La docente tenía a su cargo las salas de 3, 4 y 5 años del colegio San Antonio María Gianelli. Los padres de los chicos denunciaron la mujer les hacía a los menores un “juego secreto” en el que abusaba sexualmente de ellos. La causa está inmóvil, acéfala y sin imputados.
Los casos son 47: al menos esa es la cantidad de denuncias presentadas en la Comisaría de la Mujer de Mar del Plata por padres del colegio San Antonio María Gianelli, que señalan a la maestra de música de las salas de tres, cuatro y cinco, como la autora de un “juego secreto” en el que abusaba sexualmente de los chicos. Y eso es lo que investiga la causa judicial que está en manos del fiscal Fernando Castro desde principios de septiembre. Sin embargo, en estos momento la causa está paralizada: una vieja “enemistad” entre el representante del Ministerio Público y César Sivo, uno de los abogados que representa a los padres, llevó a que Castro se excusara de llevar adelante la investigación.
La Justicia de Garantías, el último viernes, le negó al fiscal la posibilidad de apartarse. Por eso, Castro apeló la medida ante la Cámara. Mientras, el expediente permanece inmóvil, acéfalo, incluso sin imputados.
Las denuncias
Las denuncias aparecieron en cadena. Es que el caso comenzó a gestarse cuando uno de los chicos, en el cumpleaños de un primo, le bajó el pantalón a otro nene. Ante el reto de los mayores, el chico explicó que era un juego, que se lo había enseñado la seño de música. Inmediatamente, la madre del chico comenzó a consultar a otros padres para saber si otros nenes manifestaban algo similar. Y fue así que los chicos comenzaron a relatar historias, todas similares, en las que había un denominador común: un juego secreto en el que se bajaban pantalones y ropa interior hasta las medias y, en medio de una ronda, la maestra, supuestamente, los tocaba.
Entre el sábado 7 y el domingo 8, la Comisaría de la Mujer recibió más de 40 denuncias de padres del Gianelli –colegio católico que funciona hace 55 años en Mar del Plata, y está bajo la órbita de la Congregación de las Hermanas del Huerto–. Mientras, la institución educativa permaneció en silencio. Fue el domingo por la noche que se produjo el primer encuentro entre padres y las autoridades de la escuela: todo terminó en insultos, gritos y destrozos en el colegio. La falta de contención y la ausencia de explicaciones que conformaran a los padres llevó al desborde.
Al día siguiente, mientras en la sede del Obispado Javier Viada, representante legal del Gianelli, brindaba una conferencia de prensa en la que se anunciaba “tolerancia cero” con los abusos, y buscaba un discurso conciliador, más de un centenar de personas se manifestaron frente al colegio. Y otra vez el desborde: por motivos ajenos al reclamo de los padres, se produjeron peleas a golpe de puño e incluso apareció la hinchada del club de fútbol Aldosivi para ajustar cuentas con un hombre que estaba entre los familiares.
La jornada de aquel lunes siguió en la oficina del jefe Departamental de Policía, Eduardo Quintela, quien se ofreció como mediador entre padres y autoridades. Allí se logró bajar el ánimo de confrontación, sobre todo después de que el colegio Gianelli aceptara apartar a la docente, a la directora y a la vicedirectora responsables de las salas involucradas en la investigación.
La batalla judicial
Apenas el caso tomó estado público, el abogado de la institución le recomendó a la docente señalada que se asesorara con un abogado particular. Así entró en escena Patricia Perelló, reconocida penalista marplatense que años atrás logró la absolución de Fernando Melo Pacheco, profesor de gimnasia acusado de 21 casos de abuso en otro jardín católico. Inmediatamente su estrategia fue relacionar los casos: “Parece un calco. Es una campaña donde una persona irracionalmente dice una cosa y se lo pasa a los otros padres, entonces empiezan a interrogar a los chicos y se llega a las denuncias”, expresó Perelló en relación a lo que ella llama una psicosis colectiva en torno al abuso.
Además, la abogada sostuvo que los padres al interrogar indebidamente a sus hijos “implantan” una versión en la cabeza de los chicos que termina convirtiéndose en verdad. En relación a su defendida, dijo que está "muy angustiada" y "custodiada por miedo a que le hagan algo".
Los padres denunciantes también buscaron patrocinio. Sivo tomó la representación de 13 de las denuncias, mientras que Eduardo Toscano se hizo cargo de otras 11. Para ambos, en el caso hay elementos suficientes como para avanzar en una imputación y para ello es central el relato de los chicos.
Sin embargo, para que avance la causa los chicos deben ser entrevistados por la fiscalía. El fiscal Castro había realizado un cronograma de entrevistas con los chicos y sus padres para tratar de determinar cuáles de los testimonios era necesario que pasaran a una entrevista profesional en Cámara Gesell. En eso estaba la causa cuando asumió Sivo.
Castro –como en otros procesos en los que les tocó cruzarse– se recusó argumentando una “enemistad manifiesta” con el abogado querellante. Extraoficialmente se supo que el problema entre ambos no tiene nada que ver con cuestiones judiciales. Según Castro, a él le impide trabajar de forma ecuánime como corresponde al Ministerio Público. La jueza de Garantías Lucrecia Bustos desestimó la excusación del fiscal y éste apeló ante la Cámara, para que se resuelva la situación. Hasta tanto, todo sigue paralizado.
La última medida dispuesta en la causa fue una planimetría de la escuela que servirá para corroborar o refutar el relato de los chicos que, en algunos casos, describieron minuciosamente el supuesto escenario de los abusos.
Mientras, las clases en el jardín de infantes del Gianelli se retomarán el próximo lunes. La mayoría de los chicos involucrados en las denuncias no volverán.