Hoy declaró Luz Gómez en el juicio en el que ella y Diego Romero están acusados del asesinato de un hombre en Castelar. La chica hizo un relato pormenorizado del derrotero judicial que vive hace tres años, después de que encontraran su mochila en el lugar del crimen.
Luz Gómez y Diego Romero hablaron esta mañana frente a los jueces del Tribunal Oral Criminal 5 de Morón en la tercera audiencia del juicio en su contra. Están acusados del homicidio de Roberto Castillo en 2011 en Castelar. Una mochila que ellos perdieron en un remís es la única prueba de la que se aferró la policía para detenerlos y estuvieron presos durante dos años. Tras los testimonios de los acusados, los magistrados pasaron a un cuarto intermedio. Un testigo detenido en un penal de La Plata no llegó y por eso incorporaron sus dichos por escrito. El martes serán los alegatos, si la sala está disponible.
Los asientos de la primera fila los ocuparon el Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, Nora Cortiñas y Pablo Pimentel de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de La Matanza (APDH). Al igual que las audiencias anteriores, la hermana de Luciano Arruga, Vanesa Orieta, también se acercó a brindarles su apoyo. Afuera de la sala otro grupo de militantes mantuvo una radio abierta durante toda la mañana.
“Quiero que se haga Justicia por mí, por Diego, por nuestras familias y por la persona fallecida”, dijo Luz después de declarar durante una hora. La sala, que estaba repleta, estalló en un aplauso. La presidenta del Tribunal pidió que mantuvieran las formas. El público había seguido el testimonio de Luz en absoluto silencio, aunque algunos no pudieron contener las lágrimas cuando ella misma se quebró. Es que la chica hizo un relato pormenorizado del derrotero judicial que vive hace tres años. Durante un año y tres meses estuvo sin poder ver a su pareja que estaba detenida en el penal de Ituzaingó. “Éramos dos trabajadores más. A mi me arruinaron la vida de un día para el otro. No podía creer lo que me estaba pasando. No pensé que por una mochila iba a estar en esta situación”, dijo.
Después fue el turno de Diego, que también repasó cada una de las instancias que vivió desde que los detuvieron de manera violenta en diciembre de 2011 hasta hoy. “Quiero decirles, jueces y fiscal, nosotros somos víctimas”, expresó. “Me jodieron la vida en todos los sentidos: emocional, psicológico y económico. Es una vergüenza todo lo que hicieron con nosotros”, dijo.
También cuestionó el accionar de la fiscalía que llevó adelante la instrucción. “Nosotros hemos colaborado con la justicia desde un primer momento. La justicia no colaboró con nosotros. Sus colegas no hicieron su trabajo”, dijo mirando a los magistrados. “Les pido que lean el expediente. Ahí está todo para llegar a la verdad”, solicitó.
El relato de Diego reafirmó lo dicho en las audiencias anteriores: las irregularidades que hubo durante la instrucción. “Antes de la rueda de reconocimiento, a mi me cortaron el pelo en una celda con una maquinita”, declaró. Diego tenía en ese entonces el cabello largo. El identikit del supuesto asesino mostraba un hombre con barba candado y pelo corto. Al joven lo señalaron en la rueda después del corte.
La pareja aportó información clara y concreta sobre cómo olvidaron la mochila después de hacer una compra en un supermercado. También pudieron dar cuenta de lo que estaban haciendo el día del crimen. Ninguno estuvo en Castelar. Como en las jornadas anteriores, no estuvieron solos. Los acompañaron muchos militantes de derechos humanos que presenciaron el debate con remeras amarillas con un mensaje: “Libertad ya para Luz y Diego”. Entre el público había familiares y víctimas de distintas causas judiciales.
La causa
Las rutinas de Luz y Diego, dos jujeños que habían venido a trabajar a Buenos Aires hacía tres años, cambiaron para siempre aquel 21 de diciembre de 2011 a las 7 de la mañana, un grupo de policías entró a la fuerza en la casa que alquilaban en Villa Ballester. En la DDI, de Merlo un defensor oficial les contó que los acusaban de un asesinato.
El crimen había sido dos meses: una pareja había llegado a la casa de Mercedes del Valle Ríos, en Castelar, con la excusa de comprar ropa para un bebé. En realidad, habían planificado el robo. El marido de la mujer estaba durmiendo la siesta. Roberto Castillo -trabajaba de colectivero en la línea 216- salió con un revólver calibre 32 que no llegó a empuñar. La pareja sacó un arma, le disparó un tiro en la mano y dos más en la cabeza. El hombre murió en el acto y ellos escaparon.
Cuando la policía llegó al lugar a recoger pruebas encontró una mochila. Adentro había un certificado de vacunas de Zaira Romero, con fecha del 21 de septiembre de 2010. Zaira es la hija de Luz y Diego, y en aquel momento tenía dos años. Los jujeños nunca habían pisado Castelar. El día del crimen estaban en el Shopping Soleil, en Boulogne, comprando ropa. Está comprobado con testigos que perdieron la mochila con la ropa y el certificado de vacunación de su hija el 2 de julio de 2011. Además, un estudio de ADN sobre una mancha de sangre levantada a metros de la casa donde sucedió el crimen determinó que se trata de un perfil genético que no pertenece ni a Luz ni a Diego.