Ernesto "El Negro" Robles y su pareja, Mercedes "Doña" Medina, están acusados junto con otros imputados de explotar dos prostíbulos en la capital tucumana. Cinco mujeres declararon en cámara Gesell: una de ellas figura como víctima en el expediente, otra fue presentada como testigo por la querella y las otras tres por las defensas.
Cinco mujeres que fueron explotadas en los prostíbulos que regenteaban en la capital tucumana, el “El Negro” Ernesto Robles y su pareja, Mercedes “Doña” Medina, declararon el jueves en cámara Gesell, en el segundo juicio por trata en esa provincia, que llevan adelante los jueces del Tribunal Oral Federal tucumano Alicia Noli (presidenta), Gabriel Casas y Carlos Jiménez Montilla. Una de ellas fue explotada por esta red durante más de ocho años y figura como víctima dentro del expediente; otra fue incorporada como testigo por pedido de la Fundación María de los Ángeles, que actúa como querellante en este debate. Las otras tres mujeres fueron ofrecidas como testigos por las defensas; pero tanto la querella como la fiscalía pidieron que declaren en cámara Gesell, ante la sospecha que podrían haber sido víctimas de explotación sexual.
“Describieron situaciones de mucha agresión, de los más violentos en el ambiente prostibulario en Tucumán”, dijo el referente de la oficina tucumana de la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (Protex), Daniel Weisemberg, De las dos mujeres identificadas como víctimas de trata en el expediente, la primera que declaró este jueves contó que la “Doña” les daba cachetadas o les pegaba con un látigo que la policía provincial secuestró durante un allanamiento previo, en una causa que instruía la justicia provincial.
“La testigo dijo que Medina había utilizado ese látigo poco antes que llegara la División de trata de la provincia y aseguró que todavía podría tener sangre de las mujeres”, dijo Weisemberg a Infojus Noticias. En el expediente la policía provincial confirmó el hallazgo del látigo. Ahora, la querella y la fiscalía les pidieron a los jueces del Tribunal lo incorporen como prueba en el debate. Esta mujer estuvo casi nueve años en manos de la red que explotaba los prostíbulos “California” y “Night Club”, frente a la vieja terminal de ómnibus de Tucumán.
Es la primera vez que la Fundación María de los Ángeles, que Susana Trimarco creo para buscar a su hija y asistir a otras víctimas de trata, actúa como querellante ante la Justicia Federal, sin representar a una víctima -de manera directa- sino por su labor y experiencia en la persecución de este delito. El otro testimonio que se conoció durante esa jornada, fue justamente el de una joven presentada como testigo por esta querella. La joven confirmó el funcionamiento de los prostíbulos y también que tanto ella como su hermana, que por entonces tenía 14 años, fueron explotadas sexualmente allí.
En la audiencia, también declararon los primeros gendarmes que intervinieron en la investigación, que comenzó en 2013 y se consolidó con seis allanamientos, realizados en los domicilios de los prostituyentes. En las próximas audiencias, además de las profesionales que asistieron a las víctimas y otros integrantes de las fuerzas de seguridad que intervinieron en la investigación, según informaron fuentes judiciales, está previsto que declare como testigo experta la titular del Programa Nacional de Rescate y Acompañamiento a las Personas Damnificadas por el Delito de Trata del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, Zaida Gatti.
La conexión con explotadores de Marita
En su declaración en cámara Gesell, la mujer que estuvo nueve años explotada por esta red contó cómo se apropiaban del dinero. Y cómo esto fue cambiando. De quedarse con un porcentaje de los “pases” y la totalidad de las “copas” pasaron a cobrarle a una suerte de alquiler semanal que, después que se sancionara en la provincia la Ley de Prostíbulos Cero y la reforma de la Ley nacional que persigue el delito de trata, pretendía encubrir la relación de explotación.
En el expediente, los dichos de la testigo se refuerzan con las escuchas de las comunicaciones entre los imputados. “Tenés que decirle para que pague el alquiler y me pague la luz. Y después ¡que se haga re culiar ya!”, le ordenó Medina a Iván Frías, su sobrino, en una de esas oportunidades. Según la acusación del juzgado Federal de Instrucción N° 1 de Tucumán, los imputados intentaban hacer figurar como alquiler, al pago semanal que les cobraban a las mujeres, los hubieran reunido o no de los pagos de los hombres que se acercaban a los locales.
Esta mujer, también contó que en una oportunidad Robles la llevó a Catamarca, a un prostíbulo llamado Moroco, de donde “traían y llevaban mujeres”. Y también que los viajes incluían prostíbulos en Salta y La Rioja. Mencionó que en el taller Robles se habrían alojado los explotadores de Marita Verón: José “El Chenga” Gómez, y su madre, Lidia “Mamá Lili” Medina (que falleció antes de conocer la sentencia por el secuestro de la joven desaparecida desde 2002).
Los otros imputados
Iván Frías, el sobrino de Medina, está señalado como el encargado de presionar con golpes, amenazas y armas de fuegos, tanto a las mujeres que eran explotadas en los locales tucumanos, como a los hombres que estaban dispuestos a pagar para usar su cuerpo. Lo hacía, cuando tenía salidas transitorias del Penal de Villa Urquiza, donde cumplía una condena por otros delitos. Como los otros imputados, llegó a este juicio con una medida de prisión preventiva.
En la elevación a juicio, el juez de Instrucción Raúl Daniel Bejas también contó que, según el testimonio de las víctimas, Frías además les vendía droga. La usaban para tolerar la situación que vivían: “No se podían negar a atender a ningún cliente”.
Los otros cinco acusados figuran como partícipes necesarios de esta red delictiva dedicada a la trata y explotación sexual de persona. Se trata de Eduardo Loto, uno de los sobrinos de Medina, y su esposa Susana Figueroa, quienes estaban a cargo del prostíbulo de la ex terminal; Frías, era el encargado de presionar a las mujeres y a los que pagaban por usar sus cuerpos, eventualmente; María Juárez, era la regente del “Bar California” y Juan Sarmiento, un docente de escuela primaria, estaba encargado de hacer los recibos de pago en uno de los locales y de “llevar las cuentas”.
Próximo testimonio
Como en otros expedientes, la investigación avanzó recostada en los testimonios de las mujeres explotadas en los prostíbulos que, con violencia, manejaban “La Doña” Medina y “el Negro” Robles. El representante de PROTEX contó que para las próximas audiencias –previstas para los miércoles 2, 9 y 16 de diciembre- esperan contar con el testimonio de la otra mujer incorporada como víctima y testigo en el expediente, que por razones de salud no pudo hacerlo en estas audiencias. “Esta mujer estaba en uno de los locales cuando se hicieron los allanamientos”, confirmó Germán Díaz, uno de los abogados que lleva adelante la querella de la Fundación, junto a los abogados Agustín Aráoz y Belén Blanco.
Las otras mujeres que declararon en cámara Gesell el jueves fueron presentadas por las defensas. “Son hijas de una de las imputadas y también fueron explotadas sexualmente”, explicó una fuente que participó en el debate. Atentos a esta situación, tanto la fiscalía como la querella pidieron que les tomen testimonio en cámara Gesell. “Implica un cuidado especial porque se hace en un recinto diferente, la víctima no tiene contacto con los imputados y lo toman profesionales especialmente preparados para eso, en este caso de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA)”, explicó entonces Aráoz, uno de los abogados que representa a la Fundación María de los Ángeles.
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