El crimen más importante de la historia criminal platense –a decir del fiscal de juicio, Marcelo Romero- tuvo hoy absueltos y culpables. El Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 2, integrado por Claudio Bernard, Liliana Torrisi y Silvia Hoerr, condenó a cinco de los siete imputados a prisión perpetua: Carlos Moreno; Miguel "Pimienta" Silva, el acusado de "marcar" a Píparo dentro del banco; Luciano López, que manejó la moto; Juan Manuel Calvimonte, uno de los reclutadores; y Carlos Jordán Juárez, el líder de la banda. Augusto Claramonte, que llegó al debate con falta de mérito, fue absuelto por falta de pruebas. Carlos Burgos, que para el tribunal no participó de ninguna de las salideras analizadas en el juicio, fue absuelto y quedó en libertad.
“Estoy más que conforme con el fallo”, dijo Píparo. Agregó que “los jueces vieron el dolor que nos causaron y que siguen causando”. Y dijo estar “profundamente agradecida a los médicos que hicieron todo lo posible por salvar la vida de Isidro”, y que salvaron la de ella.
Los jueces descartaron que los acusados formaran una asociación ilícita. Consideraron que no se acreditó la “permanencia y los fines específicos” que esa figura penal requiere. Para reconstruir el vínculo entre los acusados en este hecho, el rol que jugó cada quién, los jueces hicieron hincapié en la telefonía celular. Las celdas telefónicas detectadas por las antenas satelitales determinaron los movimientos antes, durante y después del ataque. Las agendas de los celulares secuestrados mostraron un conocimiento previo entre sus miembros. Las escuchas dieron detalles sobre el modus operandi y las conjeturas de los criminales. El número abultado de comunicaciones en las horas previas y posteriores posibilitaron determinar que la banda tenía organización y logística.
El tribunal también concluyó categóricamente que la muerte de Isidro, el bebé de Píparo, fue un homicidio. Se basaron en los dichos de médicos, neonatólogos y ginecólogos. Los especialistas habían afirmado que la salud del bebé y su madre era buena, y que el disparo que recibió la mujer fue el que determinó la muerte de su hijito. “Era una persona biológica y jurídica, pasible del delito de homicidio”, consideraron los jueces.
Por último, sobre la autoría material del ataque, los magistrados coincidieron en que había sido Moreno, desvinculando a Burgos como lo había hecho la propia Píparo en cuatro declaraciones de la etapa oral. “No tengo dudas de que fue Moreno el autor del disparo que impactó sobre Píparo y provocó la muerte posterior de Isidro”, enunció en su voto la jueza Hoerr. “Fue Carolina Píparo la única que tuvo una percepción directa del hecho y nítida del atacante”, agregaba.
Burgos había sido señalado como el tirador por el fiscal Romero y algunos testigos, como la madre de Píparo. Romero reconoció su error durante los alegatos y tuvo que pedirle perdón. “Las tres declaraciones de Carolina más la que hizo durante la reconstrucción del hecho torcieron la autoría material de Burgos a Moreno”, explicó esta mañana a Infojus. De todas formas, le imputó una salidera anterior en La Plata. Sin embargo, el tribunal tuvo dudas sobre la participación de Burgos en ese caso. “Por el imperio de la duda” lo absolvió y pidió su inmediata libertad.
Crónica de un largo final
Un minuto antes de las 11, Píparo entró a la sala con un vestido liviano, negro, que terminaba en mangas bordó y anaranjadas, y su pelo suelto. Se sentó en la primera fila, cerca de su abogado Fernando Burlando y del fiscal Romero. Escuchó la lectura de la sentencia abrazada por su pareja, Ignacio Buzzali. Minutos después, con una gran cruz y un cortinado de terciopelo a sus espaldas, el presidente del tribunal, Claudio Bernard, pidió silencio en la sala. Comenzó la lectura del veredicto. Durante las primeras tres horas y media, tres secretarios leyeron los fundamentos del fallo.
A las 12.39, Bernard pidió un paréntesis de diez minutos e interrumpió la lectura. Píparo rompió en un llanto silencioso y fue consolada por su familia y su abogado.
La fundamentación del fallo estuvo matizada por notas emocionales, en la misma tónica que lo había hecho en su alegato el fiscal Romero. “En mis 30 años de carrera, y como juzgador de conductas humanas, nunca me he visto tan conmovido por un hecho como éste”, expresó en su voto el juez Bernard. “¿Cómo se prepara una mujer para la irreparable pérdida de un hijo?”, se preguntó. “Nada de este proceso humano le fue permitido a Isidro, en donde todo se le arrebató de golpe”, concluyó. No faltaron retos a los abogados: “Considero que el lenguaje utilizado por el doctor Burlando escapa a la terminología técnico-jurídica de una instancia como esta”, se oyó en un pasaje del veredicto. Burlando respondió en las escalinatas de los tribunales, un rato más tarde: “A las bestias hay que hablarle como bestias”.
Romero se mostró conforme. Destacó la “valentía del tribunal, que sentó jurisprudencia”, al considerar como homicidio la muerte de Isidro. Burlando coincidió en la conformidad y calificó el fallo como “sólido”.
Sobre las 14.30, la secretaria comenzó a leer la parte resolutoria del fallo. Leyó las cinco prisiones perpetuas y hubo aplausos y gritos en la sala: “Púdranse en la cárcel, hijos de puta. Arruinaron a una familia”, se escuchó. Cuatro mujeres que ocupaban una fila entre el público, familiares de Burgos, se abrazaron y lloraron. “Es un fallo que marca todo lo que tuvo que pasar para que se probara la verdad. Tres años de garrón”, dijo su novia. Su abogado Rubén Carrazone dijo a Infojus: “No había ni una sola prueba”. Un rato después, Burgos salió de tribunales con su atuendo deportivo y una hoja arrugada en la mano: la orden de su libertad. Y también la prueba de la injusticia: “así como me ensuciaron, quiero que limpien mi nombre”, pidió.
El caso
El 29 de julio de 2010, Píparo fue interceptada por dos personas en una moto Yamaha roja o bordó, en el cruce de las calles 21 y 36, de La Plata. Un rato antes, había retirado de la sucursal de 7 y 42 del banco Santander Río 10.000 dólares y 13.000 pesos, que el cajero colocó en dos sobres de color rojo. Durante su declaración, dijo que el empleado fue “muy torpe” porque no tomó precauciones al entregar el dinero, y que ella y su madre hacían esfuerzos para tapar la operación. Aclaró que no implicaba una complicidad del cajero con la banda. Cuando estaba por bajar en su casa, llegaron los dos ladrones en la moto. Uno de ellos, el que empuñaba el arma calibre 22, la sacó de los pelos del auto.
-Hija de puta, dame la plata que sacaste del banco.
Carolina gritó “no”, y dijo que le daba todo, que estaba embarazada. El ladrón le pegó un culatazo que le provocó un corte, del que empezó a brotar sangre. Después, cuando su víctima estaba arrodillada, le disparó un tiro que entró por el mentón, le dio en un pulmón y salió de su cuerpo. El agresor se fue corriendo, con la campera de Carolina en la mano. La ambulancia tardó 25 minutos. La víctima estuvo internada 35 días en terapia intensiva, corrió peligro su vida, y su hijo –que nació esa misma mañana luego de una cesárea de urgencia- murió una semana más tarde. Había nacido sin signos vitales, por lo que debió ser reanimado.
“¿Por qué me pegaron un tiro? ¿Por qué mataron a Isidro?”, preguntó Píparo durante su testimonio en el juicio, mirando hacia el sector de los imputados. “No sé cómo era antes, ahora soy esto”, dijo Carolina.