Militante del Mocase, “Cacho” Ferreyra fue asesinado cuando luchaba por defender su tierra. El año pasado sólo se condenó al autor material de los hechos, pero no al empresario considerado por la querella como el autor intelectual. Los abogadores defensores apelaron el fallo, pero la Justicia aún no se pronunció.
A cuatro años del asesinato del joven campesino Cristian Ferreyra la justicia santiagueña aún no revisó la sentencia que condenó sólo al autor material de los hechos y no al empresario considerado por la familia de Cristian como el autor intelectual. Desde junio pasado la Cámara de Apelaciones de la provincia tiene pendiente de resolución las apelaciones presentadas por la querella y la fiscalía.
Las apelaciones fueron presentadas por el abogado Pedro Ibañez, que representa al hijo y la esposa de Cristian; junto con la de Darío Godoy, el otro herido en 2011, y el fiscal Guillermo Lozano. A mediados de junio se realizó una audiencia de la que participaron todas las partes, incluidos los abogados de todos los acusados, Miguel Torres, Hugo Frola y Daniel Nazar.
La sala primera de la Cámara de Apelaciones de Santiago está integrada por los jueces Sandra Generoso, Raul Romero y Luis Lugones. Ellos son quienes tienen que resolver las presentaciones pero a casi un año de la sentencia el tribunal de alzada “aún no falló al respecto”, informaron fuentes judiciales a este medio.
Ibañez cuestionó la valoración de los hechos que hizo el tribunal que condenó sólo al autor material del crimen de Cristian. Tras detallar los hechos, pidió que se revise la condena y se les dé una pena más alta.
“¡A Cacho no!”
Con apenas 23 años Cristian Ferreyra, o “Cacho” como lo conocían, era un referente de la comunidad Lule Vilela de Santiago del Estero. A la hora de la siesta del 16 de noviembre de 2011, se reunió con sus compañeros del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase-Vía Campesina), en la casa de Darío Godoy, que vive en Campo de Mayo, otro paraje cercano a San Antonio.
En la asamblea se iba a tratar la defensa de las 2000 hectáreas comunitarias donde vive la comunidad indígena a la que pertenecía y la intromisión del empresario sojero Jorge Ciccioli en las tierras. El conflicto estaba presente y la comunidad ya habían frenado a máquinas que habían desmontado unas 200 hectáreas pero en los últimos días habían aparecido “hacheros” que empezaron a cortar el bosque de nuevo.
Entre ellos estaban los “empleados” de Ciccioli, Francisco Juárez, Carlos Abregú, Mario Abregú, Víctor Juárez y Walter Juárez. Esa tarde, a eso de las tres, una moto llegó a la casa, a bordo iban Javier y otro de los Juárez. Darío fue el primero en salir a la puerta, pero Javier Juárez preguntaba insistentemente por Cristian. Juárez, que tenía una itaka en la mano, repetía constantemente que los terrenos eran de propiedad de Ciccioli porque los había “comprado” en febrero de ese año en Metán, Salta.
Finalmente Cristian salió. Juarez casi no levantó la mano y disparó. Un tiro dio en la pierna de Cristian que empezó a desangrarse; la bala le había atravesado la arteria femoral. Darío Godoy, compañero en el Mocase de Cristian, recibió también un tiro pero se salvó. Sergio Ferreyra, primo de Cristian, intentó atacar al agresor y también fue golpeado. Noelia Ferreyra fue la que pudo retratar con su celular al asesino con la itaka en la mano. A unos metros Ángela Juárez, esposa de Cristian, sólo atinó a gritar: “¡A Cacho no!”. Ya tirado en la tierra, baleado, Cristian le dijo: “no te vayas yo me muero”. No llegó al hospital.
El juicio, un condenado y muchos absueltos
Aquel día hubo varios testigos que vieron lo que pasó y que sufrieron la violencia que enmarca el conflicto por la tierra en Santiago del Estero. Pero la Justicia no lo vio. El 9 de diciembre de 2012 sólo condenó por los hechos al autor del disparo, Francisco Juarez, a 10 años de prisión mientras que absolvió al resto de los acusados, incluido el autor intelectual de los hechos, el empresario Jorge Ciccioli.
“Soy un pequeño productor agropecuario que vendió un campito en la Pampa Húmeda de 160 hectáreas y compró en Nueva Esperanza. Después me ofrecieron éste campo”, dijo Ciccioli durante el juicio y los jueces de la Cámara en lo Criminal y Correccional de Primera Nominación de Santiago del Estero, Élida Suarez de Bravo, María Angélica Peralta de Aguirre y Federico López Alsogaray, le creyeron.
"No se ha demostrado que previamente se haya puesto de acuerdo o le haya ordenado a Juárez enfrentarse con las víctimas y matarlas”, dijeron los jueces en la sentencia. Mientras, el hijo de Cristian, que hoy tiene cinco años, no se olvida de lo que pasó. Dice que al padre “lo han matado como a un perro” y también dice que “él se va a matar”.
“Agarra un arma de juguete y actúa como si estuviera viviendo el momento”, contó la viuda Beatriz Juárez. A casi un año de la sentencia los familiares de Cristian esperan que el tribunal de alzada de Santiago del Estero decida sobre la pena a Juarez y que modifique la sentencia contra el empresario.
GA/JMM