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Infojus Noticias

16-11-2014|10:05|Crimen Ferreyra Santiago del EsteroProvinciales
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Hoy se realizará un festival conmemorativo en el polideportivo de Monte Quemado

Cristian Ferreyra, el duende que cuida el monte

A tres años del asesinato del militante del Mocase, en pleno desarrollo del juicio, Infojus Noticias conversó con amigos, familiares y compañeros para reconstruir la vida de este joven de 22 años que luchó y murió por el derecho a la tierra.

  • Ilustración Gentileza Chelo Candia
Por: Gustavo Ahumada

A la hora de la siesta, el 16 de noviembre de 2011, Cristian “Cacho” Ferreyra estaba en Monte Quemado, en una asamblea del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE). Se reunían en la casa de su amigo Darío Godoy y fue allí dónde una moto interrumpió la placidez del pueblo. Con una Ithaca en la mano, Javier y Anton Juárez mandaron llamar al joven militante por la tierra. Los dos eran empleados del empresario santafesino Jorge Ciccioli, quien decía que los terrenos que ocupaban eran de su propiedad. Finalmente Cristian salió:

- Dejate de joder con este campo- le dijo uno de los Juárez.

- Qué va a ser tu campo. Vos no tenés nada que hacer en este campo- le respondió Cristian.

Ángela, la esposa de Cristián vio la escena y pegó un grito:

- ¡A Cacho no!

Se escuchó un tiro, después otro, la moto arrancó y se fue. Cristian quedó tirado. Se desangró en plena siesta. Su sangre quedó en la tierra.

*** 

A los 10 años, Cristian era el más grande de sus hermanos. La cosa no era fácil. Leandro, su padre, hacía un tiempo que no podía trabajar. Le habían amputado un brazo por un tumor. Mirta, su esposa,  se hizo cargo del trabajó duro y salió a cortar quebracho al monte.  

Cristián la acompañaba y desde entonces no dejó de trabajar. Al trabajo de hacer postes, se le agregó el cuidado de los animales. Mientras crecía, criaba a sus hermanos más chicos, y la escuela la terminaba “a las cansadas” como recuerdan sus compañeros. No era de hablar mucho y si alguien le decía algo enseguida se retiraba. Ni jugar al fútbol sabía. “Siempre estaba en la casa trabajando. Los sábados y domingos también”, cuenta su cuñado José Cuellar.

Todavía adolescente, Cristian empezó a salir con Ángela y cuando fueron mayores de edad se fueron a vivir juntos. Ella es sobrina de Javier Juárez, el de la moto, quien  muchas veces lo increpó. En la zona se cuenta que lo amenazaba y hasta lo golpeaba. “Cacho nunca contaba nada, se enteraban por otro segundo o tercero, en la casa no decía que le habían pegado”, recuerda su familia.

Cristian hacía doce o trece postes por día. Con Ángela se habían empezado a construir un ranchito. En ese tiempo, Cristian comenzó a ver cómo al paraje de San Antonio, donde vivían, iban llegando empresarios y se alambraba la zona. Algunos vecinos sólo atinaban a decir “será de ellos la tierra” y se quedaban en silencio.  

Pero Cristian comenzó a dudar. Tiempo atrás, el Mocase había ayudado en la zona con la construcción de aljibes y galpones. Cristian y su cuñado José los conocieron allí. El tiempo pasó y el problema comenzó a ser mayor. Además de los alambrados, se veían desmontes. “No podemos dejar esto así” le decía Cristian a José cuando en la siesta hablaban de lo que veían monte adentro. Ángela ya estaba embarazada y Cristian se decidió a militar.

Comenzó a ir a reuniones para ver qué podían hacer hablando con los abogados del movimiento. Cristian tomó la posta en la zona y recorría en moto los más de 60 kilómetros que separan San Antonio de Monte Quemado para ir a la policía provincial, que nunca le tomaba sus denuncias. 

Con el tiempo llegó a integrar la Secretaria de Producción del Mocase.

- Iba llevando la voz de los compañeros. Aunque no hablaba mucho era uno de los pocos que andaba agitando. Iba para adelante- cuenta el militante Cariló Olaiz.

Cristian se las ingeniaba. Era uno de los pocos con celular por aquellos años pero la señal era un problema. Él se trepaba a los quebrachos en busca de conexión para poder comunicar todo lo que pasaba. “Tenemos que seguir haciendo denuncias”, repetía.

Matías, su hijo, nació en 2009. Aunque ya tenía familia propia, Cristian seguía pasando todas las tardes por la casa de Miriam. Se acomodaba en la tierra y apoyaba, como cuando niño, la cabeza en el regazo de su madre. Descansaba, se  tranquilizaba y pensaba.

***

Tres años después de su asesinato, también a la hora de la siesta, desde una carpa del Mocase en Monte Quemado, suena un chamamé. Desde allí trasmiten un programa de radio que acompaña el juicio que tiene como acusados al empresario Ciccioli y a su patota. Hoy se realiza un festival en el polideportivo para honrar su memoria bajo el lema "Ni un muerto más por el derecho a la tierra" Su madre, sus compañeros y su esposa reclaman justicia para Cristian. Los campesinos de la zona dicen que se transformó en un Sacháyoj,  un duende que deambula en el monte y protege a los árboles de la voracidad humana.

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