El consorcio del edificio de Salta 2146 -frente a la torre derrumbada- había firmado una póliza con la empresa Victoria Seguros por casi 7 millones de pesos. “Todos los arreglos los pagamos nosotros, la aseguradora se niega a pagar porque dice que no la notificamos debidamente en el momento”. Cómo siguen viviendo los damnificados que nadie quiso escuchar.
Desde el departamento de Alicia, en el sexto piso, se ve el terreno en el que se levantaba el edificio de Salta 2141. El vacío se extiende a las otras dos torres del complejo y al PH contiguo, que fueron demolidos por los daños estructurales que causó la explosión. En el pasillo lindero vivían tres familias que lo perdieron todo. Aún no cobraron ni pudieron acceder a créditos para reconstruir su casa. El edificio de Alicia, en el que viven 21 familias, aún está a medio reparar porque la empresa aseguradora se niega a pagar. Son los vecinos olvidados, que a un año de la mayor tragedia de Rosario, que dejó 22 personas muertas y decenas de heridos, no pudieron recuperar sus casas.
Alicia tiene 72 años y vive sola. A las 9.36 del 6 de agosto de 2013, la onda expansiva de la explosión la hizo saltar por el aire y salió despedida del living de su casa. La atajó la media sombra del balcón. Los vidrios estallaron, los muebles y electrodomésticos cambiaron de lugar y una cuchilla de cocina se clavó en la heladera.
Tres pisos más arriba, en el departamento en el que viven Alberto y su esposa Elena, escombros del tamaño de una rueda de auto arrancaron la reja de la ventana y se clavaron en el piso del comedor. El edificio no sufrió daños estructurales, pero se dañaron los ascensores, la instalación de agua y luz eléctrica y se agrietaron las paredes y los pisos.
El consorcio del edificio de Salta 2146 -en el que viven Alicia, Roberto y Elena- había firmado una póliza con la empresa Victoria Seguros por casi 7 millones de pesos. “Todos los arreglos que hicimos los pagamos nosotros, la aseguradora se niega a pagar porque dice que no la notificamos debidamente en el momento. Las imágenes de la explosión recorrieron el mundo, nadie puede decir que no fue notificado”, explica otro vecina.
Hace algunos meses, cuando todos los edificios de la cuadra ya habían cobrado los seguros, el consorcio presentó una demanda contra la empresa. Actualmente están en una mediación judicial. “Acá parece que el que no murió no es víctima”, reclamó un vecino.
Volver a casa
“Esta era mi habitación”. Pablo Rocca señaló un rincón del terreno baldío en el que antes estaba la casa en la que vivía con su esposa, Karina Pignataro, y la hija de ambos, Micaela. Es el segundo departamento del pasillo de Salta 2127. El pasto le llegaba hasta las rodillas. Caminó unos metros y se detuvo. “Después de la explosión esto era una montaña de escombros. Uno de esos días subí al edificio vecino. Por la ventana del octavo pise miré hacia acá y vi entre los escombros el filo de la cama de mi nena. Si estaba en la pieza no la contaba”, dijo.
Pablo y su familia viven a cien metros, por calle Balcarce. Se mudaron ahí un mes después de la tragedia, cuando les avisaron que los tres departamentos del pasillo y los locales del frente tenían problemas estructurales e iban a ser demolidos junto con las tres torres del edificio que explotó.
“Esta no es nuestra casa, estamos de paso. Desde que llegué no clavé ni un clavo”, contó Pablo.
“Nosotros perdimos todo. Desde el gobierno provincial nos dijeron que ellos se hacían cargo de las reparaciones pero no de las reconstrucciones”, dijo y recordó un diálogo que mantuvo con un funcionario tras la explosión:
–Ustedes ayudaron a todos menos a nosotros.
–¿Cómo que no? Si les hicimos la demolición gratis.
“Lo quería matar”, contó Pablo. “La única ayuda concreta que recibimos es el alquiler, que nos siguen pagando hasta hoy. Al gobierno le pedí ayuda para construir mi techo. Todavía no tengo nada, estamos hablando por un crédito. Si me lo dan me voy a endeudar por 20 años, me tengo que romper el lomo laburando para volver a pagar la casa que ya había pagado”, dijo.
"En el pasillo vivíamos tres propietarios sin seguro", contó Karina en el living de su nuevo departamento. Detrás de ella está la pecera -con los mismos dos peces de colores- que rescataron intacta de los escombros. En el lavadero cantaba el canario que un bombero de Rafaela encontró dos días después de la explosión junto a la jaula. Karina no regresó a su casa desde el 06 de agosto de año pasado. “No me animo ni a tocar el picaporte”, dijo.
El matrimonio –al igual que José y Graciela, los vecinos de adelante- sueña con volver a vivir en el pasillo de Salta 2127. Ya tienen los planos de la que va a ser su nueva casa. “Va a tener un poco más de patio. Apenas consiga el crédito me pongo a construir”, dijo Pablo. Y agregó: “Recién cuando tengamos nuestra casa vamos a estar tranquilos. Mientras tanto vamos a vivir nerviosos”.