Les hacían cortar el pelo y los vestían con la mejor ropa. Los jóvenes pasaban la droga a Europa y, según el fiscal Enrique Senestrari, eran víctimas de una organización criminal que los capturaba de los barrios pobres y los trataba como "objetos". A la banda se la investiga también por asociación ilícita.
Tratamientos de ortodoncia para mejorar las sonrisas, cortes y tinturas de cabello, y ropas de las mejores marcas. Un disfraz perfecto. Ésa era la estrategia de una banda del narcotráfico: enmascarar a sus "mulas" -como suele llamarse en la jerga a los que trasladan mercadería ilegal-, a los que captaban de las clases bajas. Eran los que llevaban la droga a Europa. La idea era que parecieran jóvenes turistas de clase media y distraer los controles migratorios y policiales.
El fiscal Enrique Senestrari imputó a los involucrados por el delito de trata de personas y por asociación ilícita. “No sabían adonde se metían”, dijo a Infojus Noticias Senestrari en referencia a los jóvenes que fueron captados por la banda. “Se trató a las personas como objetos”, detalló para explicar el enfoque de la imputación por trata. La banda estaría compuesta, en principio, por colombianos, radicados en España y argentinos.
Un detenido en el penal cordobés de Bower, por un caso de secuestro extorsivo, fue la punta del ovillo para comenzar la investigación. La hipótesis es que la organización criminal se dedicaba a reclutar a los jóvenes para trasladar droga desde países latinoamericanos hacia Europa.
La pesquisa se inició hace más de un año con una serie de escuchas telefónicas y requirió de la intervención de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA). Y de tres efectivos de la policía provincial comisionados a la justicia federal, para quienes Senestrari tiene un reconocimiento. "Hicieron un trabajo descomunal”, describió. Para lograr el éxito de la investigación esos tres efectivos llegaron hasta usar sus propios autos y cubrir gastos de sus bolsillos.
Una organización jerárquica
La banda estaría conformada por cinco personas, dos varones y tres mujeres, de las cuales dos serían colombianos. Senestrari imputó a los cinco por asociación Ilícita, y por trata de personas agravada. Para el fiscal la organización habría funcionado “jerárquicamente estructurada” y las decisiones provenían desde Argentina, donde el hombre detenido por la causa de secuestro daba las órdenes.
La operatoria de la banda consistía en captar a los jóvenes, la mayoría de bajos recursos económicos. Les cambiaban la apariencia y luego les pagaban el viaje a Europa en una suma cercana a los tres mil pesos. El viaje no era directo. Desde Argentina, de donde debían salir “limpios”, viajaban hacia distintos países latinoamericanos como Brasil, Panamá, Ecuador o Perú.
Antes de viajar también les daban instrucciones del discurso que debían dar frente a las autoridades de Migraciones, a quienes tenían que decirles que viajaban a ver familiares, parejas, o por turismo. Una vez que llegaban a los países latinoamericanos, explicó Senestrari, los jóvenes debían hospedarse en hoteles específicos en los que luego eran contactados por otros integrantes de la organización, que todavía no pudieron ser individualizados. Estos intermediarios les cambiaban el equipaje y les daban valijas con “ropa impregnada en cocaína”, agregó.
Después de este cambio los jóvenes debían seguir viaje a España o Portugal, donde eran contactados por un hombre colombiano a quien le entregaban el equipaje. Por último, los mandaban de vuelta a Argentina.
Una banda en problemas
Entre octubre y noviembre del año pasado, durante dos de los viajes, la banda comenzó a tener problemas. En octubre, en España, quedó detenido un joven que llevaba una valija con droga. Por su detención no llegó a entregar el cargamento y marcó el inicio de la investigación por parte de la policía española.
Un mes después, en Panamá, fue detenida una joven argentina que, tras haber recibido la nueva valija, iba a seguir camino a Europa. La mujer quedó detenida y desde la organización “la amenazaron con un abogado en la cárcel para que no diga nada”, contó Senestrari.
Según el requerimiento que presentó el fiscal, estarían acreditados cinco de los viajes. Además de los dos jóvenes detenidos, otro varón y otra mujer, también señalados como víctimas, viajaron pero no fueron detenidos. Mientras que el varón habría hecho con éxito la entrega, la joven, ante la posibilidad de ser detenida, volvió al país desde su escala en San Pablo.
Para Senestrari “resulta novedosa la aplicación de la Ley 26364 (de prevención y sanción de la trata de personas y asistencia a sus víctimas) en los casos de narcotráfico”. Su enfoque se propone revertir una realidad que el fiscal resume en que “las cárceles están llenas de mulas, pero no de narcotraficantes”.
CD/JMM