Lo dijo un bombero en el cuartel de Vuelta de Rocha, donde iban a velar a Facundo Ambrosi. El joven murió ayer por las heridas que tuvo en el derrumbe del depósito de Iron Mountain. Es la décima víctima del incendio. El dolor de su familia y sus compañeros.
“Facundo salvó vidas en vida. Ahora también lo hace después de muerto”, dijo a Infojus Noticias un hombre mayor que prefirió no dar su nombre. Emocionado, en los alrededores del cuartel de Vuelta de Rocha, en La Boca, resumió el cariño y la admiración que todos tenían por Facundo Ambrosi, el bombero voluntario de 25 años que ayer se convirtió en la décima víctima fatal del incendio del depósito de la empresa Iron Mountain. El vecino hacía referencia a que Facundo había decidido ser donante de órganos.
El joven murió ayer a las 15 de ayer por una complicación de las múltiples fracturas que sufrió el miércoles 5 de febrero, cuando se desplomó una de las paredes del depósito en Barracas. La decisión de donar sus órganos la había tomado hace un tiempo junto a su hermano Rodrigo, también bombero. En el incendio también perdió la vida Sebastián Campos, bombero del mismo cuartel y gran amigo desde chico de Facundo.
“Somos bomberos, somos solidarios. La vida de Facu está dando vida”, dijo en la puerta del cuartel Antonio Sette, presidente de los Bomberos Voluntarios Vuelta de Rocha. Sette habló ante los medios junto a Nora Fernández, la mamá de Facundo y también miembro del cuerpo de bomberos. Atravesada por el dolor, la mujer miraba al suelo y en su mano tenía un rosario de cuentas negras del que pendía una cruz. Hace exactamente un año, estuvo en ese lugar velando a su marido, Ricardo, jefe de los bomberos, que murió tras una enfermedad.
Antonio Sette, presidente de Bomberos Voluntarios Vuelta de Rocha, y Nora, la mamá de Facundo (Fotos: Majo Malvares).
En la calle Garibaldi, entre California y Cerri, donde está la construcción de dos pisos, se mantiene desde ayer una vigilia. Para media mañana de hoy estaba previsto el velatorio de Facundo y por eso empezaron a llegar amigos, vecinos y familiares. Todos hablaban bajo y se apoyaban en las paredes de las casas de la cuadra.
Después de las 10 comenzaron a llegar uno a uno los vehículos de los bomberos voluntarios de diferentes localidades: Sarandí, Villa Domínico, Dock Sud, La Matanza, Hurlingham, Lanús, Florencio Varela, Berisso, Wilde, Berazategui, General Pacheco. Todos querían despedirse y acompañar en su dolor a los miembros de Vuelta de Rocha.
En todos los casos, las imágenes fueron casi calcadas. Todos los que llegaban vestían uniformes y gorras de gala, que llevaban en las manos en señal de respeto. Primero saludaban las planas mayores y después lo hacían los oficiales. Hubo saludos formales, palmadas, abrazos. Y silencios.
Rodrigo, hermano de Facundo, y sus compañeros del cuartel.
“Es un hermano que se fue. Los bomberos voluntarios estamos todos hermanados y esto es una tristeza enorme”, dijo a Infojus Noticias Roberto Marcelo Couto, cabo primero de los Bomberos Voluntarios de Sarandí. “Lo que le pasó a él es un riesgo que todos corremos a diario, porque nunca sabemos a qué nos enfrentamos. Toca la sirena y vamos sin saber con qué vamos a encontrarnos. Vamos y no sabemos si volvemos pero lo llevamos en la sangre. Ser bombero es una herencia”.
Junto a Couto estaba Benjamín Alderete, un bombero de 25 años de Alderete, una pequeña localidad a 7 kilómetros de la capital tucumana fundada por sus ancestros. “La gente se escapa del fuego y nosotros nos metemos ahí. Esperemos que todo esto que pasó no haya sido en vano y haya un mayor reconocimiento. Como dice un antiguo refrán: cuando un incendio ocurre, los bomberos son pedidos y Dios es aclamado. Pero cuando el incendio pasó, Dios es olvidado y los bomberos criticados”.
A Vuelta de Rocha llegaron hoy bomberos voluntarios de diferentes localidades del Gran Buenos Aires.
El portón de entrada al cuartel tenía una fila de bomberos callados, con los ojos húmedos y enrojecidos de tanto llorar. Apoyados en las rejas esperaban la ambulancia que traería a Facundo, papá de tres chiquitos de 6 y 2 años y 2 meses, para la despedida final. Al mediodía supieron que todo se había demorado porque la ablación de órganos recién terminó a la madrugada y después hubo trámites.
Cada tanto, uno de los bomberos tomaba la posta, agarraba una carpeta y anotaba los nombres de los cuarteles que se hicieron presentes. En medio del dolor, una persona explicó a Infojus Noticias: “Es para saber a quienes hay que agradecerles después, se manda cartas. Se hace siempre pero esta vez es especial, lo que pasó llegó al corazón de todos. Hay una cosa de familia y hermandad que es muy difícil de explicar”.