaron que ya estaban molestos desde antes de que mataran a Gonzalo: no entienden por qué tienen que tener policía en el barrio. “Si en el barrio hay gente respetada, ¿por qué hay policías?”, se quejó la tía de Fiama. Algunos incluso dicen que habrían visto a Almirón custodiando la casa esa tarde. Pero todos insistieron después que la bronca y violencia fue por cómo la policía mató a Gonzalo. “La quema de autos fue para que la policía tenga problemas, no por la gente”, explicó un vecino más tarde.

Una mujer mira el lugar donde mataron a Gonzalo. El charco de sangre sigue ahí, señalando lo que no debería haber ocurrido. Ramos de flores cuelgan de la reja de la canchita. En el que dejó Fiama dice: “Amor de mi vida, te echo tanto de menos. Siempre presente en nuestro corazón”.

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