El director nacional de Migraciones del Ministerio del Interior y Transporte, Martín Arias Duval, dialogó con Infojus Noticias y repasó las políticas públicas que lleva adelante el Gobierno nacional. Se refirió a la respuesta argentina a la crisis humanitaria en Siria y las políticas puntuales para refugiados. "La Argentina incluye y regulariza a más de 130 mil migrantes por año", puntualizó.
La crisis migratoria europea entró de lleno al centro del debate internacional y llegó a su punto más alto tras la publicación de la foto de Aylan Kurdi, el nene sirio que apareció ahogado en la península de Bodrum. En ese contexto, Infojus Noticias dialogó con Martín Arias Duval, director nacional de Migraciones del Ministerio del Interior y Transporte, para repasar las políticas públicas que desde hace años ubican al país entre los más avanzados en materia de migraciones y derechos humanos.
En el día del inmigrante, Arias Duval resaltó que este año la celebración tiene una importancia particular. “En estos días nos hemos visto conmovidos con las fotos que circularon y que nos llevan a plantearnos nuestra responsabilidad como seres humanos, Estados y como miembros de la comunidad internacional”, dijo el funcionario y agregó que “la Argentina puede exhibir una política migratoria de avanzada, que reconoce en el texto de la ley el derecho a migrar como un derecho humano más. No conozco muchas legislaciones en el mundo que lo hagan”.
Entre otras respuestas a la crisis humanitaria en Siria, hace ya casi un año que la Dirección Nacional de Migraciones lanzó el Programa Especial de Visado Humanitario para Extranjeros Afectados por el Conflicto de la República Árabe Siria para facilitar el ingreso al país de extranjeros afectados por el conflicto.
“La Argentina lidera la cuestión migratoria a nivel internacional”, destacó el director. “Sus resultados son altamente positivos en el sentido de ampliación y acceso de derechos, de programas de regularización que permitieron que personas que hubieran sido obligadas a vivir en la exclusión y la clandestinidad hoy tengan un documento nacional de identidad idéntico al que tiene la población nativa. Ese instrumento es el que permite que de manera objetiva empiece a existir un trato igual entre nativos y no nativos”.
—¿Por qué se destaca la política migratoria argentina en el mundo?
A diez años de la ley 25871 de política migratoria, los resultados están a la vista. La Argentina es un país que incluye y regulariza a más de 130 mil migrantes por año. Cuando se sanciona la ley y se implementa el Programa de Regularización Documentaria Inmigratoria Patria Grande encontramos 490 mil personas viviendo en situación de irregularidad. A partir de entonces pudieron salir a luz y tener su DNI.
—¿Cuáles son las políticas focalizadas para refugiados?
—Hace varios años tenemos funcionando la Comisión Nacional para Refugiados (CONARE), que está integrada por representantes de distintos ministerios y organismos del Poder Ejecutivo Nacional que brinda asistencia, contención y acompañamiento en conjunto con el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y organizaciones de la sociedad civil. Pero además de tener una política clara y coherente con la cuestión vinculada a la protección de los derechos humanos de las personas, la Argentina implementó hace casi un año un programa de visados humanitarios para aquellas personas afectadas por el conflicto en Siria, que permite que quien tenga algún vínculo con un residente en el país pueda obtener su visado a partir del trámite que inicia quien reside acá. Lo que tiene de particular es que el migrante llega con un lugar de destino, una familia que le va a dar contención, alojamiento y alimentación, que lo va a acompañar en sus primeros pasos en el país hasta que aprenda a hablar el idioma, consiga un trabajo y pueda desenvolverse por sí solo eso.
—¿Cuál es su análisis de la crisis migratoria que está vive hoy Europa?
—La migración es un derecho humano, pero también lo es el derecho a no migrar. Los Estados tenemos que garantizar a nuestra población que no se vean obligados a abandonar sus países. El migrante migra porque es perseguido, porque tiene hambre o porque teme por su vida por una guerra y todo este tipo de situaciones están provocadas por la gran desigualdad que existe en el mundo. Nuestra ayuda está en reconocer que el otro tiene los mismos derechos que tengo yo y generar las condiciones para que eso sea efectivo. Los que tienen una posición de privilegio tienen una obligación humanitaria de ser solidarios con aquellas naciones que necesitan ayuda.
—Existen discursos que vinculan la falta de barreras a la inmigración con el aumento del delito o la falta de trabajo. ¿Cómo se responde a eso?
Hasta hace no mucho tiempo veíamos como en los medios de comunicación en nuestro país se hablaba de invasión de extranjeros, de una migración de baja calificación, se identificaba determinados colectivos migrantes con determinadas actividades negativas, actitudes todas de impronta xenófoba y de discriminación contra el otro por ser extranjero o físicamente distinto. Sin embargo, apenas el 5% de la población argentina es extranjera, todo el resto es nativa. La población migrante no le ha quitado puestos de trabajo a los argentinos porque el índice de desocupación ha disminuido en los últimos años en relación a como estábamos en el 2001 cuando regía otra legislación migratoria. Los índices de criminalidad, si no han disminuido, se mantienen estables y la composición de la población carcelaria es coherente con cómo está compuesta la población extracarcelaria. Tenemos que terminar con los mitos que se crearon en torno a la persona migrante.
—¿Cómo contribuye la migración al desarrollo?
—Si nosotros vemos como está compuesta la pirámide poblacional de los países europeos e incluso la nuestra, y analizamos cuáles son las características de la migraciones nos vamos a dar cuenta que la migración es altamente positiva para sostener una pirámide razonable. La disminución de la tasa de natalidad en el mundo y el aumento de la expectativa de vida hacen que sea necesario fortalecer la base con población joven. En ese marco, más del 70 por ciento de la población migrante en nuestro caso es población económicamente activa y en edad reproductiva. Todo esto es un aporte altamente positivo que muchas veces no miramos. El migrante satisface demanda de mano de obra que nos es satisfecha por la mano de obra local y así contribuye a mejorar y reactivar la economía.
—¿Cómo pueden las políticas públicas empujar y potenciar este aporte?
Nuestra política migratoria basada en al ampliación de derechos no se da en forma aislada. Si miramos las políticas públicas en materia de acceso a la justica, educación, salud, previsión social nos vamos a dar cuenta que todas nuestras políticas están inspiradas en la ampliación de derechos y respeto a los derechos humanos. Entonces la política está en línea con toda una concepción sobre cuál debe ser el rol del Estado.
AS/LC