El video circuló hace unas semanas. Se ve a dos policías golpeando ferozmente a un hombre. Se pensó en un principio que se trataba de otro joven, pero se confirmó que es Julio Centeno, un jornalero de 22 años. Dice que no denunció ni dijo que era él proque "tenía miedo de que me peguen de nuevo”. Su abogado asegura que son reiterados los casos de apremios ilegales.
Ni Rubén Guzmán, ni el “Zancudo”, ni Villafañe: el joven que aparece en un video mientras es golpeado por un policía en la comisaría de Pichanal, en la zona del trópico salteño, es Julio Centeno, un jornalero, estudiante nocturno del secundario. Según Centeno, el video es de octubre de 2011, cuando tenía 19 años (ahora tiene 22) y fue detenido por el policía Luis Aybar, con quien tenía una disputa derivada a su vez de otra detención en la que también fue golpeado. “Anteriormente yo había caído en la comisaría, pero fue porque estaba tomando alcohol en el centro”. Un grupo de policías, entre los que se encontraba Aybar, lo detuvo. “Ahí él me pegó, yo quedé con bronca y donde lo veía lo insultaba”.
Esto derivó en la detención y los golpes que muestra el video. “La segunda vez yo estaba en la plaza, con dos amigos, y Aybar fue con otro policía, Quiroga. Dijo que yo era el que lo insultaba y me llevaron a la comisaría. Ahí me preguntaba por qué lo insultaba: yo le dije que fue porque él me había pegado primero, cosa que él no tenía que haber hecho nunca”.
Unas tres horas estuvo demorado Centeno en esa oportunidad. “Fue para desquitarse nomás”, dice. Centeno cree que estos policías “siempre” golpeaban a los jóvenes de su edad, y que esta “costumbre” los llevó a realizar filmaciones. Y confiesa que antes no denunció las agresiones porque “no quería tener problemas con mi familia, que anduvieran hablando mal de que yo caía”. Y porque “como todos, tenía miedo de que me peguen de nuevo”. El médico que lo atendió en el Hospital San Vicente de Paul, de la ciudad de Orán, no hizo constar la agresión. Ni siquiera el hecho de que uno de los golpes le había abierto una vieja herida.
Centeno dijo que ahora se animó a denunciar las agresiones porque tiene “la prueba” del video. Por eso el miércoles de la semana pasada se presentó ante la fiscal penal de Pichanal, Mónica Viazzi, y dio detalles de los hechos.
Denunciar no le resultó fácil: primero bajó el video para poder verlo mejor, porque las imágenes que difundía la televisión no le daban seguridad sobre su identidad. Pero cuando lo vio en su celular, junto a su novia, ambos reconocieron la ropa y las zapatillas que llevaba el día en que fue detenido por segunda vez. Entonces se decidió a llamar al abogado Hernán Mascietti, que en esos momentos se aprestaba a presentar una denuncia penal en representación de José Guzmán Molina, padre de Rubén Guzmán, a quien primero se identificaba como la víctima de la brutalidad policial.
Ahora que hizo la denuncia Centeno se lamenta de que en estos días no ha podido ir a trabajar a la finca porque ha estado pendiente de los requerimientos de la justicia. Trabajador desde los 15 años, el joven vive junto a su madre en el centro de Pichanal, un casco urbano que nació bajo el ala de los ferrocarriles -en 1911- y que nunca perdió su característica de ciudad de paso, cerca de un cruce de las rutas nacionales 60 y 34 y la provincial 5.
En el noreste de la provincia de Salta, la localidad está rodeada de fincas dedicadas la siembra de caña, como el Ingenio San Martín de El Tabacal, y a la producción de frutas y hortalizas. Estas empresas le otorgan una importante actividad económica, lo que no es sinónimo de riqueza para sus pobladores.
La mayor parte de los más de 30 mil habitantes provienen de la zona rural y están desplegados en asentamientos que no cuentan con infraestructura de servicios básicos. Unos 10 mil pertenecen a la Misión San Francisco, donde convive una gran mayoría de guaraníes con unos pocos kollas, criollos e inmigrantes de Bolivia.
Otras personas creyeron reconocer en el video a un adolescente de la Misión San Francisco. Las posibles víctimas de las agresiones fueron sumándose con el correr de los días. Esas versiones no alcanzaban a romper el convencimiento de José Domingo Guzmán Molina acerca de que era su hijo, Rubén, radicado ahora en Formosa por trabajo, el agredido. La convicción de José Domingo, también jornalero, se quebró recién ante la certeza de Julio Centeno. “Es que Rubén Guzmán también fue torturado en esa misma comisaría”, ratificó Mascietti, para explicar mejor los motivos de la confusión.
El abogado, que pedirá participar como querellante en la causa contra Aybar y otros policías, que permanecen detenidos, destacó que en la zona son reiterados los casos de apremios ilegales y vejámenes. Y añadió que esta investigación sigue adelante por la gran difusión que tuvo la filmación: “El policía (Aybar) está preso no por haber torturado, sino porque lo filmaron”, sostuvo.