Bruno Pappa tenía 26 años y esperaba un hijo. Murió de un disparo en la cara. El policía de civil que lo asesinó está siendo juzgado por homicidio simple. "En el juicio se está demostrando que tuvo toda la intención de matar", dijo su madre. Entre 2011 y 2014 se registraron 20 muertes en manos de la Metropolitana. En 12 de esos casos, los agentes estaban fuera de servicio.
El agente de la Metropolitana vestido de civil lo corrió por las calles de Chacarita. Logró tirarlo al piso con ayuda de dos personas. Y ahí, mientras el otro estaba en el suelo, le disparó con su arma reglamentaria en la cara. La víctima se llamaba Bruno Pappa y había cumplido 26 años. El agente de la Metropolitana que apretó el gatillo era Enzo Fabián Alvarez. Tenía un año menos que su víctima. El crimen fue el mediodía del 8 de septiembre de 2011. Alvarez dijo que Pappa le había intentado robar.
Ahora el Tribunal Oral en lo Criminal N°22 juzga a Álvarez por homicidio simple. Es el primer caso de gatillo fácil de la Policía Metropolitana (PM) que llega a la instancia de juicio oral y público. En cuatro años la fuerza de seguridad que depende del gobierno de la Ciudad mató a 20 civiles.
Bruno iba a ser padre. Cuando lo mataron su novia estaba embarazada de 5 meses. Como madre de la hija de Bruno, Cecilia hoy es querellante en la causa. “Queremos que haya una condena. Acá hay un policía que dejó a un bebé sin papá. Y en el juicio se está demostrando que tuvo toda la intención de matar”, dijo a Infojus Noticias Claudia Beatriz Resina, la madre de crianza del joven asesinado.
Esta semana el debate entrará en la recta final cuando sea el turno del alegato del representante del Ministerio Público Fiscal, Marcelo Martínez Burgos. El fiscal está trabajando con la colaboración de personal de la Procuraduría contra la Violencia Institucional (PROCUVIN). Los jueces del TOC 22 son Sergio Paduzack, Gabriel Nardiello y Patricia Cusmanich y las audiencias se desarrollan los días jueves.
“No te apures que ya es boleta”, le dijo Álvarez a un agente de la Policía Federal que se acercó hasta el lugar el día del crimen, alertado por los vecinos. Los agentes que intervinieron secuestraron una vaina en el suelo, otra vaina en la recámara de la pistola reglamentaria del oficial y la réplica de una pistola en el interior de uno de los bolsillos de Bruno. Las pericias determinaron que el disparo se hizo a muy corta distancia: 50 centímetros.
El jueves 26 de marzo se hizo la reconstrucción del asesinato. Según Resina, ese día una vecina pasó caminando y de manera espontánea le habló a Álvarez: “Yo te conozco. Vos le disparaste al pibe. Lo tenías esposado y lo mataste igual”.
“Todo lo que va a apareciendo en el juicio va confirmando las sospechas e indicios que teníamos desde un principio: que se trató de un caso de gatillo fácil, una ejecución sin justificación por parte del funcionario de la Metropolitana”dijo a Infojus Noticias Luis Alén, Subsecretario de Protección de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación. El organismo representa a la pareja de Bruno.
La fuerza policial que depende del gobierno porteño registra otros casos de gatillo fácil. Según un relevamiento del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) entre 2011 y 2014 se registraron 20 muertes por uso letal de la fuerza. En 12 de esos casos, los agentes estaban fuera de servicio en el momento del hecho. Sólo en el último año se registraron 7 víctimas fatales de este tipo.
La versión de la legítima defensa
El crimen de Bruno tardó casi cuatro años en llegar a juicio. Su abogado exigió que se apartara a la subsecretaría de Protección de Derechos Humanos. Planteó que el caso no encuadraba dentro de una violación a los derechos humanos. Para el fiscal de la instrucción se trató de “un planteo netamente dilatorio”. También pidió un examen de ADN para la hija de Bruno. Argumentaba que su pareja no podía ser querellante.
La defensa del acusado también intentó instalar la versión del “enfrentamiento”. Según el relato de Álvarez, el disparo “salió” cuando ambos cayeron al piso y forcejearon. El fiscal Horacio Azzolin, que hizo el requerimiento de elevación a juicio, desestimó esta estrategia y descartó que haya actuado en “legítima defensa”. El policía de la Metropolitana ya había declarado ante el juez que dos personas lo habían ayudado a reducir al joven.
“Cabe concluir que Álvarez conoció y quiso el resultado fatal que devendría de su accionar”, dice el auto de elevación a juicio. Para Azzolin, el hombre tenía plena conciencia de lo que estaba haciendo por su “entrenamiento y la capacitación en el manejo de las armas de fuego que tenía por su calidad de policía”.
Bruno vivía en un asentamiento conocido como Villa Fraga o El playón de Chacarita, al costado de las vías del ferrocarril Urquiza, muy cerca de la estación Federico Lacroze. La villa fue ganándole espacio a terrenos ferroviarios. En 2008 allí vivían 700 personas. Hoy, según vecinos y organizaciones sociales que trabajan en el barrio, ese número se duplicó. Entre todos resistieron varios desalojos violentos. Así emplazaron el barrio de 38 pasillos y escasa circulación interna. Muchas de las manzanas son galpones donde la gente ubicó las casillas.
El día que el policía de la Metropolitana mató a Bruno, los vecinos apedrearon una sede de esa fuerza en Guzmán y Jorge Newbery. Los efectivos les respondieron con balas de goma y gas pimienta. Al día siguiente, el superintendente de Seguridad Comunitaria de la Metropolitana, Ricardo Pedace, justificó al policía Enzo Álvarez. Dijo que el agente “se defendió”.
MFA/SH