Desde hoy iban a juzgar a Lucas Puig, un docente de música de un jardín platense. Está acusado de abusar de dos nenes, de 4 y 3 años. Como la fiscal de la causa está internada, el juicio no empezó. El tribunal debe decidir ahora cómo seguirá el debate.
Hubo murmullos, caras largas, cantitos contra integrantes de la justicia y sonidos de bombos apagados: la puesta en escena de un juicio postergado. Después de seis horas de espera, los familiares y amigos de Lucas Puig, el docente acusado de abuso sexual, se retiraron de los tribunales de 8 y 56 sin ninguna respuesta. Desde temprano, sólo existió una certeza: que la fiscal de la causa estaba internada –sin saber, oficialmente, qué le ocurre-. Y, a partir de allí, se sucedieron rumores, llamados telefónicos y caminatas por los pasillos. La primera audiencia de un juicio inédito en plena feria judicial -que duraría hasta el 21 de enero a través de diez jornadas- quedó trunca. En las próximas horas, según fuentes del Tribunal, se despejaría la incertidumbre. El dilema es si reemplazarán a la fiscal, o bien, de acuerdo a su parte de salud, esperarían por su recuperación.
“Existe un tironeo entre el juez -Samuel Saraví Paz-, quien pidió a fiscalía general que reemplacen en lo inmediato a la fiscal -Helena de la Cruz-, y la resolución del fiscal general –Héctor Vogliolo-, que, en principio sería no sustituirla. Eso es lo que falta resolver. Creemos que este Tribunal actúo bien, pero no puede ser que todo se siga dilatando. Lucas ya lleva casi cuatro años de espera y eso no es justo”, dijo Guillermo Fernández Koenig, uno de los defensores del docente. El abogado reconoció que el Tribunal Oral en lo Criminal Nº1 podría establecer una nueva fecha para la primera audiencia. De ese modo, quedaría afectado el esquema de las jornadas del juicio.
Según abogados de las víctimas, la fiscal de la Cruz ya había tenido problemas de salud en jornadas anteriores. La apertura estaba prevista para las 8 de la mañana en la sala de audiencias de la planta baja de los tribunales, donde se esperaba la presencia del docente y sus patrocinadores legales Daniel Apaz y Guillermo Fernández Koenig como así también de los abogados defensores de las víctimas, Julio Beley y Martín Bolpe. El público escucharía la declaración de las dos madres denunciantes y de sus parejas. Pero todo quedó en la nada.
Lucas Puig, 35 años y padre de dos chicos –su mujer está por dar a luz a su tercer hijo-, está acusado por el delito de “corrupción agravada de menores”. No hay antecedentes de un caso semejante en la historia de los tribunales penales bonaerenses. Fue detenido el domingo 21 de marzo de 2010. Cuatro días antes, la justicia había recibido la denuncia de una madre del jardín de infantes San Benjamín –donde Puig era docente de música-, quien presentó una acusación gravísima: dijo que el profesor de música había “manoseado” a su hija de 4 años y que “le mostró el pito”. “Mi nena le contó primero a mi pareja (Néstor) y después me lo dijo a mí”, relató luego ante un diario local.
Todo sucedió rápidamente. Fue la primera denuncia de dos: la otra fue realizada pocas horas después, cuando los padres de un nene de 3 años –compañerito de la nena- denunciaron que Puig también abusó de su hijo. La fiscal Virginia Bravo consideró suficientes las pruebas y lo procesó por “corrupción agravada de menores”. De inmediato, el juez Guillermo Atencio ordenó su detención. Fue acusado por la justicia “de abusar de dos menores de 3 y 4 años durante sus clases en el jardín de infantes de San Benjamín, ubicado en 141 y 57, en Los Hornos”. Puig quedó tras las rejas en la comisaría primera de Berisso y al cabo de treinta días le dieron arresto domiciliario. Dos meses después, le otorgaron la libertad sin restricciones, pero no le retiraron los cargos.
A partir de febrero de 2012, tras dos años de demora en la investigación, la causa se radicó en el Tribunal Oral Criminal I de La Plata (TOC I). Quedó en manos del juez Samuel Saraví Paz, que había dispuesto iniciar el juicio en septiembre de 2015. Pero los abogados del docente, Daniel Apaz y Guillermo Fernández Koenig, apelaron ante la Suprema Corte de Justicia bonaerense –junto a un petitorio de 1.200 firmas- y el juicio se adelantó para este año.
Un juicio suspendido por tiempo indeterminado
Cerca de cien personas apoyaron a Lucas Puig en la puerta de Tribunales. Lo hicieron con bombos, banderas y carteles como “Lucas es inocente, justicia y verdad”, “Estigmatización y caza de bruzas contra los docentes”, “Porque queremos seguir confiando en la justicia exigimos la inmediata y total liberación de Lucas”, éste último firmado por “Comunidad Educativa del Colegio San Benjamín”. Cuando se enteraron que el juicio estaba demorado por la internación de la fiscal, los amigos de Lucas se agarraron la cabeza.
Uno de ellos, Bernardo Tetamanti –que también es docente de música-, dijo que “todo esto es un calvario, pero luchamos cuatro años y no nos vamos a rendir para demostrar la inocencia de Lucas”. Cerca del mediodía, un grupo conformado por familiares, amigos y compañeros docentes se unió en un solo grito: “Se siente, se siente, Lucas inocente”. Y luego se enfurecieron: “Que venga Bravo”, decían, haciendo referencia a la fiscal de instrucción que procesó y mandó a detener al docente.
Según Tetamanti, el de Lucas Puig no es un caso aislado. “Hay una oleada de denuncias contra los docentes. En La Plata, el año pasado hubo 14 casos. Existe una suerte de sospecha constante contra el maestro, todo el tiempo se tiene la sensación de que algo malo estará por suceder. Es una cuestión social, pero forma parte del desprestigio de la educación y del rol de los docentes, a los cuales se los persigue y se los acusa de cualquier cosa. Los adultos tienen una enorme responsabilidad, porque son los que manipulan a los chicos”, explicó.
En el primer piso de Tribunales, la espera fue tediosa. En plena feria judicial, agentes del Servicio Penitenciario y policías se miraban con caras cansadas, y confesaban que nunca antes, para esa fecha, los pasillos estuvieron tan concurridos. La gente se acercaba a la cocina y pedía agua fría: el calor derretía la calle. Lucas, brazos cruzados, vestido de pantalón blanco, camisa gris y zapatos negros, era abrazado de forma permanente por sus conocidos. Había signos de esperanza: por momentos, alguien salía del despacho del juez con un papel y los murmullos corrían por los pasillos. Una primera versión era que la fiscal Helena de la Cruz había recibido el alta médico y que el juicio arrancaría a la tarde. Con el paso de las horas, sin embargo, los abogados se aferraron a otra posibilidad: que el fiscal general designara un reemplazo en lo inmediato.
Así lo creía Martín Bolpe, abogado de una de las víctimas, quien vio con buenos ojos el cambio de manos ya que “en pocas horas, un fiscal debería estar preparado para instruirse y enfrentar un juicio”. Los defensores de Lucas, sin embargo, no apoyaron sus palabras. Esperaban un nuevo fiscal, pero no avalaban esa idea. “Es un disparate que un fiscal pueda leer los ocho cuerpos del expediente en una hora y que esté preparado para encarar un juicio. En todo caso, vemos bien que se presente ante el juez y ante las partes en los próximos minutos para resolver el problema“, dijo Fernández Koenig, cerca del mediodía.
Finalmente, tras seis horas de espera, el juez se retiró del despacho y comunicó que el juicio estará suspendido por tiempo indeterminado. Los que creían que podía comenzar esta tarde, se amargaron: gritaron “Lucas inocente” y se retiraron batiendo palmas. Fue otra escena más de un caso complejo y lleno de interrogantes que se convirtió en una suerte de melodrama sin fin.