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Ya no hay quien lo defienda. Ni siquiera aparecen en público los que siempre lo hicieron, como el humorista Raúl Portal. Y, en las últimas horas, desde sectores de la iglesia salieron a criticarlo como nunca lo habían hecho. El capellán mayor del Servicio Penitenciario Bonaerense, Eduardo Lorenzo, fue implacable: "Una persona que es culpable de lo que se lo acusa a (Julio César) Grassi", a quien le tocará acompañar espiritualmente como parte de su ministerio en las cárceles, "es un enfermo, un pervertido", dijo.

Lorenzo, quien presta servicios desde hace 23 años como capellán, aseguró que no es la primera vez que le toca asistir a un sacerdote preso y que estos casos le "duelen más". "Siempre me duele cuando hay gente detenida, pero cuando es un sacerdote un poco más porque soy cura, por la Iglesia y sobre todo por esta primavera que se llama Francisco", afirmó.

 El capellán destacó que "si bien se lo acompaña como cualquier hermano, no voy a negar que en lo personal se me mueve todo. Tendríamos que ser un gremio que da el ejemplo, pero la fragilidad humana es así: nada de lo humano no es ajeno", dijo.

La de Lorenzo no fue la única voz. El obispado de Morón emitió un comunicado mencionando “dudas” sobre la responsabilidad del sacerdote, condenado a 15 años de prisión. En el documento, le prohibieron a Grassi ejercer como sacerdote “hasta tanto se resuelva definitivamente esta situación” y elevó un pedido de investigación al Vaticano, “quien es el encargado de seguir los casos de presuntos abusos sexuales cometidos por sacerdotes”.

El rector de la Catedral Metropolitana, Alejandro Russo, defendió el comunicado del obispado y dejó en claro que “hay que prohibir el ejercicio sacerdotal hasta que la situación se aclare''. Dijo que el Papa Francisco “debe estar al tanto de la causa porque lo mediático no se le escapa” y que Grassi podría enfrentar un juicio canónico si el Vaticano así lo decide: "La congregación tiene que juzgarlo primer y en caso de que se lo encuentra culpable pierde su condición de clérigo. Si este hecho es verdad le hace mal a la Iglesia de muchas maneras. Y si no es verdad también le hace mal. Uno tiene que pensar que la Iglesia no depende de la condición humana'', explicó.

Por último, Lorenzo aseguró que la Iglesia está cambiando en su manera de encarar temas vinculados con la sexualidad de los consagrados, lo que permite, por ejemplo, que hoy se aborden estos asuntos durante la formación en el seminario.

"Hace falta hablar de sexualidad en el seminario y ahora hace rato que se hace. Yo me ordené hace 24 años y era más difícil. Antes se hablaba solo con el confesor, hoy en los seminarios hay psicólogos y talleres donde se abordan temas sexuales y afectivos", dijo.