El juicio por el asesinato de tres militantes en Villa Moreno entró en su etapa final. El lunes será el turno de las defensas y el viernes, la sentencia. Con cientos de horas de escuchas, testimonios y pruebas, el juicio develó la trama narco policial alrededor del crimen.
El juicio oral y público por el triple crimen de Villa Moreno está llegando a su fin. Y hoy, durante cinco horas, se escucharon los alegatos de la fiscalía y la defensa que pidieron durísimas penas para los cuatro acusados. Los fiscales Nora Marull y Luís Schappa Pietra reclamaron 30 años de prisión para Sergio “Quemado” Rodríguez (44), Brian “Pescadito” Sprio (26) y Daniel “Teletubi” Delgado (24), en su carácter de coautores por los delitos de triple homicidio agravado por el uso de arma y la participación de un menor y portación de arma de guerra. Y pidieron 26 años para Mauricio Palavecino, como partícipe necesario en el hecho. Las querellas coincidieron en la calificación pero pidieron una condena de 35 años de prisión para los cuatro imputados. En su alegato intentaron demostrar que la banda del “Quemado” entró la madrugada del 1 de enero de 2012 a la canchita de fútbol de Villa Moreno y asesinó a Jere, Mono y Patom, militantes del Frente Popular Darío Santillán. El próximo lunes será el turno de las defensas y el viernes la sentencia.
Hoy la fiscalía resaltó el testimonio del sobreviviente y del presunto blanco de los atacantes, quienes los situaron en la escena del crimen. Y la querella detalló que se trató de un crimen organizado, con logística y dinero para intentar encubrir el ataque a balazos que dejó al descubierto la manera en que operan las bandas en el territorio.
El juez Gustavo Salvador volvió a presidir el Tribunal integrado por Ismael Manfrín y José Luis Mascali. Durante cinco horas se escucharon los alegatos de los fiscales y de los querellantes Federico Garat y Jesica Venturi –por las familias de las víctimas Claudio Suárez y Jeremías Trasante– y Norberto Olivares, por los padres de Adrián Rodríguez.
En primer plano la fiscal Nora Marull. En el fondo, Sergio el "Quemado" Rodríguez, uno de los acusados
La audiencia empezó con un análisis cronológico de los hechos por parte de la Fiscalía, donde se resaltó la conexidad de la masacre de Villa Moreno con dos delitos previos. El primero ocurrió el 29 de diciembre, cuando Facundo Osuna fue atacado a balazos en la puerta de su casa, en Villa Moreno. Osuna acusó a Maximiliano “Quemadito” Rodríguez de la agresión. El 1 de enero, llegó la represalia: el “Quemadito” fue baleado unas horas antes de los crímenes de Jere, Mono y Patóm. Las partes afirmaron que el múltiple homicidio fue en venganza de la agresión al hijo del “Quemado” y respaldaron la postura con los diversos testimonios que se brindaron en la sala. Sostuvieron que el “Quemadito” se defendió con un arma calibre 9 mm. Si bien no fue hallada en el automóvil en el que circulaba, sí se encontró un cargador de ese calibre al igual que vainas 380, calibre que utilizó el agresor.
La fiscal Marull recordó que este hecho derivó en el traslado del Quemadito al HECA, donde la Fiscalía produjo un detallado muestreo de las filmaciones del hospital donde se observa a Sofia L., novia de Rodríguez, su amiga Mariana C., y a dos de los amigos de la víctima, Delgado y Sprio. Según registros telefónicos fueron llamados por Sofía para auxiliar a su pareja y trasladarlo al hospital. Luego se observa a “Teletubi” charlando con el policía Lisandro Martín –enjuiciado en una causa paralela por incumplimiento de los deberes de funcionario público y encubrimiento agravado junto a Eduardo Carrillo y Norberto Centurión– que presuntamente le brindó los datos personales del herido, que son consignados erróneamente.
También se basaron en la llegada del padre del “Quemadito” y su ex mujer, la pelea que protagonizan con el personal del lugar en el que un empleado declaro haber escuchado decir “nos la van a pagar”. Marull recordó que en el video se observan las idas y venidas de los acusados. Y agregó que Sofía L. sindicó a Palavecino en el hospital, aunque no fue tomado por una cámara. También agregó el cruce de llamadas telefónicas entre todos ellos y la partida de los acusados a las 3.42 del hospital.
Testimonios contra el “Quemado”
La fiscalía relató también el ataque contra los chicos de Villa Moreno, quienes estaban sentados en un banco de la cancha ubicada en Presidente Quintana y Dorrego sólo veinte minutos después dela salida de los acusados del hospital. Según refirieron, está probado que llegaron en una Kangoo blanca, se bajaron por Biedma, cruzaron el predio y uno de ellos era quien comandaba a los otros. Esa persona preguntó a las víctimas por Andrés y como no contestaron disparó hacia arriba. En ese momento el único sobreviviente, Marcelo “Moki” Suárez comenzó a correr. Y sostuvieron la veracidad de su testimonio y el reconocimiento que efectuó del “Quemado”, a quien describió y señaló en la filmación del HECA: dijo que tenía la misma remera rayada que al momento del ataque. Al resto no pudo identificarlos porque estaban más atrás, en los árboles y no los alcanzaba la luz de la calle.
El testimonio fue complementado por Ezequiel Villalba, que era la persona que presuntamente buscaban los agresores y que -según expresaron- era parte de una banda de Villa Moreno enfrentada a la del “Quemado”. El joven declaró verlos subirse a la Kangoo y partir frente a él. Dijo que Palavecino manejaba, el “Quemado” iba como acompañante y Delgado atrás. Dijo también que había una cuarta persona que no reconoció, pero no vio a Sprio.
Sobre el tema de las armas la fiscalía destacó que los tres expertos que declararon en el juicio afirmaron que la pericia balística conectó tres escenarios delictivos. En el triple crimen secuestraron 32 vainas servidas, 2 balas deformadas y 1 plomo encamisado, todas calibre 9 milímetros. En Vera Mujica y Garay, donde fue baleado el Quemadito, se levantaron dos vainas servidas 9 milímetros. Una de ellas coincide las vainas recogidas en Villa Moreno y en jurisdicción de la comisaría 33ª, donde fue abandonado el vehículo del Quemadito luego del ataque. En el interior del auto encontraron una vaina coincidió con las encontradas en la escena del triple crimen. Lo que hizo conjeturar a las partes que el arma de Maximiliano Rodríguez fue utilizada en el múltiple homicidio.
A ello agregaron que la ametralladora utilizada en el triple homicidio fue encontrada en otro procedimiento en barrio Tablada, donde coincidieron 8 vainas servidas secuestradas en Villa Moreno y un arma calibre 9 milímetros fue secuestrada a Gerardo M., alias “Jeta”, otro de los presuntos participantes en el hecho, donde la coincidencia se dio en una sola vaina.
Otro punto tuvo que ver con las escuchas entre los diversos acusados y sus familiares o parejas donde se muestran coartadas, el traspaso de información sobre el hecho y se habla de armas, kioscos y sobrenombres vinculados al mundo de la droga, según refirió la fiscal.
Las partes consideraron probado el escape del “Quemado” y su pareja a Entre Ríos donde posteriormente fue detenido. Y la huida de Sprio y Delgado a Villa Gesell, donde sus celulares fueron captados por antenas del lugar, aunque ambos fueron detenidos con posterioridad en la ciudad. Recordaron también que Palavecino fue testigo de la causa, aunque luego terminó imputado. Esa primera declaración fue incorporada por lectura y en ella afirmó que “Jeta” –el menor involucrado– contó que les dieron con todo a los amigos de Ezequiel, que tenían una metralleta y una pistola y que a los 3 o 4 días Delgado y Sprio se fueron a la costa.
El adolescente le contó que fueron Rodríguez, el “Jeta”, Delgado y Sprio y que pensaron que eran cuatro los muertos. Palavecino pidió custodia luego de la testimonial y a los días solicitó que se levantara, lo que coincidió con una charla telefónica con Maximiliano Rodríguez en el que afirma iba a arreglar todo, sostuvo la fiscal. Luego presentó una denuncia por apremios que ratificó a los meses.
“Yo robo, yo mato, yo trafico”
La querella compuesta por Garat y Venturi sostuvo que el triple crimen no fue aislado o casual, sino que debe verse en el marco de enfrentamiento recíproco de bandas. Hubo modalidad homicida, un despliegue organizado, efectuado con rapidez, con recursos económicos, vehículos y armas disponibles en un breve lapso de tiempo. Agregó que se infundió terror en el lugar que derivó en obstáculos a la investigación y se mostró una violencia inusitada. Afirmó que se trata de una disputa territorial vinculada al narcotráfico, donde el entorno de las víctimas debieron desagraviar sus nombres. Se refirió a la cantidad de balas que recibieron los jóvenes asesinados y la corta distancia con la que fueron atacados y el vínculo de los acusados, especialmente el quemado, con el personal policial.
Por último, Olivares apoyó los argumentos de sus colegas, desecho que se haya producido un montaje cinematográfico o un golpe de efecto a la garantía constitucional del debido proceso como afirmaron las defensas. Sostuvo que son profusas y variadas las pruebas que sostiene a los acusados como integrantes de una banda delictiva. Afirmó que tenían motivos para estar en el lugar del hecho, ya había una disputa despiadada con otra banda de Villa Moreno. Fueron quienes materializaron el hecho y luego se fugaron, agrego y detalló que los autores lograron ser identificados a partir de los dichos de Palavecino y el secuestro al celular de la novia de “Teletubi”.
Concluyó con una frase que surgió de una escucha: “Yo robo, yo mato, yo trafico”, achacada a Palavecino, para sintetizar la cultura que se ha instalado. Y la reemplazó por otra del poeta español Miguel Hernández, en referencia a la libertad: “Yo sangro, lucho y pervivo”.