Marcelo Tagliaferro, acusado de falso testimonio, declaró en la sexta audiencia del juicio por el crimen de las mujeres en La Plata. El hombre había trasladado a Marisol Pereyra desde un teatro al PH donde ocurrió la masacre. También declaró su ex marido, Víctor Chavarría. Mañana será el turno de los peritos forenses.
La extensa declaración de Marcelo Tagliaferro, un testigo clave del caso, fue el eje excluyente de la sexta audiencia por el cuádruple crimen. Previamente las partes, durante media hora, debatieron si era pertinente o no habilitar su declaración, dado que la defensa de Osvaldo "Karateca" Martínez, que junto a Javier "La Hiena” Quiroga es uno de los dos imputados, entendió que, como está acusado de "falso testimonio", -en una causa que tramita una fiscalíaa platense-, "podría incurrir en una autoincriminación".
Sin embargo, el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 3 no dio lugar al pedido y Tagliaferro, el remisero que llevó a la cuarta víctima, Marisol Pereyra, hasta el departamento de la masacre, ratificó lo que había declarado en su último testimonio durante la instrucción: “No tengo dudas que fue Osvaldo Martínez el que abrió la puerta del pasillo a Marisol”. Y explicó que en su primer declaración "estaba shockeado por los hechos" y por eso dijo a los investigadores que esa noche "no estaba seguro de haber reconocido a nadie". Pero que luego de haber visto la cara de Martínez en los diarios, volvió a declarar "con la certeza que se trataba de él". Ese detalle no pasó desapercibido: Tagliaferro admitió, además, que luego de ver en la tapa de los periódicos que el "Karateca" aparecía como el principal sospechoso, recibió un llamado del padre de Marisol Pereyra. Que se encontraron "por su interés en conocerme" y que fueron hasta el estudio de su defensor, Fernando Burlando. Al otro día, Tagliaferro cambió su declaración en la justicia y comprometió a Martínez.
Sobre esa y otras circunstancias de sus testimonios previos, Tagliaferro fue interrogado de forma incisiva. Detalló que la noche del crimen fue a buscar a Marisol Pereyra a su trabajo cerca de las ocho de la noche, que estaba "como apurada porque había tenido problemas con su ex marido" y que la llevó hasta la casa de su madre. Sostuvo que entre ellos tenían "una relación cliente-chofer", y acotó que era "de confianza" aunque sólo la conocía de dos viajes previos.
El remisero dijo cerca de las once Marisol lo llamó por teléfono para decirle si la podía alcanzar hasta un teatro "para ir a ver a una amiga que cantaba". Luego especificó que Marisol le mandó un mensajito para que la fuera a buscar al teatro y que la encontró enojada porque "se quedó afuera por llegar tarde". Cuando pasaron por 48 y 13, donde se encuentra el edificio de Tribunales, -continuó el relato Tagiaferro- le comentó que tenía una amiga de nombre Susana, "que hacía tres años que no veía", que Susana tenía una hija de nombre Bárbara, y entonces le indicó que fueran hasta su domicilio del barrio La Loma. Antes, dijo, Marisol intentó llamarlas, "pero alguien le cortó la llamada dos veces".
En un punto de inflexión, Tagliaferro dijo que un hombre con barba de días, con el torso desnudo, pantalones negros "tipo jogging" y "en un estado deplorable, como si estuviera dejado", le abrió la puerta del PH y que antes le gritó, desde la mitad del pasillo, "pasá que Bárbara se está bañando". Allí fue la primera vez que lo vio. Agregó que oyó el ruido de unas llaves pero no así la conversación que mantuvo el hombre con su pasajera. Aunque el punto culmine fue cuando el hombre salió a los cinco minutos, se le acercó a su Chevrolet Corsa y le golpeó el baúl diciéndole "Flaco, flaco, andá que Marisol se queda, después pedimos otros remís".
Tagliaferro confesó:
-Ahí lo vi a Osvaldo Martínez por el espejo retrovisor del auto. Su imagen la corroboré después en los diarios. No tengo dudas que fue él.
Ante las preguntas de la defensa, que lo increpó por "contradicciones y omisiones" en relación a sus anteriores declaraciones, Tagliaferro dijo que había una pequeña luz en la vereda, que el pasillo estaba oscuro, y reconoció que había obstáculos en la visión -como un canasto de basura y un árbol- que le impedían la vista desde el lugar en el que estaba estacionado, a unos diez metros de la puerta del pasillo. Dijo que siempre estuvo sentado en su butaca de conductor y que observó todo desde allí. Y que luego llevó el auto para que hagan las pericias sobre la huella de la mano que el hombre dejó en su baúl y que supo que dieron negativas. Testigo clave del fiscal, Tagliaferro reconoció a Osvaldo Martínez entre los presentes. Cuando el remisero lo vio, el acusado nunca le esquivó la mirada. Antes de retirarse, el juez Ernesto Domenech le consultó si vio algo más que le llamara la atención. “No vi ninguna ‘huella’ con sangre”, respondió. El magistrado lo miró y le dijo: “Yo no hablé de ninguna ‘huella’”.
La jornada cerró con la declaración de Víctor Chavarría, ex marido de Pereyra, quien habíaa sido denunciado por su ex esposa en tres ocasiones por violencia doméstica. Chavarríaa dijo que pudo haberse equivocado en su primera declaración cuando señaló que a Martínez lo había visto tres meses antes del hecho en el cumpleaños de su novia en "estado alterado y nervioso". Luego, entre lágrimas, relató la vida de sus dos hijas. “Cuando preguntan por su mamá, yo les miento. La perdieron de la peor manera", dijo y reconoció haber realizado trabajos de pintura en el PH en 2008. Esa, dijo, fue la última vez que pisó el departamento.
Por el cuádruple crimen están imputados Osvaldo "El Karateca Martínez" y Javier "La Hiena” Quiroga. Ambos están siendo juzgados por las muertes de Bárbara Santos, de 29 años; su madre Susana De Barttole, de 63 años; su hija, Micaela Galle, de 11; y su amiga Marisol Pereyra, de 38. Las mujeres fueron encontradas asesinadas a golpes y cuchilladas. El hecho ocurrió el 26 de noviembre de 2011 y es conocido como "La Masacre del barrio La Loma", y a opinión de cada una de las partes, es "histórico".
Al llegar a la escena del crimen, los policías encontraron en el living el cuerpo desnudo de Santos. Se presume que habría sido sorprendida por su asesino cuando se duchaba. Su cuerpo recibió más de 40 golpes. En la cocina, fueron hallados los cadáveres de Pereyra y De Barttole, mientras que la niña fue encontrada asesinada en uno de los dormitorios, sobre una cama de dos plazas. En una de las manos de la nena había un celular, con el que llamar a familiares para pedir auxilio. Los vecinos que llamaron a la Policía relataron que la noche del 26 de noviembre habían oído "gritos de mujer" pero pensaron que "habían encontrado una laucha y la estaban tratando de cazar" ya que días antes habían visto ratas en el lugar.
Martínez, de 30 años, llegó al juicio en libertad, mientras que Quiroga, de 35, se encuentra detenido en la Unidad 9 de La Plata.