Emilio Blanco, de 17 años, fue secuestrado, torturado y asesinado a golpes en la localidad de Chascomús en 1997. Hoy la Justicia dará a conocer la sentencia contra un ex policía de la Bonaerense.
Pasaron 14 años desde el crimen de Emilio Blanco, un joven de 17 años asesinado a golpes y por sofocación en la localidad de Chascomús. Este mediodía, la Justicia dará a conocer el veredicto contra el ex policía de la Bonaerense Fermín Basualdo, acusado de torturar y asesinar al adolescente.
El Tribunal, compuesto por los jueces Juan Pablo Curi (en lo Criminal), Diego Olivera Zapiola (de Garantías) y Luis Esteban Nitti (de Ejecución Penal), dará a conocer la sentencia a las 12. El acusado, de 62 años, llega a la audiencia final con prisión domiciliaria. Durante la etapa de alegatos el fiscal general de Dolores, Diego Escoda, pidió una condena a perpetua. El representante del Ministerio Público le imputó a Basualdo los delitos de "torturas agravadas por muerte resultante" y "homicidio calificado por ensañamiento y alevosía".
A su turno, el abogado de la familia Blanco, Gustavo López, coincidió con el requerimiento del fiscal, mientras que el defensor, Mauricio Armagno, pidió la absolución al sostener la versión de que se trató de una muerte por accidente.
Sin embargo, Armagno solicitó, subsidiariamente, que el acusado reciba la pena mínima (8 años) por el delito de "homicidio simple".
En la última jornada del debate antes de los alegatos, el ex policía reiteró su inocencia, y afirmó que para él la muerte de Blanco fue un accidente ferroviario. En sus "últimas palabras", el acusado pidió que se haga Justicia y que Dios ilumine a los jueces, agregaron los voceros.
El juicio comenzó a principios de agosto y los primeros testigos en declarar fueron los padres de la victima, Elías Blanco y Mónica Brucetta, quienes relataron cómo era su hijo, que estilo de vida llevaba, que cosas le gustaban y aclararon que no tenía enemigos. También se refirieron al momento en que se enteraron de su muerte y, en ese sentido, coincidieron en que los policías que intervinieron en la investigación les dijeron desde un primer momento que se había tratado de un "accidente".
Los padres de la víctima afirmaron ante el tribunal que ellos nunca creyeron en la versión policial y luego hicieron un repaso de la investigación.
Por su parte, en su alegato, el fiscal Escoda sostuvo que las declaraciones de los peritos fueron "contundentes" al coincidir en que a Blanco lo "torturaron y lo mataron a golpes". Según el funcionario judicial, estos forenses indicaron que fue "un golpe en la frente" la causa de la muerte y que la víctima también presentaba lesiones por golpes post mortem que para él "fueron producidas para simular el accidente ferroviario".
Además, durante el debate se sumaron otros elementos como el resultado de un peritaje que concluyó que en la suela de las zapatillas que llevaba puestas Blanco al momento de su muerte había restos de polen de paraíso, cuando este tipo de flora no existe junto a las vías del tren, donde apareció el cadáver. Pero ese tipo de polen si se encuentra a la vuelta de la casa de la víctima y en el trayecto en el que ésta hizo ese día antes de ser interceptada por quien lo asesinó.
Blanco fue asesinado el 28 de septiembre de 1997, en Chascomús. En 14 años de investigación, además de Basualdo, hubo un segundo imputado, el entonces comisario Tomás Freites, a quien acusaron de no haber evitado las torturas, aunque finalmente fue sobreseído.
De acuerdo a la acusación, los policías asignados a la comisaría 1ra. de Chascomús interceptaron a Blanco en un lugar aún no establecido, pero que debió ser en proximidad de su domicilio, tras lo cual lo privaron de su libertad y lo trasladaron hasta esa dependencia policial, en Lastra y Sarmiento.
Allí, Basualdo y otros cuatro policías, que fueron dados de baja aunque no se encontraron pruebas suficientes para atribuirles la coautorí¬a del crimen, infligieron al chico en forma intencional maltratos, golpes y sofocación, que le causaron hematomas y produjeron la muerte.
Según esta hipótesis, los policías abandonaron el cadáver en inmediaciones de las ví¬as del ferrocarril, entre Yrigoyen y Machado, con la intención de ocultar el crimen bajo la apariencia de un accidente ferroviario.