El secretario de Derechos Humanos, en diálogo con Infojus Noticias, cuenta como se gestó la puesta en valor y custodia de la ex ESMA. Más de 200 consultas con expertos, sobrevivientes y organismos de Derechos Humanos y se avanzó en acuerdo con la justicia para preservar posibles pruebas. "La propuesta", dice Fresneda, "es que las futuras generaciones comprendan ese pasado y que son los custodios de la democracia".
Martín Fresneda recuerda que en 2012, cuando asumió como secretario de Derechos Humanos, la custodia y la puesta en valor de los predios de la Ex Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), era parte central de la agenda que tuvo por delante. Ahora como fruto de esa iniciativa –“impulsada como política de Estado por la presidenta”- el ex Casino o casa de los oficiales, donde cientos de personas fueron torturadas, se podrá recorrer con “una mínima intervención museográfica”.
La apuesta es para “que en el futuro sirva para educar a todas las generaciones como una garantía de no repetición”, explica Fresneda. Y cuenta que se trata de una intervención “más bien tecnológica, con textos, conceptos e imágenes que no afectan la estructura del lugar”. Se refiere al ex Casino de oficiales: una estructura de cuatro pisos desde donde se hacían tareas de inteligencia, los oficiales tenían sus habitaciones y estaban “Capucha” y "Capuchita", los lugares donde se alojaba y se torturaba a los secuestrados.
En 1983 el predio dejó de funcionar como centro clandestino, pero la marina lo mantuvo bajo su órbita hasta el 24 de marzo de 2004, cuando Néstor Kirchner le dio respuesta a la demanda de los organismos y pasó la ESMA a la órbita del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. El 8 de mayo de 2014, la legislatura porteña aprobó el traspaso de todos los inmuebles al Ejecutivo Nacional.
-¿Cómo se impulsó este proyecto?
En 2012 empezamos a discutir el proyecto central y continuamos con las actividades que se venían haciendo en el predio. El directorio del Ente Espacio para la Memoria se abocó a estudiar la propuesta de intervención museográfica del casino de oficiales, donde materialmente funcionó la maquinaria de tortura, traslado y asesinato de detenidos. Se hicieron más de doscientas consultas con expertos, sobrevivientes, organismos de derechos humanos y la propuesta original se modificó hasta lograr un consenso aceptable.Teníamos que volver a pensar como sitio para la memoria histórica toda esa estructura que había sido puesta al servicio del exterminio del opositor político durante la última dictadura militar.
-¿Qué tuvieron en cuenta a la hora de evaluar la propuesta?
Es una definición de la secretaría de Derechos Humanos y de la Presidencia llevar adelante una política pública que no afecte la intangibilidad y la preservación de un sitio histórico, pero que lo convierta en una herramienta pedagógica. Sobre todo pensando en las generaciones futuras, en 100 o 200 años, para que sirva como garantía de no repetición. El juez de instrucción federal Sergio Torres autorizó cada parte de la propuesta porque hay que seguir investigando los delitos que allí se cometieron.
-¿Qué apuesta hicieron con el proyecto?
La propuesta es que las futuras generaciones comprendan ese pasado y que son los custodios de la democracia. En la puesta museográfica se puede conocer tanto lo que fue el terrorismo de Estado como las políticas de memoria, verdad y justicia en la recuperación de la democracia. Es una propuesta en diálogo con el presente: de una sociedad que padeció la Doctrina de Seguridad Nacional, pero que también resistió las políticas neoliberales, cuando quisieron transformar el lugar en un shopping. Por eso la ex ESMA es un emblema del plan de exterminio del opositor político, de la maquinaria de muerte, pero también del momento en el que Néstor Kirchner pidió perdón por 20 años de silencio y de impunidad.
-La ex ESMA también es una prueba para la justicia ¿Cómo se compatibiliza este aspecto con el proyecto?
Como secretario de Derechos Humanos me puedo equivocar en cualquier cosa, menos en perjudicar prueba que nos permita lograr justicia por nuestros familiares. Tomamos todos los resguardos. Todo está bajo la custodia y el estricto control del juez Torrres. Nada se hace sin autorización previa, y hay cosas que el juez no habilitó.
Cuando se entregó eso, miembros desconocidos de las fuerzas destrozaron el lugar y está tal cual lo entregaron. El lugar está idéntico a como lo entregaron en 2004. De ninguna manera la intervención museográfica puede afectar la visión del lugar que puede tener un nuevo testigo. El 90% de la intervención es fácilmente desmontable, y la tecnología es muy sobria y fiel con los testimonios y la documentación recopilada por la CONADEP, en el juicio a las Juntas, en los juicios tras la caída de las leyes de impunidad. Nada que esté en el museo tiene un aspecto ficcional. Todo dialoga con el rigor histórico de la documentación y los testimonios.
-¿Recorrió la puesta museográfica una vez finalizada su instalación?
La recorrí mientras se estuvo montando y al finalizarla. Fueron dos horas de recorrido, leí todos los textos. Uno ingresa a un lugar donde recorrés distintos momentos de la historia, la dimensión del drama y las pujas políticas de determinado momento de la historia. Entrás en un mundo donde se tensionan los diversos modelos de país, desde Irigoyen hasta la recuperación de la democracia. Y a partir de ahí la batalla del pueblo argentino por recuperar los valores democráticos.
Te permite entrar en el drama más profundo que vivieron los que pasaron por ahí. El lugar era la maquinaria misma del horror y tenía distintos engranajes, desde la logística, hasta las tareas de inteligencia, y las de los grupos de tareas. El horror y lo cotidiano está representado en la familia del vicealmirante retirado de la Armada, Rubén Jacinto Chamorro. Era el director de la ESMA y vivió allí con su familia.
-¿Cómo definiría a la propuesta?
Es un sitio de memoria, no tiene esa concepción de lugar donde se guarda la memoria; sino más bien de una memoria dinámica donde la experiencia del pasado dialoga con el presente en la construcción del futuro. Comprende claramente qué se hizo, uno puede imaginarse a lo que sucedió allí. Por fuera del edificio uno puede ver el proceso de recuperación que las fuerzas de la democracia plasmaron en esos lugares donde antes hubo muerte y dolor. Hoy allí hay memoria ganándole la batalla histórica a la impunidad y al olvido.
MB/SH