Después de una misa en su memoria, comenzó anoche la vigilia en la puerta del edificio del correo central donde hoy se escuchará el veredicto. A las 15.30 el tribunal decidirá si los represores Luciano Benjamín Menéndez y Luis Fernando Estrella son responsables de la muerte del obispo de La Rioja, ocurrida en agosto de 1976.
“Como cristianos, no ansiamos venganza, ni cultivamos el odio y el rencor. Esperamos justicia, para que esta sociedad que conformamos conozca la verdad de cuanto aconteció aquella horrorosa tarde del 4 de agosto de 1976. Dios conduce la historia, y sabemos que siempre fracasan los intentos de los prepotentes que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma”, dijo el obispo de La Rioja, Marcelo Daniel Colombo, en uno de los pasajes de la homilía que brindó ayer por la tarde en memoria de Enrique Angelelli. Así, en una catedral abarrotada de fieles que invocaron su recuerdo, engalanada con símbolos populares como la wipala y muchas fotos de Angelelli, comenzó a palpitarse la sentencia que se conocerá a las 15.30, que podría esclarecer uno de los asesinatos políticos más escandalosos de las últimas décadas en Latinoamérica: el de un obispo de la iglesia católica.
A las 9.30, los prepotentes de los que habló Colombo tendrán la posibilidad de decir sus últimas palabras. Los 38 años que duró el proceso judicial provocaron que sean sólo dos los militares que están en el banquillo: Luciano Benjamín Menéndez, ex jefe del tercer Cuerpo de Ejército, amo y señor militar de diez provincias argentinas; y el ex vicecomodoro Luis Miguel Estrella, que se desempeñó como segundo jefe de la Base Aérea de El Chamical (CELPA), la guarnición de la Fuerza Aérea que fungió como enlace con el Ejército en la provincia. Murió en el camino Osvaldo Héctor Pérez Battaglia, coronel, jefe del Batallón de Ingenieros en Construcciones 141, interventor militar de la provincia y enemigo manifiesto del obispo. La casuística en este tipo de juicios presupone que ninguno de ellos romperá el pacto de silencio. Las contadas ocasiones en que alguno lo hizo, ha sido para reivindicar la tortura y la muerte despiadadas como única alternativa para poner a salvo del comunismo ácrata los valores cristianos de la Patria.
Sus defensores oficiales insistieron en la versión inicial de la policía: que Arturo Pinto –un vicario que acompañaba a Angelelli a bordo de la camioneta- iba al volante, tuvo una pérdida momentánea de conciencia y perdió el control del vehículo. Pinto, que sobrevivió al accidente, renunció a la iglesia y hoy es docente en Santiago del Estero, lo desmintió. Hoy es querellante además de testigo clave.
Como un capricho del destino, la jornada final del juicio cayó en un casillero del calendario cargado de simbologías: el 3 de julio de 1968, hace 46 años, el Papa Pablo VI nombró a Angelelli obispo de La Rioja. El 4 de julio de 1976, hace 38, una patota de la ESMA asesinaba a cinco curas palotinos en lo que se conoce como la “masacre de San Patricio”, la que Angelelli y Carlos Ponce de León, otro obispo asesinado con el método calcado, denunciaron desde el principio. “Una providencial coincidencia mientras esperamos la justicia”, describió Colombo en la misa.
En los impases del sermón, hubo cantores que con un bombo legüero, un teclado y una guitarra, interpretaron en clave folklórica algunas canciones eclesiales alusivas: zambas, chacareras, bagualas y milongas en cuyos estribillos pidieron justicia por el “monseñor de los Llanos”. Sobre el final, el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Martín Fresneda, depositó junto a María Elena Coseano, sobrina del obispo y querellante, dos coronas de flores en el panteón de la Iglesia. Una tenía el remitente de la presidenta Cristina Fernández. Allí dieron la última oración el obispo Colombo y unos 30 curas que llegaron de congregaciones religiosas de toda la provincia. Cuando terminó, Infojus Noticias le preguntó a Fresneda si este juicio que llegaba a su fin era especial:
- Todas las víctimas de la última dictadura son iguales, pero el despojo y la desolación que sintió el pueblo riojano cuando mataron a Angelelli no tiene parangón. Fue una de esas personas irremplazables.
- ¿Qué espera de la sentencia?
- Que la justicia se ilumine, que tenga el temple necesario, porque esto fue un asesinato. Y que se apliquen las sanciones a prisión perpetua que merecen estos hijos de puta.
Los devotos vaciaron la nave de la catedral cerca de las ocho y media de la noche, y partieron lentamente desde la plaza central, con velas encendidas dentro de conos de cartón, hasta el edificio del correo central donde hoy se oirá el veredicto. “Hoy, después de 38 años, sentí en esa misa que entraba el Pelado, sentí el Concilio Vaticano Segundo (celebrado en Medellín en 1969), sentí el abrazo del obispo Colombo a todos los que estuvimos ahí”, dijo a Infojus Noticias Coseano mientras avanzaba en medio de la procesión con otras dos mujeres. El secretario de derechos humanos de la provincia, Pocho Brizuela, habló sobre un impacto del juicio en la sociedad riojana menor al deseado. “Es propio tal vez de una sociedad como la nuestra que es muy tradicional, y que el mismo tiempo se ve muy influenciada por algunos medios de prensa”, opinó el secretario provincial, y fundamentó la razón: “Angelelli es una memoria que aún molesta. No es un santo de estampita”.
Mientras caminaba en la procesión, mirando a la gente, María Elena dijo Infojus Noticias: “Mira esto. Ya se está haciendo justicia. Sólo falta la última palabra”.