El TOC 4 de San Martín resolvió que cinco de los seis agentes del Servicio Penitenciario de Buenos Aires fueran condenados a perpetua por la muerte del joven de 26 años. “Es un fallo histórico”, dijo Eva Asprella, abogada de la familia.
El Tribunal Oral en los Criminal 4 de San Martín condenó a perpetua a cinco agentes penitenciarios bonaerenses -y absolvió a uno- por las torturas que le causaron la muerte a Patricio Barros Cisneros, de 26 años. Los jueces ordenaron la inmediata detención de Juan Manuel Liberto, que había llegado al juicio en libertad, y pidieron que se investigue si existió encubrimiento por parte del personal jerárquico del penal.
Los magistrados consideraron que durante el juicio quedó probado que el 28 de enero de 2012 los agentes Rodrigo Emilio Chaparro, Gerardo Rodolfo Luna, Juan Manuel Liberto, Miguel Vìctor Gallego y Héctor Anìbal Mario, “le arrojaron gas pimienta, le colocaron esposas, le efectuaron golpes, trompadas y puntapies” a Barros Cisneros y que esas torturas le causaron la muerte. El único absuelto fue el agente Claudio Keem.
“Eso es todo”, dijo la presidenta del tribunal, Mónica de Benedetto, tras la lectura de la sentencia y en la sala -repleta de familiares de la víctima y miembros de organizaciones sociales y políticas- estallaron los aplausos. “Patricio Barros Cisneros...”, gritó Lorena, hermana del joven asesinado. “Presente”, acompañó el público.
Un “fallo histórico”
“Era lo que estábamos esperando, por lo que tanto luchamos, para que Patricio tuviera paz”, dijo Lorena a Infojus Noticias en la puerta de los tribunales. “Sabemos que cumplimos. No nos quedamos en el camino”, celebró.
Los abogados del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) Mariano Lanziano y Eva Asprella, que representan a la familia dela víctima, calificaron al fallo como “histórico”. “Una de las cuestiones importantes, que planteamos en el alegato, es que el sufrimiento no son solo las lesiones que el cuerpo deja, sino que va mucho más allá. Tiene que ver con los golpes que no dejan marcas y las torturas psicológicas”, sostuvo Asprella. Y agregó: “Acá no hubo excesos. Acá hubo un asesinato, una tortura seguida de muerte”.
Tanto los abogados querellantes como la fiscal Paula Leiva habían pedido perpetua para los seis acusados. “Una vez que estén los fundamentos vamos a evaluar la absolución, pero no deja de se un fallo ejemplar“, dijo Asprella.
“Este caso fue muy importante porque contamos con muchos testigos. En general eso es raro, porque los testigos son los propios detenidos, que tienen miedo a declarar”, explicó a Infojus Noticias Paula Litvachky, directora del Área de Justicia y Seguridad del Cels. “Se hizo un trabajo importante de protección y seguimiento y se pudo contar con el testimonio de dos testigos que siguen detenidos en el Servicio Penitenciario Bonaerense y tres que fueron trasladados al Servicio Penitenciario Federal”, agregó.
Además de los seis penitenciarios que llegaron a juicio, hubo otros dos agresores identificados. César Raúl Benítez está prófugo con pedido de captura internacional. Víctor Silva apareció ahorcado en su celda de la Alcaidía de Avellaneda, donde estaba detenido a la espera del juicio.
Los hechos probados en el juicio
El día de su muerte, Patricio esperaba la visita de su novia Giselle González, de 18 años, en la Unidad Penal 46 del Servicio Penitenciario de Buenos Aires. Los agentes Luna y Libetto lo requisaron. Chaparro lo recibió para llevarlo a Admisión. El detenido pidió recibir a su pareja, embarazada de cuatro meses, en un lugar fresco: un cuartito que ya habían usado en una visita anterior. Los guardias se lo negaron y Patricio los insultó. En un pasillo a la vista de su novia y otros detenidos, los penitenciarios respondieron con patadas, piñas y gas pimienta.
La paliza duró entre 5 y 15 minutos, según reconocieron los acusados durante el debate oral. “Todos pegaban piñas, patadas, trompadas, saltaban arriba, en la cabeza, en las costillas, en la entrepierna, donde se les cruzaba, como a una pelota de fútbol, como a una bolsa de basura”, declaró un testigo.
Patricio gritaba y pedía que pararan. El penitenciario Luna, el más robusto de ellos, de unos 120 kilos, le saltó encima. El joven dejó de gritar. La médica que le practicó la autopsia declaró ante el tribunal que la víctima tenía 36 golpes, la mayoría en cabeza y cuello, y que murió por asfixia.
“Lo golpearon entre todos. Ninguno intentó separar o frenar la situación”, detalló uno de los detenidos, que fue quien cubrió el cuerpo de su compañero con una manta tras su muerte.
Giselle fue una de las testigos clave. La chica relató entre lágrimas que él le pedía ayuda y que ella, del otro lado de la reja, no pudo hacer nada. Después de la muerte de su novio, la joven perdió su embarazo.
Encubrimiento
La primera versión de los penitenciarios fue que Patricio los había atacado y que después se golpeó la cabeza contra la reja y causó su propia muerte. Un grupo de presos declaró que tras la muerte de Patricio los guardias los obligaron a firmar una declaración falsa confirmando la versión del suicidio. Días después, en la fiscalía cambiaron la versión:
-¿Usted se acuerda que después el lunes siguiente declaró en la Fiscalía -preguntò durante el debate oral la fiscal a uno de los testigos.
-Sí. Ahí dijimos la verdad. Que a Barros Cisneros lo mataron a golpes.
El testigo aportó otro dato: que tras el crimen, uno de los penitenciarios se clavó una faca en una pierna para simular que la víctima los había atacado.
En la UFI 1 de San Martín, que llevó adelante la instrucción de la causa por el crimen de Patricio, tramita una causa por encubrimiento que todavía no tiene imputados. “Este fallo es un impulso para investigar las responsabilidades del personal jerárquico del penal”, dijeron los abogados del Cels.
SO/AF