Zaida Gatti, titular de Programa de Rescate y Acompañamiento a las Personas Damnificadas por el Delito de Trata, analiza cómo el secuestro y desaparición de Marita hace doce años reconfiguraron la lucha contra la trata de personas desde el Estado. El lunes se dictará una nueva sentencia por pedido de la Corte Suprema de Tucumán.
Cuando desapareció Marita Verón, en 2002, Zaida Gatti trabajaba como psicóloga de manera particular. Había leído sobre trata de personas pero no se había sumergido en el tema. El motor de su interés lo puso en marcha Susana Trimarco. Zaida la vio denunciando en la televisión el secuestro de su hija de 23 años y ahí se puso a estudiar cómo funcionaba este delito complejo. Doce años después, está al frente del Programa nacional de Rescate y Acompañamiento a las Personas Damnificadas por el Delito de Trata del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación que ya lleva rescatadas 6431 personas de los tentáculos de las redes de explotación sexual y laboral.
“Nunca se me había ocurrido que iba a estar trabajando en esto”, dijo a Infojus Noticias Zaida, que le puso el cuerpo a casi la mitad de los 3.000 allanamientos que se hicieron de 2008 a esta parte.
-Hoy se cumplen doce años de la desaparición de Marita ¿Qué cambió en este tiempo en relación a la trata de personas?
-El caso permitió visibilizar las grandes redes que funcionaban en el país y que estaban ocultas debido a la inacción estatal. Hasta ese momento la Argentina había firmado distintos documentos que comprometieron al país en la persecución del delito. Pero esas firmas quedaban en meros compromisos internacionales. Recién en 2004 esto comenzó a convertirse en política de Estado. Susana se acercó al gobierno nacional después de haber peleado con los gobiernos provinciales, las policías locales, haber denunciado los niveles de connivencia. Y el Ejecutivo nacional la escuchó.
-¿Cuál fue el cambio para que se convirtiera en una política de Estado?
-Escuchar a las víctimas. Siempre digo que Néstor Kirchner se comprometió con las víctimas. En 2006 la ley 26.364 –que se sancionó finalmente en 2008- tenía media sanción en senadores. Estaba frenada la discusión en Diputados porque las organizaciones de la sociedad civil reclamaban lo que finalmente se modificó después, que era el tema del consentimiento. El gobierno de Néstor terminaba en diciembre de 2007 y él mismo se preocupó en octubre de ese año en firmar un decreto, uno de los últimos que sacó como presidente, que fue el decreto 1.281/07. El texto creaba un Programa Nacional de Prevención y Erradicación de la Trata de Personas y de Asistencia a sus víctimas.Imagino que habrá pensado “como la ley no se aprueba algo tenemos que hacer”. Néstor quiso dejar algo. Luchar contra la trata fue su voluntad política.
-Un año bisagra fue el 2008 cuando se sancionó la primera ley que tífica el delito. También se creó la Oficina, ¿cómo fue empezar a trabajar desde cero?
-Inmediatamente después de la tipificación del delito, se crean las unidades específicas de lucha contra la trata en las distintas fuerzas de seguridad. También se crea la Oficina. Nosotros empezamos a trabajar sobre la nada porque, justamente, no había nada antes. Pero teníamos algunas certezas de las cuales estábamos seguras: en el programa tenían que trabajar psicólogas expertas en género. Estas profesionales tenían que ser civiles, no podían ser parte de las fuerzas de seguridad como en otros países. Nosotros nos parábamos desde esta convicción: a las víctimas se las entrevista, no se las interroga.
El juicio
El caso Verón sembró en Zaida una inquietud que después se transformó en trabajo cotidiano y militancia contra la trata. En agosto de 2012 todo lo que había aprendido sobre el tema y en particular sobre el caso tucumano pudo exponerlo en el marco del juicio que terminó, inesperadamente, con la absolución de los trece imputados. El debate oral había empezado en febrero de 2012, después de 10 años de ausencia de la hija de Trimarco.
“Me llamaron para declarar como experta. Me preguntaron mucho sobre el perfil de la víctima. Expliqué cómo funcionaba el stress post traumático: ellas no podían dar cuenta de exactitudes, detalles de nombres de apellidos; pero se acordaban de algunos rostros. Podían relatar hechos del pasado como si fuesen actuales y cuando se le preguntaba sobre cuestiones recientes no las recordaba”, rememoró la psicóloga.
La experiencia de Zaida fue similar a la de la mayoría de los testigos que se sentaron frente a los jueces de la Sala II de la Cámara Penal de Tucumán. “Me trataron muy mal. Tuve que soportar la falta de respeto de los abogados defensores de los imputados. Primero objetaron mi presencia ahí porque no se estaba juzgando un caso de trata de personas. Después, durante las 4 horas que estuve declarando hablaban entre ellos, se reían hacían comentarios, fuera de lugar”, recordó.
“Me empezaron a preguntar cuántas víctimas habíamos rescatado ese año, en 2011, en 2010. Todo para ver si me equivocaba”, explicó. Ese día Zaida transitó la experiencia por la que pasarían muchas de las mujeres de prestaron testimonio durante el juicio. “A mí no me asustaron, pero todo eso multiplicado por diez se lo hacían a una víctima”, dijo.
Las profesionales del equipo que comanda fueron fundamentales durante el proceso. Acompañaron a las víctimas que pusieron en fila esos recuerdos que su memoria había mandado al purgatorio y, a la vez, todo el debate oral significó una especialización en la temática. “El juicio nos permitió ver en vivo y en directo cómo funciona una red de trata”, explicó.
La absolución masiva dejó un sabor amargo para todos. Entre las víctimas que declararon se instaló un miedo aún mayor al que tenían antes del debate: el temor a la impunidad de sus explotadores. “Además del descreimiento total en la justicia, las víctimas nos decían que se habían expuesto y que ahora estaban solas. Eso nos significó el trabajo de intentar sumarlas al Programa nacional de protección de testigos y de seguir trabajando con ellas. Una de ellas, por ejemplo, tenía tanto miedo que desapareció. No nos contestó más el teléfono”, contó Gatti.
-¿Cuál es la deuda pendiente en el combate del delito de trata?
-Lo que queda es terminar de articular a todos los organismos que tienen que integrarse a la asistencia integral de la víctima. Todo lo relacionado a vivienda educación, salud y trabajo. Cuando la persona tiene garantizado todo esto, no sólo está más empoderada sino que no va a ser blanco fácil de otras redes.
El próximo lunes el nuevo Tribunal de Tucumán encargado de revisar el fallo que absolvió a los 13 imputados por la desaparición de Marita Verón dictará una nueva sentencia por pedido de la Corte Suprema de Justicia de Tucumán. Zaida viajará a Tucumán. Quiere estar presente cuando un nuevo cuerpo de jueces juzgue a quienes secuestraron a la joven hace doce años. “Me pidió Susana que vaya. Así que voy a ir”, cuenta.