Ricardo Javier Ocampo está imputado por seis casos de abuso sexual a menores entre 2002 y 2009. El “maestro amor”, como se hace llamar en la comunidad espiritual que fundó en Catamarca, dijo ser “Dios en la tierra” hace 15 años.
Ricardo Javier Ocampo, el hombre que empezó a decir que era “Dios en la Tierra” hace 15 años y que en 2001 fundó la comunidad Meditazen en Catamarca, se está por enfrentar al juicio oral por seis casos de abuso sexual a menores. Así lo dictó el juez de control de garantías José Antonio Carma. La causa fue instruida por el Miguel Mauvecín. El debate no será público por tratarse de delitos de instancia privada.
Ocampo, de 39 años, está imputado por "abuso sexual al aprovecharse de la inmadurez sexual de la víctima", dos casos de "corrupción de menores agravada y abuso sexual con acceso carnal en grado de tentativa", y un hecho de "abuso sexual con acceso carnal", respectivamente. Los hechos habrían ocurrido entre los años 2002 y 2007, según consta en el expediente al que tuvo acceso la agencia Télam.
Entre esos casos está el denunciado en abril de 2009 por un joven cordobés que señaló que cuando estuvo alojado en el centro "Meditazen", en Colonia del Valle departamento Capayán, fue víctima de abuso por parte de Ocampo entre los años 2002 y 2004. Tras la denuncia, el caso fue enviado a la fiscalía de Mauvecín, quien ordenó que se realicen pericias médicas y psicológicas a la víctima, que confirmaron la existencia de los abusos sexuales.
Otra de las víctimas denunció a Ocampo por abusos cometidos entre 2000 y 2007 y existe otra por hechos similares cometidos en el año 2007.
El origen “del Maestro Amor”
Ocampo nació en La Rioja el 28 de junio de 1974 y pasó su infancia en diferentes hogares de menores porque sus padres no podían mantenerlo. Cuando creció empezó a predicar una suerte de relato místico, que el bautizó como su “mensaje” y que, aseguraba, estaba basado en “las antiguas sabidurías”. Decía ser “Dios en la tierra”
Sus discursos en comenzaron a propagarse hace poco más de quince años. Los que lo conocían de cerca no se sorprendieron: siempre se ganó la vida como “curandero” y “tirador de cartas”. Con eso juntó plata y viajó de La Rioja a Buenos Aires, donde se acercó a los seguidores de Sai Baba.
Poco después se convirtió en una suerte de referente local del líder hindú. Lo imitó desde entonces hasta en el uso del mismo tipo de túnicas, gestos y movimientos.
Su proyección fue mucho más grande de lo que podría haber imaginado y comenzó a tener miles de seguidores. Para eso fue fundamental la visibilidad que le dio el conductor televisivo Claudio María Domínguez.
En el año 2001 fundó la comunidad Meditazen, en Catamarca, un predio de 75 hectáreas en el que viven cerca de 200 personas y reciben visitantes de todo el mundo. Crecimiento espiritual, superación de problemas de salud, nada parecía escaparse a las posibilidades de Ocampo que promocionó su centro por todos lados y aseguraba que podía ayudar a encontrar la “iluminación”.
En 2009 fue preso y poco después, excarcelado. En septiembre pasado hizo una fiesta faraónica para festejar sus 39 años, ocurrido tres meses antes. El lema de la fiesta fue: “Comprender es trascender”.