Carlos Sale solicitó la pena máxima para quienes considera coautores del secuestro. Trimarco estuvo presente por la mañana pero se retiró después de que hablara la condenada Daniela Natalia Milhein.
En Tucumán, el nuevo tribunal que definirá la pena de prisión que le corresponde a cada uno de los 10 condenados por secuestrar y retener a Marita Verón para obligarla a prostituirse, ordenó la detención domiciliaria de los acusados. “Es para garantizar que siga el juicio, porque si uno de ellos falta la audiencia no se puede realizar”, explicó a Infojus Noticias José D'Antona, uno de los abogados que acompaña a Susana Trimarco en la búsqueda de su hija. De los condenados por la Corte en diciembre pasado, 8 viven en la provincia de La Rioja y para ellos el tribunal dispuso la detención en la Alcaidía del historico Palacio de Tribunales.
Después de cuatro horas de debate, José Fernando "Chenga" Gómez y su mellizo Gonzalo José “Chenguita” salieron de la sala con un dato preciso. Para ellos, condenados por haber ocultado y vejado a Marita Verón en sus prostíbulos Candy, El Desafío y Candilejas en La Rioja y para los tucumanos Daniela Natalia Milhein y Andrés Alejandro González -responsables de haberla retenido para “ablandarla”(esto es: drogarla, golpearla y quebrar su voluntad) en mayo y diciembre de 2002-, tanto los fiscales Carlos Sale y Manuel López Rouges como los abogados que representas a Susana Trimarco pidieron 25 años de cárcel efectiva. Y para los abogados de Trimarco es necesario que además el tribunal la disponga de manera inmediata, al dar a conocer la sentencia. Carlos Garmendia, el abogado de la Fundación María de los Ángeles, tuvo a su cargo el pedido de reparación civil. “Queremos que nos digan dónde está Marita”, dijo. Pero como en su alegato estaba obligado a exigir un monto de dinero como reparación pidió simbólicamente 1 peso.
Tras el cuarto intermedio, la fiscalía pidió 20 años para Carlos Luna, Mariana Natalia Bustos, Domingo Pascual Andrada y María Azucena Márquez. Y para uan Humberto Derobertis y Cynthia Paola Gaitán, 15 años.
“Son peligrosos”, explicó D'Antona al tribunal y recordó las amenazas y el intento de Milhein de cambiar los dichos de una testigo a la que fue a buscar a su casa, mientras se realizaba el juicio en 2012. Después se refirió a los mellizos Gómez y señaló que “aún tienen dinero, contactos y poder en La Rioja como para fugarse”. Ya en el cuarto intermedio Carlos Garmendia, otro de los abogados de la Fundación María de los Ángeles Verón, recordó a Infojus Noticias que el año pasado se realizaron allanamientos en los locales que los Gómez tienen en La Rioja y se encontraron libros de pase, preservativos y otros elementos que le hacen sospechar que allí se sigue lucrando con la prostitución ajena. Los querellantes además requirieron al tribunal que la detención de los acusados sea inmediata una vez conocida la sentencia.
Mientras los acusadores daban sus argumentos, Daniela Milhein primero repasó apuntes en un cuaderno y después se concentró en el tribunal. Cuando Dante Ibáñez, el juez que preside la audiencia, la convocó a decir unas últimas palabras antes de conocer la sentencia se acercó sigilosa. “Soy mamá, aunque pude haber cometido errores”, fue su carta de presentación. Después habló de sus 5 hijos y se refirió especialmente a uno que tiene problemas de salud. Cuando se comparó con Susana y dijo “como ella, soy una buena madre”, Trimarco prefirió retirase de la sala. A su turno, su pareja al momento del secuestro de Marita, Alejandro González prefirió explayarse; solo dio sus datos personales al tribunal y dijo que trabaja como mecánico. Para ambos, sus defensores pidieron las penas mínimas previstas para estos delitos.
La audiencia continúo con los alegatos de los defensores de los hermanos Gómez. Esta vez, su madre, Lidia Irma “Mamá Lily” Medina no está en la sala; falleció en febrero de 2013, antes que la Corte tucumana revirtiera la sentencia que un año antes los dejó libre. En 2012 durante el juicio, Gonzalo “Chenguita” y José “Chenga” Gómez, solía sentarse uno a cada lado de su madre. Hoy estuvieron en bancos distintos, uno en cada uno de los asientos dispuestos en L frente al tribunal integrador por los Ibáñez, Emilio Páez de la Torre, y Juana Juárez. El defensor de Gonzalo pidió a los jueces que le apliquen penas menores a las previstas en el Código y tildó de inconstitucional la condena solicitada por la fiscalía y los abogados querellantes. Gonzalo cuando pasó frente al tribunal estaba nervioso, cuando le preguntaron que hacía levantó un poco -apenas un poco- el tono de voz y dijo que está desocupado y lo mantienen económicamente sus hermanos.
José “Chenga” Gómez sí hizo uso de la palabra. Después de que su abogado pidiera para él penas mínimas, se sentó frente a los jueces y dijo que en La Rioja tiene un kiosco y que les costó llegar a esta audiencia. Con una chomba gris, más discreta que la rosa furiosa de su hermano, se tomó su tiempo para hablar. Reiterativamente aludió que su inocencia y se pretendió víctima de este juicio. Envalentondo, arremetió: “Susana Trimarco no sabe dónde está su hija, pero yo no tengo la culpa”. “Nosotrso somos inocentes por eso ella no tiene a su hija”, dijo y adjudicó la responsabilidad de que Marita contiúe desaparecida a errores en la investigación.
En la sala de audiencia, los mellizos Gómez comparten el banquillo de los acusados con su “hermana de crianza” María Azucena Márquez, la única de los 10 condenados que está detenida. La mujer que en los prostíbulos de La Rioja donde estuvo retenida Marita se hacía llamar “Doña Claudia” está detenida desde la pasada semana, en una causa por tráfico de marihuana. Después de haberse presentado en los tribunales -como tiene que hacer todos los meses desde que la Corte provincial reviritió la sentencia absolutoria de diciembre de 2012 -, volvía desde San Miguel de Tucumán a La Rioja cuando en marco de un operativo de rutina un gendarme detectó que transportaba más de 2 kilos de esa droga. De no muy buenos modos, pese a la custodia policial, cuando los fotógrafos intentaron retratarla se mostró agresiva: alzó su mano y les mostró el dedo anular.