Es el primer juicio por trata en Tucumán. Una de las imputadas, Verónica Olivera, tuvo ayer una parálisis facial en medio del juicio. La otra acusada es Alicia Taviansky, dueña de un prostíbulo de Santa Cruz. Están acusadas de beneficiarse de la explotación sexual de una adolescente. En los alegatos la fiscal pidió 4 años de prisión para Olivera y 10 para Taviansky.
La segunda audiencia del primer juicio por trata en Tucumán terminó anoche repentinamente, poco antes de las 21. Tras un breve cuarto intermedio, una de las dos imputadas, Verónica Olivera volvió a la sala cubriéndose la cara con un pañuelo de papel. Se sentó, con la cara tapada con sus manos y pasados unos minutos, la audiencia se suspendió hasta hoy a las 9.30. El tribunal dispuso que una ambulancia trasladara a Olivera hasta el hospital Ángel Padilla, para ser atendida por la parálisis facial que intentaba ocultar.
Olivera está acusada de engañar a su prima M.C., cuando tenía 16 años. Bajo promesa de conseguirle trabajo en una academia de danza, la convenció para viajar a Puerto San Julián, en Santa Cruz, donde había contactado a Alicia Taviansky, la dueña de un prostíbulo conocido como El Lobito. Según el requerimiento de elevación a juicio, ambas mujeres esperaban beneficiarse de la explotación sexual de la adolescente.
Hoy en los alegatos la fiscal pidió 4 años de prisión para Olivera y 10 para Taviansky. En el caso de Oliera, el funcionario consideró probado que “atrajo, presionó, engañó y llevó a su prima para ser explotada”. De cumplirse los plazos previstos, antes de las 18 el tribunal presidido por la jueza María Alicia Noli e integrado por los jueces Carlos Jiménez Montilla y Gabriel Casas, dará a conocer la sentencia. De la audiencia participa Susana Trimarco, madre de Marita Verón, desaparecida desde 2002.
Consultada por Infojus Noticias sobre la elección del destino, antes de ingresar a la sala Olivera fue explícita: llegó a Taviansky por recomendación de “una amiga de una amiga”. “Me dijo que era esta señora, que tenía un tipo boliche de allá y que eran coperas y todas esas cosas. Y yo quería ir a trabajar, yo necesitaba trabajar”, dijo la acusada. Y agregó que si bien tiene “miedo” por lo que puede resultar de este juicio, lo único que quiere es “que todo esto termine".
“Si Olivera no está en condiciones de estar en la sala, la continuidad del debate depende del acuerdo que se pueda establecer entre las partes y de la decisión del tribunal, que tiene la opción de suspender el debate hasta diez días”, señalaron a Infojus Noticias fuentes vinculadas a la investigación. Una postergación en principio no beneficiaría a Taviansky, que a diferencia de Olivera llega a este debate detenida con una medida de prisión preventiva.
Una de las primeras investigaciones por trata
En mayo de 2008, un mes después que se sancionara la ley que persigue el delito de trata de personas, M.C. se convirtió en una de las primeras víctimas rescatadas bajo su amparo. Había emprendido el viaje en micro con su prima, cuando la escuchó hablar con otra mujer por teléfono y comprendió que llegada a destino la obligarían a prostituirse. Alarmada, en un descuido de Olivera le sacó el celular y avisó a su familia. Su madre y su hermana, con la asistencia de la Fundación María de los Ángeles Verón, presentaron la denuncia y el juzgado dio intervención a las divisiones de trata de las policías de Tucumán y Córdoba.
A M.C. la rescataron en la capital cordobesa. Ayer por la tarde, en la audiencia que comenzó pasada las 18, declararon los policías cordobeses que participaron del operativo. Y un albañil que ofició de testigo cuando requisaron los bolsos de las viajeras, en la terminal cordobesa. En el bolso que llevaba Olivera, según señalaron los investigadores estaba el documento de identidad de C.M. y el de su hermana mayor (que Olivera habría usado para comprarle el pasaje). Este dato cobró relevancia cuando el fiscal Leopoldo Peralta Palma consultó a una de las primas en común entre Olivera y la víctima que declaró como testigo y la chica confirmó que, al momento de los hechos, bien podría una u otra entrar a la casa de la otra y acceder su habitación y a sus pertenencias.
No fueron los únicos familiares de ambas que declararon: tíos y tías confirmaron que Olivera “ejerció la prostitución, desde chica” y que solía viajar. Así, cómo también describieron la situación de vulnerabilidad económica y emocional en la que se encontraba M.C. al momento de los hechos. Estos testigos fueron pedidos por la defensa oficial de las acusadas, a cargo de Ciro Lo Pinto, Carolina Cuenya y Pamela Tenreyro que apuntan a describir a la víctima, más que desarmar la prueba contra sus defendidas.
Las llamadas
A Taviansky, los investigadores llegaron por los llamados que le hizo Olivera desde su celular. Y, a partir de ese primer dato, durante la instrucción el juez que intervino dispuso la intervención de su teléfono. Una selección de las escuchas realizadas entre el mes de junio y agosto de 2008 al celular de Taviansky se conocerán hoy en el debate oral; pese a que el defensor Lo Pinto intentó cuestionar esta prueba por considerarla “extemporánea”. “Se estaba investigando lo ocurrido el 22 de mayo y estas escuchas van más allá”, dijo el defensor.
La respuesta de la fiscal representante de la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (Protex) que intervine en el juicio, Valentina García Salemi, apuntó a desarmar ese argumento, en base a la descripción y caracterización del delito de trata de personas. “El delito requiere la acreditación de la finalidad de explotación: yo debo saber para qué la querían captar, y eso solo se averigua cuando surge el dato del teléfono con la característica de San Julián”, señaló la fiscal. Y agregó: “Es necesaria una mirada proactiva y ascendente en las redes que manejan estos delitos para desbaratarlas”. El tribunal le dio la razón, y hoy se escuchará en la audiencia el resultado de estas intervenciones telefónicas.
La semana pasada, Taviansky también amplió su indagatoria ante los jueces del tribunal federal. Contó que desde el 19 de marzo la “matrícula de su local (“Cabaret San Julián”) pasó de cabaret a pub” y de las escucha se desprende que allí llegaban, vivían y eran explotadas sexualmente mujeres proveniente de otras provincias. Antes había dicho que ella misma “ejerció la prostitución” y que tenía “entradas” en las comisarías de Santa Cruz, donde fue registrada como “Samanta.