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Infojus Noticias

11-11-2013|18:03|Juicio Buenos AiresProvinciales
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Segunda audiencia del juicio por el asesinato de Lucas Roldán

Crimen del limpiavidrios: quiénes son los tres policías acusados

Hace diez años asesinaron a tiros a Lucas Roldán. Ya hubo un juicio en el que Rubén Solares, Juan Alberto Monteyrú y Lucio Montero fueron absueltos. Ahora la querella busca demostrar que se trató de un caso de gatillo fácil. El perfil de los ex uniformados que le habrían "plantado" armas y drogas a Lucas para hacerlo pasar por un ladrón.

  • El ex policía Rubén “Percha” Solares, ícono de la "limpieza social" en la zona de Lugano. Fotos: Sol Vazquez.
Por: Juan Manuel Mannarino

Rubén “Percha” Solares ríe. Es la única vez que lo hará en la segunda audiencia del juicio por el crimen de Lucas Ariel Roldán. Luce demacrado: es flaco, huesudo y tiene una mirada de hielo. A su lado hay un paraguas que parece un bastón. El “Percha” escucha a Susana, la mujer del ex sargento La Loggia -alias “el 22″ y fallecido en 2008-, que también estaba imputado por el caso Roldán, y le dice algo al oído al ex inspector Juan Alberto Monteyrú, un hombre de bigotes y tan macizo como un oso. El ex sargento Lucio Montero –el más serio de los tres, colorado, de anteojos- está cruzado de brazos a escasos metros. Susana cuenta cómo se juntaban los policías a cenar en su casa. Dice que eran buenos, simpáticos y confidentes. Cuatro amigos inseparables.

El juicio por el asesinato de Lucas comenzó la semana pasada en el Tribunal Oral Criminal N° 24 de Capital Federal. Roldán era un joven limpiavidrios que fue acribillado a balazos en marzo de 2003. Este nuevo juicio contra los tres policías  imputados –que habían sido absueltos en un juicio anterior- busca demostrar que Roldán fue víctima de gatillo fácil.

El “Paraguayo" Montero está acusado de homicidio calificado, mientras que el ex sargento "Percha" Solares y Monteyru están imputados de encubrimiento agravado. La Loggia debería estar junto a sus ex camaradas de la Brigada, pero murió poco después del crimen de Lucas.

El ex sargento Lucio Montero con su abogado, saliendo de los tribunales.

El asesinato ocurrió en marzo de 2003. Lucas estuvo seis días desaparecido hasta que su cuerpo apareció con cuatro tiros, en el interior de un Fiat Duna robado, con una pistola al lado y un kilo de cocaína debajo de uno de los asientos. El arma y la droga fueron “plantadas” por la policía en la escena del crimen. Los policías de la Federal –que se movían en un Ford Falcón- armaron la escena de una “persecución” a Roldán –al que tildaron de “delincuente”- que se consumó en un posterior “enfrentamiento”.

Dijeron que lo mataron en legítima defensa porque Roldán los atacó a tiros de forma imprevista.

¿Qué pasó en el primer juicio?

Los policías fueron liberados - aunque solo uno de ellos había estado preso- en un fallo de primera instancia, dictado por el Tribunal Oral Criminal Nro. 26 en junio de 2008 y que fue apelado por la abogada Paula Squassi, defensora de la familia Roldán. El recurso fue admitido por la Sala III de la Cámara de Casación, quien su tomó su tiempo, pero terminó dictaminando la nulidad de lo actuado y ordenando la realización de nuevo debate.

“Tenemos buena expectativa, pero malas experiencias. Hemos trabajado muchísimo desde que los policías fueron absueltos, y esperamos que las nuevas pericias nos encaminen en la búsqueda de la justicia. Estamos luchando contra una institución corporativa que es la policía, pero no nos vamos a rendir”, dice ahora Squassi, tras las audiencias del segundo juicio.

En cada cuarto intermedio, la abogada le agarra la mano a Elvira, la madre de Lucas. Sabe que hay pronóstico favorable: que el nuevo Tribunal tendrá en cuenta pruebas y pericias que el anterior desestimó. 

El ex inspector Juan Alberto Monteyrú.

Lo que dejaron las audiencias

Hoy se desarrolló la segunda audiencia sin grandes novedades. La mayor parte de los testigos –que fueron de concepto- declararon a pedido de los defensores de los policías, pero aportaron detalles poco significativos. Al igual que Susana, la mujer de La Loggia, todos dijeron que los agentes eran buenas personas, amigos inseparables y ciudadanos ejemplares.

Los jueces del tribunal recibieron a los testigos con una frase repetida: “Sabemos que el recuerdo se va perdiendo, les pedimos que traten de hacer el esfuerzo”. Pasaron diez años de los hechos. Los testigos debían mirar las fojas de la causa para reconocer detalles de sus testimonios.

Durante la primera audiencia –desarrollada el último jueves-, declararon los peritos. Aconsejados por sus abogados, los imputados se negaron a testimoniar.
La médica legista forense de la Policía Federal, Ana Spinetti, detalló que Roldán falleció entre las 14.50 y las 15.5, entre tres y cuatro horas antes de que ella llegara al lugar. El horario de la muerte es clave: la querella sostiene que los imputados tuvieron tiempo suficiente para plantar las pruebas antes de que llegaran los peritos.

A su turno, Sergio Andrés Gigena, el perito policial que revisó los dos vehículos, dijo que no encontró vainas ni sangre en el interior del Duna.
Visiblemente incómodo y un poco nervioso, Carlos Antonio Barros, actual comisario de la 36, explicó que llegó a la escena junto al entonces comisario de la 52 y que involuntariamente no se consignó en el acta la hora en la que habían arribado.

El comandante de Gendarmería José Miranda y el perito judicial y coronel retirado Héctor Paiba señalaron que era técnicamente imposible que Lucas disparara desde el vehículo y acertara en la parrilla y el neumático del Falcon, cuya pericia para certificar el daño en el caucho nunca se realizó, según quedó asentado en el debate. Dijeron que no había evidencia física del “enfrentamiento”: no hallaron indicios de persecución.

La licenciada en Criminalística Silvia Viviana Buffalini, aportada también por la querella, subrayó que de acuerdo al ángulo de entrada de la bala que perforó la parrilla del Falcon, el tirador tendría que haber estado fuera del Duna y que debió disparar arrodillado, a unos 60 centímetros en paralelo al suelo. Según Buffalini, fue imposible que Roldán haya disparado desde el auto en una persecución.

Elvira, la madre de Lucas, hace diez años que pide justicia. Acá junto a su abogada, Paula Squassi.

¿Quién es el “Pecha”?

El “Percha” Solares es un icono de la "limpieza social" en la zona de Lugano, el extremo sur de Buenos Aires. En los pasillos de Villa 20 se volvió célebre por la impunidad de la que hace gala. Se dice que, incluso, llegó a firmar un fusilamiento dejando un pedazo de percha sobre el cadáver de su víctima. Ya retirado de la fuerza desde 2010 –acusó problemas de tiroidismo-, ahora trabajaría como agente de seguridad para una empresa privada.

La tarde del 6 de marzo del 2003, el cuerpo de Lucas apareció en un automóvil robado, con un arma a pocos metros de él y más de un kilo de cocaína debajo del asiento. Le habían pegado cuatro tiros. Los policías -todos miembros de la brigada de la comisaría 52- declararon que cuando lo quisieron identificar, Lucas los atacó a balazos y tuvieron que repeler la agresión.

Preocupada por la ausencia de su hijo, Elvira, la madre de Lucas, recorrió comisarías y hospitales durante seis días, hasta que encontró una publicación barrial donde se hablaba de la muerte de un joven. Tuvo un presentimiento y no se equivocó: el muerto era su hijo.

Pronto se enteró que en el operativo había participado "Percha", y que las familias de otros jóvenes muertos -entre ellas las de “Pipi” Alvarez, “Cañito” Gramajo, Marcelo Barboza – también lo señalaban como verdugo. Esas causas, a diferencia de la de Lucas, se archivaron y nunca llegaron a juicio.

En la causa, la primera versión policial fue dada a conocer por la declaración de Solares. Dijo que mientras se desplazaban por la zona junto al resto de la Brigada de la comisaría 52, vieron un auto sospechoso. Al darse cuenta de que eran policías, el conductor aceleró la marcha y comenzó a disparar, todo al mismo tiempo. Luego de que el supuesto hampón le acertara a la rueda del Falcon en el que iba la Brigada, perdió control del auto y chocó contra un árbol.

Los cuatro miembros de la Brigada se bajaron del coche para enfrentarlo. Estaban Montero, Morteyru, La Loggia y Solares. Siempre según la versión de éste último, La Loggia se escondió detrás de la puerta, Percha y Morteyru cruzaron la calle para parapetarse detrás de un cantero y Montero se paró de frente al agresor.

Lo que este nuevo juicio está destapando son las responsabilidades de los agentes policiales. Al momento del crimen de Roldán, Monteyrú estaba a cargo de la Brigada y Montero habría disparado por propia iniciativa, sin aguardar la orden de su jefe.

El joven murió de cuatro balazos; uno en el cuello, dos en el brazo y otro en el tórax. Unos días después, un diario de la zona publicaba una crónica titulada: “Uno menos: cayó en tiroteo peligroso narcotraficante”. El diario nunca se rectificó del fatal error.

A días de la prescripción de la acusación por encubrimiento a dos de los juzgados, la abogada Paula Squassi buscará que los alegatos sucedan el próximo viernes. Ese día, se presentará a testimoniar el último perito. Se calcula que la sentencia ocurrirá en menos de quince días.

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