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Infojus Noticias

28-5-2014|16:03|Cuádruple crimen Buenos AiresProvinciales
Mañana continúan las audiencias

Cuádruple crimen: la pista del móvil ecónomico

El juicio por "la masacre del Barrio La Loma" entró en su etapa final. Hay varias pistas y pruebas que comprometen a los dos imputados, Oslvado "Karateca" Martínez y Javier "La Hiena" Quiroga. Ayer, un testigo reavivó la pista del móvil económico. Mañana habrá un careo clave.

  • Javier "La Hiena" Quiroga, uno de los imputados del cuádruple crimen Infojus Noticias
Por: Juan Manuel Mannarino

El juicio por el cuádruple crimen de La Plata, que comenzó el 6 de mayo y terminará el 11 de junio, sigue despertando interrogantes que, lejos de resolverse, arrojan un manto de dudas sobre qué pasó esa calurosa noche de primavera. Esta semana, con la declaración de nuevos testigos, apareció una nueva pista: la sospecha de un posible móvil económico. Las audiencias continuarán este jueves, con un careo entre dos testigos. Uno de ellos será entre una amiga las víctimas, Natalia Díaz, y el testigo Fabián Lencinas, quien denunció amenazas y dio una versión distinta a la del remisero Marcelo Tagliaferro. El primero dijo que observó a varios hombres y el remisero sostiene que vio solo a Martínez.

El 26 de noviembre de 2011, en un PH de La Plata, cuatro mujeres fueron asesinadas a sangre fría. Los medios la llamaron como “La masacre del Barrio La Loma” y la instrucción judicial, encabezada por el fiscal Álvaro Garganta, se centró en un principal sospechoso: Osvaldo “Karateca” –apodo creado por el periodismo- Martínez. Ex pareja de una de las víctimas, la investigación lo procesó por lo que consideró un posible móvil de celos en una hipótesis “pasional”. Tiempo después, sin embargo, fue detenido Javier “La Hiena” Quiroga, un albañil que había realizado reparaciones en el PH. Su imputación fue contundente: se encontró su ADN en la escena del crimen. El fiscal, entonces, cambió la carátula. Su hipótesis, la que sostiene hasta hoy, es que hubo coautoría homicida. Garganta está convencido que, entre Martínez y Quiroga, los únicos dos imputados del caso, existió un acuerdo para matarlas. La gran pregunta es por qué y cómo lo hicieron.

Ambos están siendo juzgados por las muertes de Bárbara Santos, de 29 años; su madre Susana De Barttole, de 63 años; su hija, Micaela Galle, de 11; y su amiga Marisol Pereyra, de 38. Él o los asesinos las habrían matado en el departamento de la calle 28 e 41 y 42 con un palo de amasar y con el uso de varios cuchillos de cocina, según se desprende de la pesquisa.

Al llegar a la escena del crimen, los policías encontraron en el living el cuerpo desnudo de Santos. Se presume que habría sido sorprendida por su asesino cuando se duchaba. Su cuerpo recibió más de 40 golpes. En la cocina, fueron hallados los cadáveres de Pereyra y De Barttole, mientras que la niña fue encontrada asesinada en uno de los dormitorios, sobre una cama de dos plazas. En una de las manos de la nena había un celular, con el que habría intentado llamar a familiares para pedir auxilio. Los vecinos que llamaron a la Policía el día posterior de los hechos relataron que la noche del 26 de noviembre habían oído "gritos de mujer" pero pensaron que "habían encontrado una laucha y la estaban tratando de cazar" ya que días antes habían visto ratas en el lugar.

Osvaldo "Karateca" Martínez, el otro imputado

La pista del móvil económico

Osvaldo Bertero fue abogado de Susana de Barttole. Ante el Tribunal Nº 3 de La Plata -integrado por los jueces Ernesto Domenech, Andrés Vitali y Santiago Paolini-, dijo ayer que la patrocinó en una sucesión familiar. Explicó que se trató de unas propiedades que la víctima debía adjudicarse tras la muerte de su hermana Margarita. Que dichos trámites nunca llegaron a buen puerto porque apareció un hermano del marido de Margarita, de apellido Pachano, que puso trabas. Y concluyó que nunca se pudo hacer la división de bienes, porque no aportaron la plata para pagar la tasa de justicia y los honorarios profesionales.

Su testimonio no pasó desaparecido. Por lo que declararon numerosos testigos, Susana de Barttole tenía numerosas deudas –que algunos atribuyeron a sus problemas de juego en el bingo local- y había recurrido a prestamistas para saldarlas. En la escena del crimen, bajo la sangre derramada en el piso y en las paredes, los investigadores hallaron un infrecuente caos en las habitaciones: como si alguien hubiera forzado los cajones de los muebles buscando quien sabe qué. ¿Por qué los cuartos aparecieron tan revueltos? ¿Qué buscaron, allí, él o los asesinos? ¿Las deudas y el trámite por la sucesión de Susana de Barttole despertaron un interés económico que la pesquisa no investigó?

Preguntas abiertas

A 30 meses del cuádruple crimen, y con un juicio en curso, hay una sola prueba irrefutable: la del ADN de Quiroga, encontrado en el palo de amasar, objetos del departamento, los cuchillos y en las uñas de Bárbara Santos. Sobre Martínez pesa el testimonio del remisero Marcelo Tagliaferro, el hombre que trasladó a Marisol Pereyra –una de las víctimas del múltiple crimen- desde un teatro al PH donde ocurrió la masacre y que dijo verlo en la puerta del PH. Sobre su testimonio, sin embargo, recae una pregunta básica: ¿Por qué declaró primero no haber reconocido a nadie y pocos días después señaló a Martínez con tanta seguridad?

En el transcurrir de las audiencias, el perito en criminalística Cristian Méndez dio dos precisiones clave. Méndez complicó la situación de “La Hiena” Quiroga al declarar: “Tenemos rastros de un único ADN masculino en la escena del crimen nos indican que actuó una sola persona”. Es decir: no convalidó la hipótesis del fiscal Garganta, que cree que hubo una coautoría entre Martínez y Quiroga. En una audiencia posterior subrayó, además, que las muestras tomadas de la huella ensangrentada de una zapatilla "eran compatibles" con las medidas del calzado de "La Hiena".

Alrededor del juicio, una serie de acontecimientos convirtieron el caso en un fenómeno mediático: audiencias interrumpidas por las estrategias de los abogados, testigos que denunciaron amenazas –como Silvia Matsunaga, vecina del PH-, otros que declararon que Martínez era celoso y otros que la relación de noviazgo era normal, y el propio Martínez que fue baleado en la calle por un posible hecho de robo que la justicia aún no esclareció. A un par de semanas de la sentencia, los especialistas en policiales siguen haciéndose las preguntas esenciales: ¿Por qué mataron a las cuatro mujeres? ¿El móvil fue uno sólo o fueron varios? ¿Hubo un motivo sentimental, de venganza, de robo? ¿Por qué tanta saña? ¿Fue un homicida o varios?

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