Lo dijo el padre de Natalia Di Gallo apenas después de conocido el monto de la pena para Nicolás Gómez. Luego de la lectura hubo incidentes. La chica fue asesinada en 2004. Su cuerpo apareció en el Parque Pereyra Iraola.
Desde el 18 de julio, Nicolás Gómez sabe que es culpable de haber entregado a Natalia Di Gallo para que sea abusada en una fiesta negra. Hoy el Tribunal Oral Criminal 4 de Quilmes fijó el monto de la pena: deberá pasar 20 años en prisión por considerarlo partícipe necesario del delito de privación ilegal de la libertad triplemente agravada, por ser cometida con el fin de someterla sexualmente contra su voluntad, por la intervención de tres o más personas, y por el resultado de muerte no querida por el imputado. El anuncio se hizo en medio de una profunda tensión –ya se había producido un enfrentamiento entre familiares de la víctima y el imputado en la lectura del veredicto– y la sala debió ser desalojada rápidamente. El Tribunal, además, pidió que se siga con la investigación: aún no se sabe quiénes violaron a Natalia y tampoco quiénes le quitaron la vida.
Gómez entró a la Sala B de Juicios Orales de los Tribunales de Quilmes cuando ya estaba todo listo para comenzar la lectura. Un cordón de más de una decenas de policías en el interior de la sala sumado al pasillo de sillas que dividía el espacio entre la familia de la víctima y del victimario eran parte del dispositivo de seguridad previsto para evitar incidentes. Además, se dispuso que no hubiera público. De nada sirvió: apenas terminó la lectura, el padre de Natalia sacó de adentro toda la bronca e impotencia con insultos al abogado defensor, al condenado y a su familia. Empujones y confusión. Sobre todo afuera de la Sala donde aguardaban familiares de Di Gallo que al escuchar los gritos pensaron que estaban agrediendo al padre de la víctima y quisieron entrar para ayudarlo.
“No creo en los 20 años y no creo en la justicia divina, a Gómez lo quiero muerto”, dijo el padre de Natalia apenas se calmaron los ánimos, ya en el hall de Tribunales. El hombre, con ojos llorosos, aún consternado por lo vivido, dijo que fueron diez años de dolor, en los que él y su familia tuvieron que soportar el maltrato y la desatención de la Justicia. “Estos tres jueces y el fiscal me hicieron ver que parte de la Justicia funciona”, dijo y aseguró: “De nada sirven los 20 años, no me devuelven a mi hija”.
Con la mirada en el piso
Los ojos de Gómez parecían clavados en el piso. La cabeza gacha, la mirada fija. Por momentos se rascaba las cejas y, de paso, se ocultaba de los flashes y las cámaras. Ni siquiera levantó la vista cuando escuchó la sentencia: 20 años en prisión. Inmutable.
En varios fragmentos de la sentencia los jueces aseguraron que Gómez es un mentiroso. Su denuncia hecha a la mañana siguiente de la desaparición de Natalia es la base de la calificación y, además, uno de los agravantes en la pena. “No sólo expuso una falsa denuncia, sino que sembró una hipótesis alternativa para desviar la investigación”, dijeron los jueces.
Gómez había denunciado que aquella noche de finales de 2003, después de pasar a buscar a Natalia, fueron al Parque Pereyra Iraola. Ahí se quedaron estacionados en el auto charlando y escuchando música hasta que fueron sorprendidos por un delincuente que, armado, rompió el vidrio trasero del auto y lo obligó a salir. Gómez dice que fue encerrado en el baúl mientras raptaban a Natalia.
La versión fue totalmente desestimada por los jueces y en la sentencia marcaron las numerosas contradicciones del relato.
Apenas terminada la lectura del veredicto, Gómez fue esposado y llevado a una sala contigua. Entonces comenzaron los incidentes.
Los primeros en salir fueron los familiares de Gómez. Después, la puerta de la Sala quedó cerrada y custodiada por dentro y por fuera por la policía. Mientras en el interior se aquietaban los ánimos, custodios del Servicio Penitenciario sacaron a Gómez del primer piso de Tribunales. Esposado, con la capucha de su buzo azul cubriéndole parte del rostro, cruzó el pasillo hacia la alcaidía bajo los insultos de los familiares de la víctima.
Secuestrada, sometida y asesinada
Natalia tenía 16 años cuando fue encontrada, el Año Nuevo de 2004, envuelta en bolsas de nylon en el Parque Pereyra Iraola. Estaba desaparecida desde el 28 de diciembre de 2003. Esa noche, cerca de las 23,30, salió de su casa de Florencio Varela junto a Nicolás Gómez, de 18 años. El chico la pasó a buscar en el Ford Taunus celeste metalizado que le regaló su padre para usar como remís. Eran novios hacía poco tiempo. Desde esa noche no se supo nada más de ella, hasta que la encontraron sin vida.
Para los jueces quedó probado que Gómez tenía planeado entregar a la chica a otras personas para que sea sometida sexualmente en una fiesta negra. Según consta en la sentencia, en el cruce de la ruta provincial 36 y avenida Bosques (partido bonaerense de Florencio Varela) testigos vieron como al menos dos personas pasaban violentamente a una chica con el aspecto de Natalia de un auto como el del imputado a otro.
La prueba forense realizada sobre el cuerpo de Natalia confirmó que fue violada y que murió por una “asfixia mixta”. Es decir que el asesino le tapó la nariz y la boca mientras aplicaba peso sobre el abdomen. Durante el juicio, también quedó acreditado que la escena del crimen no fue el lugar donde se encontró el cuerpo. Natalia fue asesinada en otro lugar y después tirada en el Parque Pereyra Iraola.
En los fundamentos del fallo, los jueces dejaron en claro que no se pudo determinar aún si Natalia fue llevada a la quinta `Ensueños´. Pero sí expresaron que se debía ampliar la investigación en ese camino para tratar de determinar quiénes fueron los hombres que violaron a la chica y quiénes la asesinaron. La justicia cuenta con dos perfiles de ADN resultado de los hisopados realizado sobre Natalia.
La quinta fue mencionada en el debate por varios testigos, entre ellos Martín Lanatta, uno de los condenados por el triple crimen de Sebastián Forza, Leopoldo Bina y Damián Ferrón, cometido en 2008, en General Rodríguez. Él declaró que el encargado de esa quinta de la localidad de Florencio Varela, a cuyos dueños conocía, le confesó haber "sacado muerta" a Natalia días después de su desaparición y también que había visto en otra oportunidad a Gómez en el lugar.
Además, durante el debate, hubo testimonios que vincularon a Gómez con el lugar. Él mismo le decía a sus amistades que participaba de fiestas negras en esa quinta. Vecinos de “Ensueños”, también declararon haberlo visto en el lugar. La pista lleva a dos hombres a una mujer como posibles responsables del crimen. En ese camino se deberá seguir con la investigación.
Durante el juicio, el Tribunal adelantó la absolución del otro imputado, Daniel Feliciano Ojeda (49), luego de que el fiscal retirara la acusación por no encontrar acreditada su participación en el hecho.
El fiscal Claudio Pelayo había pedido que Gómez sea condenado a la pena de 23 años de prisión, mientras que el abogado representante de la familia de la víctima, Daniel Mazzocchini, se inclinó por la pena máxima. De acuerdo al Código Penal, para este delito serían 25 años. Los jueces Alberto Ojeda, Mario Caputo y Andrea Calaza definieron hoy la pena en 20 años.