Un joven de 18 años chocó el auto que conducía y murieron dos amigos que viajaban con él. Fue a la salida de una fiesta. Fue condenado por “doble homicidio culposo” pero la pena quedó en suspenso. Se iniciará otra causa por encubrimiento en la que está involucrada la madre del conductor, que es sargento de Homicidios de la Policía de Santa Fe.
En el primer juicio oral y público de la provincia de Santa Fe por dos homicidios culposos, el juez rosarino José Luis Suárez dictó una pena de tres años de prisión –de cumplimiento condicional- y diez años de inhabilitación para manejar para Federico Gómez. El joven de 18 años manejaba el Fiat Uno que la madrugada del 22 de febrero de 2014 se estrelló contra un camión y causó la muerte de sus dos amigos Emiliano Cáceres Ferreyra y Facundo Aguirre. La condena provocó el rechazo de los familiares de las víctimas.
La fiscal Mariana Prunotto anticipó que apelará la decisión apenas se conozcan los fundamentos de la sentencia. En las próximas dos semanas comenzará otro juicio por el encubrimiento y ocultamiento de pruebas tras el accidente. Están imputados el conductor del auto, su madre –que es policía-, el enfermero que tomó las muestras de sangre y orina y el comisario de la jurisdicción donde ocurrió el accidente.
“No puede colmar la expectativa de todos, pero es lo que entiende la Justicia santafesina”, dijo el juez Suárez al momento de leer el veredicto. “Estamos prácticamente de duelo, con bronca, porque el juez dictó una condena de cumplimiento condicional”, dijo a Infojus Noticias Mónica Gangemi, titular de la Asociación Civil Compromiso Vial -que acompañó a los familiares de las víctimas a lo largo del proceso judicial-. “La sensación más terrible es que nuevamente nos quedamos sin condena de cumplimiento efectivo, que es lo que pedimos. Dan condena condicional y no quieren sentar jurisprudencia”, agregó.
El viernes, en la última audiencia antes de la sentencia, el acusado pidió hablar. "Nunca tuve la posibilidad de pedir disculpas a las familias", dijo. Durante el juicio –que comenzó el 6 de abril- declararon una decena de testigos, entre ellos los dos amigos que viajaban en el auto con el acusado y las víctimas.
Los fiscales Prunotto y Walter Jurado habían pedido una pena de cuatro años de prisión efectiva y 10 años de inhabilitación para manejar. La querella, cinco años de prisión efectiva y el mismo plazo de inhabilitación. Y el abogado defensor Jorge Bedouret había reclamado la absolución de su cliente.
El accidente
La noche del 22 de febrero de 2014 Emiliano, Facundo y otros compañeros con los que se habían graduado en el colegio Jesús de Nazareth organizaron una fiesta en una quinta de la vecina localidad de Funes. Uno de los colectivos que habían contratado para volver a Rosario se rompió y los organizadores, que se habían quedado hasta el final, se dividieron en autos particulares. Según declararon en la causa otros jóvenes, Federico estaba muy borracho y Emiliano –que no había tomado y tenía carnet de conducir- le ofreció hacerse cargo del volante del Fiat Uno. El amigo le contestó que era su auto y que solo él lo manejaba.
Después de esperar media hora para que se le pasara un poco la borrachera al conductor, Emiliano, Facundo y otros dos jóvenes se subieron al auto. En unos pocos minutos, los jóvenes tomaron la autopista y llegaron a Rosario. Según las cámaras del municipio, a las 6 de la mañana el Fiat Uno entró a la ciudad a unos 160 kilómetros por hora, zigzagueando y pasando otros autos.
Al llegar a Provincias Unidas, el joven intentó esquivar un camión de reparto por la derecha. Lo pasó y se encontró con otro camión estacionado. Volanteó y perdió el control del auto. Emiliano y Facundo, que llevaban puestos los cinturones de seguridad, murieron instantáneamente en el choque.
“Sabemos que los chicos le pidieron que bajara la velocidad, que querían bajarse, le advirtieron que podían chocar, le tiraron del cabello, le arrojaron una zapatilla, pero Federico Gómez respondió, acelerando aun más”, escribieron Valeria Olga Stortoz y Fabiana Ferreyra, madres de Facundo y Emiliano, en un comunicado.
Denuncias de encubrimiento
Las mujeres explicaron que tras el accidente, el conductor llamó a su madre, Liliana Gómez, sargento de Homicidios de la Policía de Santa Fe. A los 10 minutos la mujer estaba en el lugar del accidente. “La Sra. Gómez es quien toma el control del operativo (según testigos), apartando al policía del primer comando que llega al lugar y realizando reiteradas llamadas por su celular, enviando a comprar agua para su hijo lo cual lo obliga a que comience a tomarla y dejando ir a los otros dos ocupantes del vehículo que resultaron ilesos. Todo esto bajo la mirada de la policía. Saca los celulares a los otros chicos, que se hacen presentes en el lugar e intentaban comunicarse con sus respectivas madres”, denunciaron las madres de las víctimas.
El jefe del laboratorio biológico, Mario Minisini, encargado de hacer los análisis, declaró que en base a las muestras de orina había “una alta probabilidad” de que Gómez hubiera tomado alcohol antes del accidente. Y contó que la muestra de sangre, de menos de un milímetro, era “insuficiente” para calcular si el grado de alcohol había afectado “la conciencia” del conductor.
Las madres de los jóvenes fallecidos denunciaron que no se respetó la cadena de custodia de las muestras. “La enfermera declaró que le extrajo 4 centímetros y al laboratorio llegó un centímetro, una cantidad que no permite establecer el nivel de alcohol”, dijo Ferreyra.
Además, sostuvieron que la policía omitió informar del accidente a los medios y que ante la consulta de algunos periodistas, desde la comisaría informaban “que no habría existido accidente alguno en la zona”. Además, denunciaron que “fueron arrancadas” 4 hojas del cuaderno de guardia de la seccional.
A partir de estas irregularidades se abrió otro expediente por encubrimiento. Están acusados Federico Gómez, su madre, el enfermero y el comisario. El inicio del juicio está previsto para principios de junio.
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