Lo dijo la perito perimétrica Araceli Álvarez, que declaró hoy en el juicio por los asesinatos de los policías Alejandro Vatalaro, Ricardo Torres Barboza y Pedro Díaz, ocurrido en octubre de 2007. “Los muchachos eran muy jóvenes”, agregó, afectada por el recuerdo. Están acusados un ex policía y el hijo de un ex agente penitenciario.
“Había mucha, demasiada sangre”, dijo la perito perimétrica Araceli Álvarez, encargada de dibujar cada tramo de la planta transmisora del Ministerio de Seguridad bonaerense donde fueron brutalmente asesinados los policías Alejandro Vatalaro, Ricardo Torres Barboza y Pedro Díaz, la madrugada del 19 de octubre de 2007. Coincidieron con sus dichos los otros siete peritos que esta mañana declararon ante Tribunal Oral en lo Criminal N°2 de La Plata, en la segunda audiencia del juicio por este crimen. En el banquillo de los acusados el ex policía Marcos Casetti –compañero de los asesinados en la planta- y Mariano Filippi Medina, hijo de un ex agente del Servicio Penitenciario, escucharon a todos sin siquiera cruzar una mirada.
La madrugada en la que los mataron, Alejandro y Ricardo estaban de guardia. Cumplían una de las primeras tareas que les habían asignado, a poco de egresar de la Escuela de Policía Juan Vucetich. Alejandro (27) no se pudo defender: tenía más de 30 puñaladas, muchas en la espalda. A “Ricky”, que era un año más chico, también lo sorprendieron por la espalda. En su caso los cuchillazos fueron más de 10. Después, cuando presumiblemente ya habían fallecido, les dispararon en la cabeza.
“Los muchachos eran muy jóvenes”, dijo la perito Álvarez, visiblemente afectada por el recuerdo. Alejandro y Ricardo, además del trabajo y el estudio, compartían la pasión por el club Gimnasia y Esgrima de La Plata. La mamá de Alejandro conserva en su casa una foto que los muestra juntos, abrazados y con la camiseta.
La noche del ataque, Díaz fue el único que se pudo defender. Llevaba varios años en la fuerza y alcanzó a disparar. Su cuerpo estaba fuera de la sala de guardia, donde atacaron a sus compañeros más jóvenes. Lo encontraron afuera de la casa, aunque también estaba acuchillado. A Díaz lo remataron de cuatros disparos.
Ante los jueces Claudio Bernard, Liliana Torrisi y Silvia Hoerr, el entonces jefe del laboratorio de Balística Central de La Plata, Claudio Silva, explicó esta mañana que el arma de Díaz había sido disparada. Y especificó que los casquillos y las vainas encontradas en el lugar correspondían al arma del sargento, pero también a otras pistolas. “Todas calibre 9 milímetros”, aclaró. “Como las que usa la policía”, precisó después el fiscal Martín Chiorazzi.
Silva después recordó que a pocos días del crimen la fiscalía ordenó que todos los oficiales que trabajaban en la planta presentaran sus armas para peritarlas con las pruebas levantadas en el lugar del crimen. “Un oficial la había denunciado como sustraída”, recordó. Al ser consultado por el fiscal, confirmó que se trataba de Casetti. Un día después del crimen, el joven que ahora está imputado había denunciado el extravío de su arma oficial. “Llamó al teléfono de la Departamental y de ahí le indicaron que fuera a la comisaría 3ª”, dijo Chiorazzi a Infojus Noticias.
En la escena del crimen
Entre los testimonios aportados hoy por los peritos el que generó mas controversia fue el de Fabián Sarranian, entonces jefe de la Sección Rastros de La Plata. Fue quien coordinó las tareas del levantamiento de pruebas en la planta. Los jueces, el fiscal, los abogados querellantes y los defensores tenían una duda sobre un punto: si se podía determinar con rigor científico si una huella dactilar hallada sobre un desodorante para autos tirado en el predio podía o no conservarse por más de 24 o 12 horas. Después de un sostenido interrogatorio, el testigo fue concluyente: “Las huellas eran frescas”. Para el abogado Ricardo Bianchi, que representa a la familia de Díaz, la respuesta fue contundente y ubica a Casetti en la escena del crimen. Durante la instrucción de esta causa los peritos dactilares fueron precisos: la huella en el perfumero pertenece al ex policía.
Sobre la cantidad de personas que participaron del asesinato de Díaz y los dos jóvenes, aún no se dieron certezas ante el tribunal. Las huellas de pisadas por lo menos indican que fueron presumiblemente dos, tres o cuatro personas. El tercer sospechoso es Fernando Maciel, el hijo de un policía bonaerense que aún está prófugo. Pero los investigadores confirmaron a Infojus Noticias que entre las pruebas colectadas también “hay ADN de un cuarto hombre” que aún no fue identificado.
Como Maciel sigue prófugo, esa parte de la causa sigue abierta y es posible que se incorporen nuevas mediadas de prueba. En el expediente, una de las últimas novedades sobre Maciel data de 2009, cuando le escribió a su padre desde una computadora ubicada en una biblioteca de Bolivia. Este expediente estará abierto por lo menos cinco años más pero, si en ese tiempo las autoridades no dan con el paradero de Maciel, la causa va a prescribir.
En el debate oral, que seguirá mañana en los tribunales platenses, está previsto que se proyecte el registro audiovisual que tomaron los peritos que llegaron a la planta transmisora la mañana del crimen. “Son más de 40 minutos de video en donde quedó registrado como estaba el lugar cuando llegaron”, dijo Chiorazzi. Después le tocará el turno de sentarse frente al tribunal a los peritos que trabajaron en la identificación de la huella de Casetti en el desodorante. En casi dos meses, alrededor de 300 testigos serán citados para echar luz sobre lo que ocurrió esa noche en la planta transmisora.