En la declaración indagatoria los tres detenidos, familiares entre sí, dijeron ser inocentes. Incurrieron en algunas contradicciones. En el pueblo dudan de que sean ellos los asesinos.
Los tres detenidos por el crimen de Claudia Judith Palma, la niña salteña de nueve años, dijeron ser inocentes. Ayer, durante casi cinco horas, dieron su versión en los tribunales de la ciudad de Metán, ante el juez Mario Dilascio. Acusados de homicidio agravado y abuso sexual con acceso carnal, fueron asistidos por el defensor oficial Edgardo Martínez. Los tres hombres vivían juntos, y -según fuentes del juzgado- tienen lazos de familia entre sí: Roberto Sixto Soria, de 83 años, es padrastro de Ramón Leiva, de 67 años, que a su vez es cuñado de José Insaurralde, de 47. Sin embargo, ayer hubo contradicciones entre las versiones que ofrecieron.
El primero en declarar fue José Insaurralde, a quien se lo conoce como “el Chaqueño” y atiende una gomería. Dijo que volvió a su casa el sábado “de nochecita” –no especificó el horario- después de trabajar, y que vio orinando a Soria en el fondo de su casa. También aseguró que vio a su cuñado, y agregó que ambos habían estado tomando. Cuando fue al patio, en la oscuridad de la noche, se tropezó con un bulto blando tapado por una bolsa plástica. Contó que lo tocó con la punta de uno de sus pies, se asustó y regresó al interior de la casa. En ese momento, cinco divisiones de policía y muchos sabuesos aficionados ya rastreaban a la niña desaparecida. El juez Dilascio quiso saber por qué entonces no denunció el hallazgo. “No creí que fuera la niña“ dijo Insaurralde.
“Puede ser una estrategia para despegarse, pero el lugar donde dice que estaba la bolsa es colindante con el baldío donde fue encontrado el cuerpo de la niña, y una bolsa apareció medio quemada en ese patio”, admiten voceros del juzgado. Esa bolsa –lo que quedó de ella- está siendo peritada en el laboratorio, junto al resto del material recolectado en la escena del crimen: manchas de sangre en la vereda y en el interior de la casa, cabellos, y elementos que fueron encontrados en la habitación del “Chaqueño” y que lo comprometen seriamente: películas pornográficas y dos consoladores, uno de ellos con un condón y restos de una sustancia que también se está analizando y podría ser semen.
Padrastro e hijastro, en cambio, cerraron filas y sincronizaron sus versiones: dijeron que alrededor de las nueve de la noche -momento en el que según determinó la autopsia la nena fue asesinada- estaban en un velorio. Afirmaron que estuvieron allí desde la seis de la tarde hasta la madrugada del domingo. El juez solicitó corroborar la existencia de la ceremonia y buscar testigos que los hayan visto en el funeral. Nunca, agregaron los dos hombres, estuvieron en el almacén adonde se la vio a Claudia por última vez y donde fue hallada su bicicleta. Al declarar basaron su inocencia en sus condicionamientos físicos: Rubén Sixto Soria tiene 83 años y padece una marcada disminución visual, que prácticamente le impide salir solo a la calle. Además reparó en una supuesta disfunción sexual.
Ramón Leiva planteó que había sufrido afecciones cardíacas que le valieron un by pass coronario ante la inminencia de un infarto fatal. Las dos versiones se dan de bruces entre sí. “La próxima medida –confían fuentes de la investigación-, después de tomar algunos testimonios más, es el careo entre los imputados”.
En el pueblo de Joaquín V. González, a 250 kilómetros al sur de Salta capital, parecen creerles. “No creemos que sean ellos”, dijo a Infojus Noticias una persona cercana a la familia. En todos los crímenes complejos, hay una regla básica: las horas inmediatas de los días posteriores son cruciales para su resolución. Aunque la familia hizo consultas a abogados particulares, el gobierno provincial, a través del intendente Juan Aguirre, les ofreció un equipo de abogados para patrocinarlos. Pero aún no hay nadie designado. Quien sí los llamó es un abogado vinculado a los imputados que quería conocer la opinión de la familia sobre las detenciones. Para el sábado, los lugareños preparan una pueblada: vigilia de día y de noche, boliches y comercios cerrados. Todo con el visto bueno del gobierno municipal.