Hoy a las 16:30 se conocerá el veredicto en la megacausa Villa Urquiza. Casi 70 testigos contaron el calvario de la represión en Tucumán, y cómo fueron los días en el penal de Villa Urquiza durante 1975 y 1983.
La décima sentencia de juicios por delitos de lesa humanidad en la provincia de Tucumán se conocerá hoy a partir de las 16.30 horas. La megacausa Villa Urquiza tiene en el banquillo de los acusados a 10 imputados, entre ellos, un ex militar y un ex policía. Los ocho restantes fueron guardiacárceles de la penitenciaría General Villa Urquiza donde, según la hipótesis fiscal, fueron alojados los considerados ‘subversivos’, en las mismas condiciones que en cualquier centro clandestino de detención. Los delitos que se juzgan: torturas agravadas, abuso sexual y homicidio.
Tres meses y casi una veintena de audiencias duró el juicio en el que casi 70 testigos contaron sus días en el penal de Villa Urquiza durante 1975 y 1983. “Que fueron detenidos es una forma de decir, porque en realidad han estado en calidad de secuestrados”, señaló la semana pasada la abogada querellante Julia Vitar. Tanto para ella como para la fiscalía y la querella de la Secretaría de Derechos Humanos, quedó probado que el penal funcionaba como un eslabón más dentro del circuito clandestino de represión.
“Se ha tratado de dar a entender que había un marco de legalidad en la detención de estas personas”, aseguró el fiscal Pablo Camuña. “Para correr ese velo, que es un velo muy delgado de legalidad, hace falta nada más leer las causas y escuchar las declaraciones”, dijo el abogado al concluir sus alegatos por las 38 víctimas en esta megacausa. Los letrados pidieron penas que van desde los 8 años a prisión perpetua para la decena de imputados entre los que se encuentran: Jorge Omar Lazarte (ex militar), Roberto Heriberto Albornoz (ex policía), Daniel Arturo Álvarez, Ángel Armando Audes, Augusto Wertel Montenegro, Santos González, Juan Carlos Medrano, Pedro Fidel García, Francisco Alfredo Ledesma y Héctor Manuel Valenzuela.
Del pabellón de encausados al de la muerte
Que las condiciones de reclusión cambiaron después del golpe de Estado en marzo de 1976 fue una afirmación recurrente entre los sobrevivientes que pasaron por la sala de audiencias. Las visitas se restringieron, los elementos enviados por los familiares dejaron de llegar, y el hambre y el frío fueron una constante. Lo peor llegó después de mayo, cuando asesinaron a José Cayetano Torrente.
La muerte de Torrente fue informada a sus familiares y en los medios de comunicación, con la versión de un motín dentro del penal. Pero los testimonios judiciales señalaron que fue fraguado por los mismos guardias cárceles y con la presencia de Roberto Heriberto Albornoz. Que los detenidos fueron sacados al patio y sometidos a torturas. Que desde afuera se sentía estaban tirando agua, como si se estuvieran limpiando. Que cuando entraron, la humedad penetraba los sentidos, y las manchas de sangre en las paredes no habían podido ser removidas. José Cayetano no volvió más con sus compañeros pero el que sí volvió fue otro de los reclusos, Juan Pablo Soria.
“JP Soria” -así le decían otros catalogados de ‘subversivos’ en el penal- volvió un tiempo después. Estaba muy cambiado. Parco y temeroso, llegó a contar que el día del supuesto motín logró ver desde su escondite cómo degollaban a Torrente. Que cuando lo descubrieron lo llevaron a un calabozo: había pasado allí todo ese tiempo.
Las condiciones endurecidas tras el golpe de Estado, empeoraron drásticamente. Se soldaron las diminutas ventanas y se dispusieron dos líneas de celdas. ‘Ojo’ era la palabra que marcaba que de un lado se encontraban los presos considerados ‘peligrosos’. ‘Semiojo’ estaba escrito en las otras celdas, que alojaban de a dos a los detenidos. Así lo contaron los testigos el pabellón ‘E’, al que se refieren como “el pabellón de la muerte”. Allí, un par de meses después, Juan Carlos Suter habría sido asesinado con una inyección letal.
Mujeres, niños y partos en la cárcel de varones
El penal de Villa Urquiza siempre fue un penal de varones. Sin embargo, después de 1975, se improvisó ahí un espacio para la reclusión de mujeres. Son siete las víctimas femeninas en esta megacausa, pero los testimonios hablan de una veintena que estuvo en ese sector. Muchas de ellas, junto a sus hijos. Compartieron las mismas condiciones de encierro y precariedad que sus madres.
Tachos de sopa donde las pezuñas de vaca con pelos eran la mejor opción. La leche para los bebés calentada en una cuchara y al calor de una vela. El agua tibia del baño de los niños que ellas recogían y se turnaban para reutilizar e higienizarse un poco. El parto de Hortensia atendido por las mismas compañeras. Esas que sin experiencia oficiaron de comadrona y cortaron el cordón umbilical con una hojita de afeitar, sin saber que antes de cortarlo debían atarlo. “Ese bebé se podría haber desangrado”, dijo una de las tantas testigos al recordar la escena.
No fue el único parto que se produjo en la Penitenciaría General Villa Urquiza. Todas las testigos hablaron de una mujer que estaba aislada del resto. Apenas sabían de su existencia porque algunos de los niños la habían escuchado. SN (su nombre se preserva por aplicación de protocolo) era esa mujer que vivió ahí encerrada para ser sometida, incluso durante su embarazo, producto de las reiteradas violaciones. Sola, vendada, aislada, fue sacada de allí solo para dar a luz a su hija o hijo, al que nunca pudo ver. Intuye que fue un varón. Lo parió en el piso, sobre un colchón y sin poder ver quién o quiénes la habrían atendido.
"Pudimos contar lo que vimos"
La fiscalía terminó sus alegatos durante la mañana de ayer. La semana pasada se escuchó la valoración de las pruebas que hicieron las querellas. Entre las víctimas de esta megacausa se encuentran tres personas desaparecidas: Jorge Omar Kofman, Alberto César Ferreyra y Manuel Ascencio Taján. Los tres fueron vistos por última vez en el penal de Villa Urquiza, luego de haber recorrido otros centros clandestinos en la provincia. Ayer también se escuchó a los abogados defensores pedir la absolución para sus defendidos y la palabra de los imputados, que aseguran ser inocentes.
Durante la mañana de hoy, se escuchará al último imputado que pidió hablar, Daniel Arturo Audes. Luego el tribunal pasará a deliberar y el veredicto se dará a conocer a las 16.30 horas. “La figura del sobreviviente es muy importante en este juicio”, dijo a Infojus Noticias Lilián Reynaga. Reynaga fue una de las primeras testigos en declarar y es miembro de la Asociación de Ex Presos Políticos de Tucumán. “Pudimos contar lo que vimos y ayudar con algo a que se haga justicia por los compañeros que ya no están”, reflexionó la testigo y militante que hoy espera, junto a sus compañeros, una sentencia que respalde esa verdad tantas veces negada.