Lo dijo Ricardo Saint Jean, hijo del gobernador bonaerense durante 1976 y 1981. El abogado definió a los represores como “víctimas”. “No tendríamos que haber dejado solos a los padres de los chicos nacidos en cautiverio”, señaló al referirse a los apropiadores.
Los abogados Ricardo Saint Jean, y Alberto Rodríguez Varela, ex ministro de Justicia de la última dictadura, oscilaron entre el pedido de una amnistía “pacificadora” y la advertencia de un algún tipo de respuesta a las condenas judiciales. Pero el planteo central durante el Foro de Buenos Aires por la Justicia, la Concordia y la Libertad apuntó a lograr un “perdón recíproco”. Incluso, en una búsqueda por definirse como “víctimas”, Saint Jean afirmó: “Somos los judíos de la Alemania nazi”.
“Somos los judíos de la Alemania nazi, los cristianos en Irak, los parias de la democracia, los esclavos del socialismo del siglo 21”, enfatizó Saint Jean y se llevó el primer aplauso en medio de su exposición.
Es el hijo de Ibérico Saint Jean, que fue gobernador entre abril de 1976 y marzo de 1981. Dejó el cargo cuando Videla se fue de la presidencia de facto. En 1977, durante una cena entre oficiales, Saint Jean dijo una frase “célebre”: "Primero mataremos a todos los subversivos, luego mataremos a sus colaboradores, después a sus simpatizantes, enseguida a aquellos que permanecen indiferentes y, finalmente, mataremos a los tímidos". Murió en 2012, a los 90 años, mientras era juzgado por crímenes de lesa humanidad en la causa conocida como Circuito Camps. No llegó a ser condenado.
En la segunda jornada del foro, que reunió entre martes y miércoles a abogados y ex militares de Argentina, Chile, Colombia, Perú, Uruguay y Venezuela, se escucharon varias autocríticas sobre la necesidad de tener una mejor organización o de lograr una coordinación regional, que fue el objetivo principal del encuentro organizado por la Asociación de Abogados por la Justicia y la Concordia. Pero una de las más sorprendentes fue la de Saint Jean: “Pensamos que con dos leyes de amnistía alcanzaba, pero no tendríamos que haber dejado solos a los padres –en referencia a los apropiadores- de los chicos nacidos en cautiverio”.
“Necesitamos que esté la Iglesia, porque su silencio aturde”
“Es horas de estrechar filas y no solamente entre nosotros”, completó el abogado Saint Jean, uno de los fundadores de la Asociación de Hijos y Nietos de Presos Políticos. Esa frase fue el cierre para un tramo en el que insistió con la necesidad de tener “estructuras compasivas que deben trabajar en silencio para la reconciliación”. Subrayó: “Necesitamos que esté ahí la Iglesia porque su silencio aturde”.
Antes que Saint Jean, que fue quien cerró el panel sobre “El orden jurídico y sus manipulaciones”, hablaron el abogado y ex fiscal uruguayo Miguel Langón Cuñarro y Rodríguez Varela. El auditorio sumaba unas trescientas personas, mayoritariamente hombres de más de sesenta años. Aunque había varias mujeres de ex militares presos o procesados y una docena de jóvenes.
“Creo que hay que reivindicar los derechos humanos para defender a nuestros procesados y detenidos y mostrar quiénes son los violadores de los procesos”, dijo Langón Cuñarro al abrir su exposición y comparó los juicios por delitos de lesa humanidad “con la Inquisición” de la Iglesia.
“Todos los delitos aplicados a los militares están prescriptos”
Rodríguez Varela pivoteó en su discurso sobre la necesidad de “firmar la paz” y comenzó cuestionando al jurista Baltazar Garzón y su intento por investigar los crímenes del franquismo. “Cómo habrá sido la paz pactada en España que cuando un juez quiso agitar las cenizas de la guerra civil lo relevaron”, dijo el abogado del dictador Jorge Rafael Videla, en su tono monocorde.
Además, destacó la labor de Jaime Smart –condenado por crímenes de lesa humanidad- como juez de la Cámara Federal en lo Penal, el tribunal especial creado en durante la dictadura Alejandro Agustín Lanusse para juzgar militantes políticos. “Frenaron civilizadamente la avalancha guerrillera. Paradójicamente Jaime Smart, que dio garantías constitucionales a los procesados, se encuentra arbitrariamente privado de su libertad”, dijo Rodríguez Varela y se llevó un aplauso cerrado.
“Hay que quebrar el círculo del odio y lograr una genuina pacificación nacional”, afirmó en el único momento en que levantó la voz en toda su exposición. Hizo un breve silencio, que nadie interrumpió, y completó: “Dificulta el avance de la marcha pacificadora la aberración jurídica de aplicar retroactivamente norma de imprescriptibilidad. Todos los delitos aplicados a los militares están prescriptos”.
Para el final, dejó una frase que casi fue ovacionada: “Hay que superar los rencores. Argentina está esperando al estadista que levante la bandera de la concordia, la paz y la reconciliación”.
El cierre del panel estuvo a cargo de Saint Jean, quien lo primero que dijo es que era hijo de Ibérico y cuestionó que fuera detenido a los 85 años. Luego hizo un repaso estadístico de la situación de los represores: 1.600 hombres de las Fuerzas Armadas, de seguridad y civiles están procesados o condenados; “son el 3 por ciento de las fuerzas que la Nación que comprometió para enfrentar a la guerrilla”; el promedio de los condenados tiene 72,4 años; y el 70 por ciento tenía unos 25 años al momento de cometer los crímenes.
“Ahora se dirigen a los policías, fiscales y jueces que combatieron la guerrilla”, advirtió y definió a todos los enjuiciados y procesados como “discriminados y perseguidos”.
A eso le siguió la referencia a los judíos y los nazis, la convocatoria a “estrechar filas” y para el cierre lanzó una suerte de advertencia y arenga: “Nuestras cárceles están forjando los anticuerpos que van a salvar la Paria nuevamente. Nos hacen como el acero de Toledo. Cuanto más nos pasan por la fragua más resistentes nos hacen”.